En esta ocasión hemos tenido que hacer un largo viaje que ha culminado al inicio del viernes en que se publica esta columna, dentro de algunas horas más cuando amanezca tocará ir a hablar de la violencia de género junto a un entusiasta grupo de operadores de salud en el Estado. Nos encontramos en la huasteca potosina.
Si como yo, ha tenido la suerte de pertenecer a esta tierra sabrá de la experiencia de salir a carretera desde la capital, el sol seco del centro se despide de nosotros y las cactáceas van escaseando dando paso a una vegetación cada vez más exuberante, a una humedad que se torna niebla y lluvia, aun con los pueblos, con las pequeñas ciudades y las casas del camino en esta región persevera la naturaleza cada vez más amenazada eso sí, pero sobreviviente, como la gente que la habita. Por supuesto que no es el mismo San Luis encorsetado, pero sobre todo la noche que nos recibe, se mira desde acá como en ninguna otra parte, vasta, profundamente obscura, maravillosa.
Venir aquí no es ocioso de ninguna forma, sobre todo al considerar que el acceso a la justicia y el acceso a la salud son fundamentales para las mujeres que han sido víctimas de violencia, por lo tanto se requiere que la labor de quienes intervenimos en estas atenciones converja de manera eficaz y armónica, pero también que llegue a todo el territorio, porque el derecho a una vida libre de violencia debe ser accesible para cada mujer sin que la distancia con las grandes ciudades sea un obstáculo.
A este punto ya las representaciones de la violencia de género han sido analizadas por la Organización Mundial de la Salud como un grave problema de salud pública y una violación a los derechos humanos, gracias a eso este organismo internacional indica que alrededor de una de cada tres mujeres en el mundo ha sido víctima de violencia física y sexual de pareja o de violencia sexual por terceros en algún momento de su vida.
Y en los documentos especializados para dar respuesta a ello desde este sector inclusive se han identificado afecciones clínicas asociadas a la violencia como la depresión, los trastornos del sueño, la propensión al suicidio, las hemorragias, las lesiones traumáticas reiteradas, el consumo de alcohol y de sustancias psicotrópicas, los dolores crónicos etcétera.
Por fortuna para nuestro país también existen directrices específicas para la atención y canalización de las víctimas que se representan en regulaciones como la Norma Oficial Mexicana 046 y justo en ella se encuentra la notificación a la autoridad y la permanente necesidad de coordinación.
Precisamente, otros programas de intervención como los propuestos por ONU Mujeres identifican la atención esencial para las niñas y mujeres víctimas de violencia en el sector de salud, en el judicial y policial, así como en la proveeduría de servicios sociales reconociendo expresamente que para una mejor protección es necesario adoptar un enfoque multidisciplinario, cohesivo y transversal, reconociendo que la coordinación eficiente y el trabajo en equipo es mucho más eficaz que los esfuerzos aislados.
Eso sí, en esos criterios de intervención hay características que deben tomarse en cuenta para que podamos hablar de la calidad de los servicios de atención desde cualquier ámbito y entre ellos están la disponibilidad (servicios en cantidad y calidad suficientes para todas las víctimas con independencia de su lugar de residencia etc.) y la accesibilidad (que debe ser física, económica y lingüística). Por eso es fundamental contribuir a la preparación de las personas que directamente intervienen en los casos, los que se enteran de la violencia.
Así, justo en el punto en el que las grandes instituciones carecen de respuestas coherentes para combatir la violencia de género, allí en donde nos sentimos absolutamente hartas de la zona de confort de otros tanto como de la propia y ante unas dimensiones de la violencia de género que nos hacen partir desde la derrota, es en mi opinión mucho más esperanzador acudir a donde haga falta y echar una mano para fortalecer un conocimiento y una experiencia que ya existe. Porque las soluciones que nuestro Estado necesita para combatir la violencia están hacía dentro de si mismo. A más ver.
Claudia Almaguer
Twitter:@Almagzur