SER O PARECER

Hace unos días, durante mi caminata matutina, encontré a una familia que estaba vacacionando con sus dos hijas adolescentes. Miraban un río y una parte muy hermosa de la ciudad.

Una de las hijas le pidió a su madre que le tomara una fotografía, y la vi repetirla más de quince veces. El padre, algo impaciente, intervino porque quería seguir caminando y comentó que le gustaría ir a tomar un café. Una de las niñas se molestó con él, que debía esperar, y la situación terminó causando una pequeña riña familiar de la cual los que pasábamos por el lugar fuimos testigos. He de confesar que me quedé observando la escena por varios minutos.

La adolescente no se movía; no quería irse hasta lograr la foto perfecta. Y después, lógicamente, pensaba usar filtros: quitar personas que pasaban, cambiar el color del agua del río —porque decía que le parecía demasiado oscura—.

Entonces, continué mi camino y recordé una noticia que había leído recientemente y me estremeció: una niña de 14 años había muerto después de complicaciones por una cirugía de implantes mamarios. Me pregunté: ¿qué médico accede a operar estéticamente a una menor?, ¿qué madre acepta que su hija quiera cambiar su físico a tan corta edad?, ¿hasta qué punto somos o queremos ser algo que realmente no somos?

Entiendo la importancia de las redes sociales y de la tecnología en nuestra vida cotidiana. Pero parece que vivimos en un mundo donde buscamos parecer más que ser, donde mostrar un reflejo idealizado de nosotros mismos se ha vuelto más importante que vivir experiencias reales.

Esto no solo afecta a los adolescentes; lo vemos en todas las edades, profesiones y ámbitos de la vida: actores, cantantes, blogueros o influencers, incluso políticos… todos construyendo imágenes que muchas veces no corresponden con lo que verdaderamente son.

En la gran mayoría de los países, los adolescentes usan redes sociales de manera cotidiana. Muchas veces buscan allí validación, compañía o simplemente pertenecer a un grupo. No es casualidad que los expertos en salud mental alerten sobre cómo esta constante exposición a ideales ajenos puede generar ansiedad, frustración y sensación de insuficiencia. No se trata solo de estética: es la presión de vivir a través de la mirada de otros.

Volviendo a la escena frente al río y al terrible fallecimiento de la niña: la adolescente que no quería moverse hasta obtener la foto perfecta no buscaba solo un recuerdo, la chica que quería tener un busto mas grande, no quería seguramente verse bien a esa edad.  Buscaban validación. Pretendán encajar en un ideal que probablemente ni siquiera existe. Y en ese camino, corremos el riesgo de olvidar quiénes somos, de perder nuestra esencia en la búsqueda de parecer.

Si vivimos toda la vida intentando parecer y no ser, nunca conoceremos la libertad que trae la autenticidad. Los filtros pueden suavizar una imagen, pero nunca reemplazarán la verdad de lo vivido, la emoción genuina, la experiencia auténtica.

En algún momento de reflexión y tranquilidad, como ejercicio de salud emocional, pregúntate:
¿Estoy siendo, viviendo para mí, en mi realidad y buscando mi felicidad?
¿O busco parecer, aparentar y encajar en estándares que me alejan de mi paz interior?

Gracias por su lectura, nos leemos en redes.

Marianela Villanueva P.

FB: Marianela Villanueva
IG: @marianelavipo
X: @mnelav

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