El objetivo del artefacto es que el usuario lo pueda llevar en una silla de ruedas, armarlo, colocárselo y caminar sin otra ayuda.
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Cuando Michael Gore se pone de pie, representa un triunfo de la ciencia y la ingeniería. Hace once años, Gore quedó paralizado desde la cintura para abajo debido a un accidente de trabajo, pero aun así se levanta de su silla de ruedas y camina por la habitación con la ayuda de un robot portátil.
La tecnología tiene varios apodos. Los inventos son llamados “robot usables”, “piernas electrónicas” o “exoesqueletos impulsados”. Esta versión, llamada Indego, es uno entre varios productos en competencia que se usan y se prueban en hospitales de rehabilitación en Estados Unidos. No solamente son promisorios para personas como Gore, con lesiones espinales, sino también para quienes se recuperan de ataques de apoplejía o padecen esclerosis múltiple o parálisis cerebral.
A por lo menos un año de ser lanzado al mercado, el Indego, de 12 kilogramos (27 liras), es el más liviano de los exoesqueletos impulsados. Se arma con piezas que caben en una mochila. El objetivo es que el usuario lo pueda llevar en una silla de ruedas, armarlo, colocárselo y caminar sin otra ayuda. Ninguno de los productos ha sido aprobado todavía por los reguladores federales para uso personal, lo que significa que deben ser usados bajo la supervisión de un terapeuta físico.
Gore, de 42 años y residente en Whiteville, Carolina del Norte, demostró el artefacto esta semana en la reunión de la Asociación Estadounidense de Lesiones Espinales en Chicago, donde caminó en un salón atestado ante la mirada de médicos y otros pacientes de lesiones espinales en sillas de ruedas.
Cuando se inclina hacia adelante, el artefacto da un primer paso. Cuando se ladea de un costado a otro, camina. Cuando Gore desea detenerse, se echa hacia atrás y las abrazaderas robot se detienen. Gore usa muletas para mantener el equilibrio. Una batería en la cadera alimenta los motores en las piernas robot.
“Poder hablar con usted cara a cara es un gran aliciente emocional”, dijo Gore a una reportera. “Poder caminar hacia usted y saludarla no parece gran cosa hasta que uno ya no puede hacerlo”.
El artefacto no reemplazará la silla de ruedas, que es más veloz. Ninguno de los robots portátiles es suficientemente rápido, por ejemplo, para que un paralítico cruce una calle antes de que cambie la luz del semáforo, dijo Arun Jayaraman, del Instituto de Rehabilitación de Chicago, que prueba varios artefactos similares.
“Ninguno de ellos incluye tecnología para prevenir caídas”, agregó Jayaraman. “Si la persona se cae, se puede lastimar mucho”. Agregó que los robots deben ser todavía más livianos y tener baterías de mayor duración.
Pero el experto agregó que los dispositivos podrían ayudar a prevenir las úlceras causadas por la presión de estar sentado demasiado tiempo en una silla de ruedas, mejorar el estado del corazón, desarrollar fuerza muscular, combatir la depresión y en definitiva reducir costos médicos manteniendo a los pacientes en mejor estado de salud como para no tener que hospitalizarse.
Compañías en California, Nueva Zelanda e Israel fabrican productos que compiten entre sí. El Indego fue inventado en la Universidad Vanderbilt en Nashville y puesto a prueba en el Centro Shepherd, un hospital de rehabilitación en Atlanta. Está licenciado a Parker Hannifin Corp., con sede en Cleveland, que fabrica productos de precisión como ruedas y frenos para aviones.
Al igual que muchos otros participantes en los estudios clínicos, Gore recibe un estipendio de la Universidad Vanderbilt por su participación.
Con información de: http://www.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/9047cde428df6c2aba38d3618f3898c6]]>