El Radar, el editorial de Antena.
SERRATO, EL NEFASTO TRAIDOR.
La ruta del traidor es narrativa histórica de personajes notables por su capacidad para engañar, para faltar a su lealtad, fidelidad o deber hacia una persona, grupo, organización o país. Los traidores suelen llevar a cabo acciones que perjudican a sus supuestos aliados, a menudo en beneficio propio, por diferencias ideológicas o por coacción.
Por otra parte la palabra nefasto tiene en su origen etimológico el vocablo latín nefastus formado por ne que significa “no” y fastus “día en que se puede administrar justicia”, en Roma se llamaban días fastos aquellos donde se podían hacer negocios públicos y dónde era permitido hacer justicia, mientras que los días nefasti eran los días en los que no se permitían hacer negocios, ni justicia, o servían para rememorar una tragedia o un acontecimiento desagradable.
Definir a Leonel Serrato como un “traidor nefasto” no es una exageración, ni un insulto, es una aproximación lingüística detallista, solo eso.
Aquí hemos definido su historia de bravatas: de cómo se hizo del lado de Sánchez Unzueta para servir de peón en el entierro del Navismo que aún jura defender, de cómo se convirtió en un comentarista político con etiqueta en oferta, de cómo jugaba en la putrefacta ambivalencia de venderse como chairo viviendo como fifí. De cómo se untaba auto odas de de escalamiento social al “preciarse” de ser amigo íntimo de magnates e inclusive fungir como “asesor” político sellador de bloques y cuña polivalente de acuerdos impresentables.
Acusó en su momento con su “rampante” calidad moral al hoy Gobernador Gallardo de ser un criminal sin nunca presentar pruebas ante el ministerio público, ni ante nadie, combatió con sus viperinos ataques al movimiento Gallardista en 2018 y después se cobijó en una evidente cortina de humo de una presunta relación con el Presidente López Obrador que no es más que anecdótica, pero es tan flojo el Movimiento de Regeneración Nacional como partido y sus militantes y “figuras” tan alevosamente mediocres que el colmillo retorcido de Serrato volvió a imponerse para hincarle su filo al jugoso paquete de programas sociales, multimillonarios y aún, inexplicablemente opacos.
Reventó la liga con sus antiguos impulsores y hasta mecenas, como el notario Eduardo Martínez Benavente “Guacho” y convirtió sus apariciones públicas en farsas tragicómicas de un pequeño hombre despojado de la seguridad y absolutamente necesitado de atención. Su vida privada es privada, pero su lengua ha sido tan pública, que su “cola” ha dejado vestigios de serpentear entre el presupuesto federal de programas sociales y su ahora “asesoría” a taxistas embravecidos contra la dependencia estatal que manejó con pésimo desempeño.
Nadie podía esperar que su lengua supiera combinar la belicidad con el “lamesuelismo” y logró “hacer olvidar” a Gallardo sus antiguas afrentas y negoció ir juntos en los comicios del 2021 donde por segunda ocasión perdió la capital ahora con el membrete del partido Verde a quien también mucho tiempo criticó acremente.
Sorpresivamente Serrato logró un escaño en el gabinete Gallardista y se convirtió en un alfil de poca monta pero de alta intensidad, acostumbrado a subirse a un banquito para sentir un poco de poder, Serrato inundó la nómina de la S.C.T. de favores y presuntos aliados, fastidió otra vez a mujeres, hombres, periodistas y burócratas en la complicadísima tarea de lidiar con su insoportable personalidad. Su mal desempeño y protagonismo desatado lo pusieron en la picota y estuvo a milímetros de sufrir un despido humillante y varias veces lo sorteó. Leonel se hincó ante el Secretario General de Gobierno Guadalupe Torres quien ejecuta la política interna del Gobernador Gallardo y suplicó piedad para no dejar el cargo y en su histrionismo lo pospuso.
Al dejar finalmente el cargo, se metió una vez más en las barbas de Gabino Morales Mendoza, delegado de la Secretaría del Bienestar, avasallando a empeñones a quienes sí se mantuvieron a su lado durante el último tiempo.Gabino, solitario gerente de la 4T en el estado, acitronado por su ideología pura, su militancia doctrinaria y también con el poder que le concede la cartera abierta y sin filtros ni consideraciones necesitaba a un “aliado” de otro nivel que le metiera a otro ríctus político y público, con el que se convirtiera en el poderoso patiño y lo logró.
Leonel contumáz arengador de vacuidades encontró otra vez gasolina para llenar su tanque de traiciones y volver a disparar contra quien fue su aliado, su jefe y por momentos también su amigo…
El Gobernador le contestó a bote pronto con una lapidaria frase que también le define:
“Nosotros nos vamos a seguir manteniendo respetuosos, de mí no van a recibir una ofensa y no van a recibir más que bendiciones, que haya un loco y no dos en la contienda”, dijo el Ricardo Gallardo Cardona.
Hoy el siguiente en la lista de traiciones es evidentemente Gabino, quien por más programas cómicos comparta con el Notario convertido en pajarraco de las tempestades, no va a poder evitar que la fábula del escorpión y la rana sucedan. La naturaleza se impone y Leonel es un nefasto traidor, su historia personal no deja duda y la pública no le otorga redención.
La ruta del traidor implica necesariamente engaño, los traidores suelen simular ante quienes les rodean aparentando lealtad mientras trabajan en secreto en contra de sus aparentes aliados. También someten a sus traicionados a doble juego, el cambio de bando puede pasar en varias ocasiones y confunde, siempre. El chantaje juega siempre en su chistera, la coacción que intimida y la amenaza que se gana de la cercanía íntima. La manipulación de información sensible (como seguramente serán los millones sin rastro de los programas sociales) y de necesidades políticas y de exhibición pública en tiempos de las redes sociales son un factor absolutamente a observar.