Nicolás Maduro juró este viernes como presidente de Venezuela para un tercer mandato consecutivo, en medio de un panorama marcado por denuncias de fraude electoral, creciente aislamiento internacional y un fuerte respaldo por parte de las fuerzas armadas y los poderes del Estado.
La ceremonia de investidura estuvo rodeada de tensiones políticas. Apenas un día antes, una marcha opositora liderada por María Corina Machado terminó con la denuncia de un breve arresto de la dirigente, acusación que el gobierno desestimó calificándola como un “invento”.
Mientras tanto, el plan del líder opositor Edmundo González Urrutia de asumir el cargo en un movimiento simbólico parece cada vez más inviable, debilitando los esfuerzos de la oposición para generar una alternativa política inmediata.
Desafíos en el horizonte
A pesar del respaldo de los militares, Maduro enfrenta un escenario interno complicado, con una economía severamente deteriorada y niveles históricos de migración. En el plano internacional, la investidura ha intensificado el aislamiento del régimen, ya que varios países y organismos multilaterales han expresado su rechazo al proceso electoral que lo llevó a este tercer mandato.
En su discurso, Maduro llamó a la unidad nacional y prometió continuar las políticas de la llamada Revolución Bolivariana, aunque no abordó las crecientes críticas ni la situación de los derechos humanos en el país.
