Kiev fue atacada durante la noche por docenas de drones rusos en un ataque que duró más de ocho horas, según informaron las autoridades locales. Este ataque forma parte de la ofensiva rusa que persiste en Ucrania tras casi 1.000 días de guerra.
Los drones rusos llegaron en solitario y en enjambres desde distintas direcciones y a diferentes altitudes, poniendo a prueba las defensas aéreas ucranianas y buscando generar pánico entre los habitantes de la capital. Aunque las fuerzas de defensa de Ucrania lograron neutralizar alrededor de 30 drones, los restos caídos de estos artefactos causaron daños a un hospital y a varios edificios residenciales, incluido un incendio en un apartamento ubicado en el piso 33 de un edificio de la ciudad. Al menos dos personas resultaron heridas debido a estos impactos.
El uso de drones por parte de Rusia se ha vuelto casi diario en Kiev, y las explosiones nocturnas junto al constante zumbido de los aparatos mantienen a la ciudad en alerta continua. Según el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, Rusia ha intensificado significativamente su uso de drones iraníes Shahed, enviando hasta diez veces más que el año pasado.
Mientras tanto, la ayuda internacional a Ucrania sigue siendo crucial para su resistencia, aunque la incertidumbre sobre el futuro de este apoyo se ha incrementado con la elección de Donald Trump como próximo presidente de EE. UU., quien ha cuestionado la asistencia a Ucrania.
Por su parte, Rusia continúa utilizando los drones como una estrategia para aterrorizar a la población civil y desgastar las defensas ucranianas, mientras guarda misiles más poderosos para ataques más destructivos. Según expertos, el uso prolongado de drones también busca debilitar gradualmente las defensas antiaéreas de Ucrania para preparar el terreno para futuros ataques con misiles.