Cada año, millones de personas celebran la Semana Santa, pero pocas conocen por qué sus fechas varían tanto. A veces cae en marzo, otras en abril, y rara vez coincide con las del año anterior. La razón detrás de este fenómeno no es meramente religiosa: tiene su origen en la astronomía y en una tradición con más de 17 siglos de historia.
¿Qué determina la fecha?
A diferencia de otras festividades con fecha fija, Semana Santa se rige por el calendario lunar, no por el calendario solar (el que usamos cotidianamente). Según la Enciclopedia Católica y datos de la NASA, la regla es la siguiente:
El Domingo de Resurrección se celebra el primer domingo después de la primera luna llena posterior al 21 de marzo, fecha cercana al equinoccio de primavera en el hemisferio norte.
Una vez definida la fecha de Pascua, se cuentan los días hacia atrás para fijar el resto de las fechas litúrgicas: el Domingo de Ramos, Jueves Santo, Viernes Santo y el inicio de la Cuaresma, que arranca 40 días antes del Domingo de Resurrección (sin contar domingos).
Un sistema que nace en el siglo IV
Este método fue establecido durante el Concilio de Nicea en el año 325 d.C., cuando la Iglesia buscó unificar las celebraciones cristianas y evitar que cada comunidad celebrara la Pascua en fechas distintas.
¿Cuáles son los límites de la Semana Santa?
Con base en este sistema, la Semana Santa puede celebrarse entre el 22 de marzo y el 25 de abril, dependiendo del ciclo lunar.
Por ejemplo, en 2025, el Domingo de Pascua cayó el 20 de abril, una de las fechas más tardías posibles, ya que la primera luna llena posterior al 21 de marzo ocurrió el 13 de abril.
Un calendario lunisolar con siglos de precisión
La astrónoma Carolina Martínez, del Instituto de Astronomía de la UNAM, explica que el calendario litúrgico es lunisolar, es decir, combina los movimientos del sol y la luna, como lo hacía el antiguo calendario judío.
Aunque pueda parecer complejo, es un sistema matemáticamente preciso y que ha perdurado durante más de 17 siglos.