El Padre Humberto levantó revuelo entre los creyentes católicos, pues para arrojar agua bendita utilizaba pistolas de juguete provocando que las celebraciones litúrgicas se llenaran de niños.
La Parroquia del Santísimo Cristo del Ojo de Agua, es la iglesia católica más antigua de la ciudad de Saltillo, fue construida en 1555, actualmente se encuentra ubicada en el barrio con mayor tradición y uno de los considerados de los más difíciles y conflictivos de la ciudad.
Por más de 30 años la parroquia estuvo dirigida por el Padre José Luis del Río, quien es además el exorcista de la ciudad.
En ese momento la feligresía solicitaba la permanencia del padre exorcista pues el trabajo pastoral que había realizado había marcado a los habitantes del sector.
Fue el 18 de noviembre del 2008 que al cumplir 75 años, presentó la renuncia como lo establece el Código de Derechos Canónico y el obispo Raúl Vera López le asignó una nueva rectoría pastoral.
Además aquellos que necesitaban de sus servicios para realizar el ritual de expulsión de demonios, podían acceder a él con facilidad por la cómoda ubicación de la parroquia, sin embargo la decisión de Vera fue irrevocable.
El obispo de la Diócesis de Saltillo, Raúl Vera designó al padre José Alvarado, conocido como el padre “Moy”, a esta parroquia, sin embargo su estancia duró solo 2 años.
Fue en el año 2010 que nuevamente hubo cambios en la parroquia del Ojo de Agua, Vera López llamó al presbítero Humberto Álvarez Saucedo, para encomendarle el barrio más difícil de la diócesis y lo impuso en esta parroquia.
El Padre Humberto llegó de la Parroquia San Buenaventura, del municipio de San Buenaventura, Coahuila, imponiendo nuevas formas de oficiar la misa e intentando atraer a niños y jóvenes del barrio para lograr cumplir en ellos su misión pastoral.
Desde un principio llamó la atención y levantó revuelo entre los creyentes católicos, pues la sotana que usa para oficiar las misas está cubierta con imágenes de superhéroes como Superman, Batman y Spiderman.
También la forma en arrojar agua bendita era tan innovadora y atractiva que las celebraciones litúrgicas comenzaron a llenarse de niños, pues solía utilizar pistolas de juguete, con el fin de dar la bendición a los más pequeños y de esta manera el agua llegaba a más personas.
Tanto el usar sotana, como el “echar” agua bendita con una pistola de juguete funcionó entre la población pues la iglesia siempre se abarrotaba cuando el Padre Humberto daba la misa los domingos, por lo que adquirió el apodo de “el sicario de la paz”.
Sin embargo esta no fue la única acción que implementó Álvarez Saucedo, pues además hizo adaptaciones al guión de la representación de la crucifixión de Cristo, el evento de mayor importancia para la parroquia, involucrando a más personas y aumentando la producción requerida para ello.
En la edición número 37 de la representación, realizada este mismo año, el sacerdote trajo desde roma las armaduras para los actores que interpretarían a los soldados romanos.
También logró la construcción de la capilla en honor al Papa Juan Pablo II, ubicada en la colonia Bellavista, al sur de la ciudad de Saltillo y a unas cuantas cuadras de la Parroquia del Ojo de Agua.
Implementó el programa de oración en el que puso a la venta botellas de agua emanada del ojito de la parroquia que bendecía y que tenían en la etiqueta “Hoy hago una oración por …”, tal como la campaña de una compañía refresquera.
Humberto Álvarez se ganó el cariño de los feligreses del Ojo de Agua por su sencillez
Otro de los programas que implemento fue el de “PerDONAS”, que consistía en adquirir donas comestibles para repartirlas entre las personas para promover el perdón, vendió más de 65 mil cajitas y lo recaudado se uso en el construcción de la iglesia en honor al Papa Juan Pablo.
Sin embargo esto no sólo le fue reconocido, pues también sufrió fuertes críticas por católicos conservadores, quienes vieron de mala manera las acciones que emprendió el sacerdote.
Humberto Álvarez se ganó el cariño de los feligreses del Ojo de Agua por su sencillez y su vocación de servicio.
Fuente: Milenio