Por Jesús Aguilar
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La extradición de 29 líderes y capos del narcotráfico mexicano a Estados Unidos, incluyendo figuras emblemáticas como Rafael Caro Quintero y los hermanos Treviño Morales, marca un hito sin precedentes en la colaboración bilateral en materia de seguridad. Esta acción, anunciada el 27 de febrero de 2025, coincide estratégicamente con la primera reunión entre los gabinetes de ambos países, subrayando la determinación conjunta de combatir el crimen organizado transnacional.
Expertos en seguridad y académicos han analizado las implicaciones de este movimiento. El Dr. José Antonio Crespo, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), señala que “esta extradición masiva refleja una voluntad política renovada por parte de México para enfrentar el narcotráfico de manera más efectiva, alineándose con las demandas de cooperación de Estados Unidos”.
Por su parte, la Dra. Ana María Salazar, especialista en seguridad nacional, destaca que “la entrega de figuras tan prominentes envía un mensaje claro a las organizaciones criminales sobre la intolerancia hacia sus actividades y la disposición de ambos gobiernos para actuar conjuntamente”.
Las reacciones en ambos territorios son variadas. En Estados Unidos, funcionarios como la Fiscal General Pamela Bondi han elogiado la medida, calificándola como un avance significativo en la persecución de delitos relacionados con el narcotráfico.
En México, la presidenta Claudia Sheinbaum ha manifestado su optimismo respecto a que esta acción contribuya a frenar la imposición de aranceles del 25% a productos mexicanos, previamente anunciados por el presidente Donald Trump. Sheinbaum expresó: “Espero que podamos llegar a un acuerdo que beneficie a ambas naciones y fortalezca nuestra cooperación en seguridad y comercio”.
La extradición también ha suscitado debates sobre la soberanía y el sistema judicial mexicano. El caso de Ismael “El Mayo” Zambada, quien desde prisión ha solicitado su repatriación alegando violaciones a sus derechos humanos y procedimientos ilegales en su captura, ejemplifica las complejidades legales y diplomáticas inherentes a estas acciones.
Este evento representa un cambio paradigmático en la estrategia de combate al narcotráfico en México. La colaboración estrecha y la disposición para extraditar a criminales de alto perfil indican una transición hacia enfoques más integrados y coordinados entre ambos países. Sin embargo, académicos como el Dr. Ernesto Castañeda advierten que “si bien estas acciones son pasos en la dirección correcta, es esencial abordar las raíces socioeconómicas que alimentan el narcotráfico para lograr soluciones sostenibles”.
Las cabezas son sustituibles, pero un cambio radical en la política de cooperación y acciones decididas para desmantelar el poder y demostrar que el estado mexicanos sigue siendo más fuerte que cualquier organización criminal es lo más importante en este momento.
Esta histórica extradición de 29 narcotraficantes simboliza un fortalecimiento en la cooperación entre México y Estados Unidos en la lucha contra el crimen organizado. Aunque se anticipan desafíos y debates en torno a la soberanía y los procedimientos legales, este movimiento podría redefinir las dinámicas de seguridad y justicia en la región, estableciendo un precedente para futuras acciones conjuntas.