Las personas que se enojan fácilmente y de manera continua, provocan en su organismo tensión, afectando su sistema inmunológico.
No sólo se trata de una frase que decían las abuelitas, realmente hoy se sabe que el enojo genera enfermedad en el cuerpo.
Las personas que se enojan fácilmente y de manera continua, provocan en su organismo tensión, afectando su sistema inmunológico.
Se sabe que las personas negativas que piensan y responden negativamente, son mucho más proclives a bloquear el sistema de defensas, propiciando enfermedades cardiovasculares o problemas arteriales severos.
Karla Buenrostro Díaz, psicóloga clínica especialista en Neurodesarrollo, explicó que el enojo la ira o el odio nos desnuda de las protecciones que nuestro propio cuerpo tiene, multiplicando el peligro de enfermedad.
Al estar enojados, el cuerpo se tensa, la sangre circula más lento, los músculos y articulaciones se engarrotan, se altera y rompe su equilibrio el sistema cardiovascular, hormonal y nervioso.
También hay una afectación en la presión arterial que se desequilibra y hay un aumento descontrolado en la frecuencia cardíaca y el efecto más inmediato es que la bilis se derrama dentro del cuerpo, la sangre se envía a la periferia dejando a órganos importantes sin sangre.
Si nos imaginamos que todos estos efectos suceden una, dos tres o hasta más veces al día, una semana, dos meses, 10 años, 40 años ¿Cómo podría sentirse el cuerpo después de estar sufriendo este desgaste severo interior?
Y a esto no se le ha agregado los síntomas que produce el miedo o la tensión, por ejemplo, que aunque son muy similares a los efectos del enojo, son muchas veces más acentuados.
“La ira y el miedo, por ejemplo, son dos de las emociones que generan prácticamente todos los males o afecciones de los que puede padecer un ser humano”, aseguró.
Ante las respuestas negativas el cuerpo libera sustancias que le son tóxicas como neurocorticoides o neuroesteroides, que promueven los accidentes vasculares o muchas otras cosas.
“Tenemos que grabar en nuestra memoria que el malhumor puede ser letal”, propuso.
Es como si estuviéramos cerca de un radiador de sustancias tóxicas, dijo, de la misma forma en que el amor se contagia, la bronca y la ira, también. Si una persona es iracunda, afecta a los que lo rodean. El ecosistema de una persona perturbada, hará que perturbe a los demás.
Por el contrario, el buen humor estimula la hipófisis y eso desencadena toda una serie de cuestiones que favorecen la salud. Las personas que son diabéticas o que tienen propensión a alguna forma de diabetes, y tienen malhumor, están doblemente expuestos.
“Si a eso le sumamos la moda nociva de consumir azúcares en casi todos los productos alimenticios, aumentan los niveles de ansiedad. Hoy los azúcares y carbohidratos deberían ser catalogados entre las nuevas adicciones”, refirió.
Pero el cuerpo no miente. El cuerpo refleja tarde o temprano todo lo que hemos sentido por dentro: si has estado tenso, por ejemplo, o has querido controlar frecuentemente las situaciones o a las personas, entonces lo más probable es que tus articulaciones, por ejemplo, padezcan de endurecimiento y dolor.
Si las emociones que predominan en tu vida son de incertidumbre o miedo, lo más seguro es que padezcas de gastritis o problemas del estómago o intestinales, o podría degenerar en problemas de vista o nerviosos.
“La decepción o desilusión, por otro lado, pueden degenerar en diabetes o lupus, o anemia e incluso infecciones severas”, alertó.
Fuente: Plano Informativo