Revolución Bolivariana solicita líder carismático

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Victoria raquítica, pero victoria al fin y al cabo. Las elecciones presidenciales venezolanas del pasado domingo arrojaron un apretado triunfo de Nicolás Maduro, representante de la continuidad de la ‘Revolución Bolivariana’ iniciada por su antecesor Hugo Chávez, por encima del opositor Henrique Capriles Radonski. Era de esperarse.

No obstante, el dato que verdaderamente llama la atención es lo estrecho de esta victoria, pues según los resultados oficiales Maduro obtuvo algo así como 50.5% de los votos, por poco más de 49% de su rival. Una diferencia de 230 mil sufragios, que en términos absolutos es similar a la que Felipe Calderón obtuvo en México sobre Andrés Manuel López Obrador en 2006. Muy poco, menor a lo que probablemente esperaban.

La pregunta que salta naturalmente es ¿por qué esta diferencia tan corta? Sobre todo tomando en cuenta que, tan solo hace unos pocos meses y en una elección sumamente similar, el hoy difunto Hugo Chávez había derrotado al mismo rival por un margen más holgado, de 55 contra 44%. Y tomando en cuenta también que Chávez y Maduro representan prácticamente lo mismo.

Respecto de la oferta de política pública que hacen, uno no es sino la continuidad del otro. Maduro no pretende sino continuar con las políticas económicas, sociales y exteriores chavistas. En términos discursivos, también. Maduro hace alusión a elementos muy similares a los de Chávez al hablar: de la misma manera que el comandante, alega tener el contacto con un ente etéreo y abstracto llamado ‘pueblo’, sin nombres ni apellidos concretos, y con los que él y sólo él es interlocutor válido.

En su discurso, sus opositores ‘carecen’ de esta capacidad de interlocución con el susodicho ‘pueblo’, por lo que no tienen la legitimidad para gobernarlo. Y no sólo hablan de esto, sino incluso aseguran encarnar valores superiores, de amor, unidad, solidaridad, por encima de los intentos por destronarles y parar la revolución bolivariana. Incluso en los dislates y desatinos al tomar el micrófono son similares. Y qué decir de su maniqueísmo: el venezolano está con ellos, o es un mercenario del nefasto Imperio Yanqui.

Así, la comparación entre una elección y otra es un lujo para los científicos sociales, que pocas veces tenemos la posibilidad de repetir un set de variables similares acaso con unas pocas diferencias cual si fuera un experimento para sacar conclusiones de él. Salvo la ausencia física de Chávez, ambas elecciones se parecen: mismo electorado, mismas plataformas, mismo discurso, misma economía, mismas instituciones electorales, sólo unos meses de distancia.

¿Cuál puede ser entonces la conclusión? ¿Acaso el ideal revolucionario está decayendo en Venezuela? Quince años de gobierno bolivariano, ¿están empezando a desgastarlo? Puede ser en parte, pero más que esto, yo destacaría el papel del líder que era Hugo Chávez, y del que ahora parece carecer el bolivarianimo venezolano. Salvo mejor opinión de ustedes, creo que la diferencia en el resultado de una elección y otra refleja con claridad el tamaño de la figura de Chávez, guste o no. En términos weberianos, creo que deja claro que el liderazgo de Chávez era en muy buena medida carismático más que racional. Si no, ¿por qué muchos ciudadanos no votaron a la misma plataforma que sólo unos meses antes?

Chávez lo tenía y Maduro no. El resultado electoral me lo sugiere. Y el que Maduro siga en sus discursos apelando a la memoria (y al espíritu) de Chávez me sugiere que pretende vivir de sus rentas. A ver hasta dónde le alcanza. Pero a la ‘Revolución Bolivariana’ le urge un líder carismático. Anúncienlo en los clasificados, a ver si les llega.

 

Carlos Leonhardt
Twitter: @leonhardtalv

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