LONDRES.– Adorado por cientos de miles y respetado por todos, Roger Federer puso punto final a casi 25 años de una carrera tenística excepcional con un último partido junto a su gran rival y amigo Rafael Nadal, en la Laver Cup… que acabaron perdiendo.
Jugar con Rafa y tener aquí a todos estos grandes (jugadores), a todas estas leyendas… ¡gracias!”, dijo Federer tras el partido en un discurso interrumpido en varias ocasiones por las lágrimas de emoción.
Ya había admitido el jueves, en conferencia de prensa, que “no sé si podré gestionar todo esto” al ser preguntado si temía que la emoción le embargase en diferentes momentos clave de esta jornada única.
Ha sido un día maravilloso. Les he dicho a los chicos que estoy feliz, no triste”, añadió el suizo de 41 años en su discurso, con la presencia de sus padres, de su esposa Mirka y de sus cuatro hijos.
Con 157 finales en su carrera, 31 de ellas en Grand Slam (20 títulos), se podría haber pensado que Federer tenía suficiente experiencia para no ponerse tenso.
Pero el hecho de que ese miedo escénico no haya desaparecido nunca explica también la longevidad y el éxito de su carrera.
Realmente podía llegar cada vez y decir ‘espero ganar este torneo’ durante, no sé, 15 años o más. Eso ha sido un privilegio”, reconoció.
En este último encuentro con Nadal, que acabaron perdiendo ante los estadunidenses Jack Sock y Frances Tiafoe por 4-6, 7-6 (7/2) y 11-9, Federer revivió por última vez todas esas rutinas prepartido que amaba y odiaba a la vez.
Adoro atarme las zapatillas, prepararme, ponerme la cinta (alrededor de la cabeza), mirarme al espejo (preguntándose) ‘¿Está todo ok? ¿Estoy listo para esto? Ok, vamos’. Pero aunque realmente lo adoré, estoy contento de no tener que volver a hacerlo más”, explicó el suizo antes del partido.
También había recordado “las mariposas en el estómago, la espera durante toda una jornada, tomar el desayuno diciéndome que tenía otro gran partido por la noche y, oh, quedaban 15 horas de espera. Está bien, pero es estresante y las jornadas son interminables”.
La última de ellas fue seguramente la de ayer, cuando el último punto del partido decretó que el final de la cuerda del reloj suizo.
Excélsior