Mientras en la Capilla Sixtina todo se alista para el inicio del cónclave, también crecen las especulaciones fuera del Vaticano sobre quién podría convertirse en el nuevo papa. Como siempre ocurre en estos procesos, surgen rumores, tensiones y juegos de poder entre facciones. Esta vez no es diferente. Incluso, se llegó a decir que uno de los favoritos, el cardenal Pietro Parolin, había tenido problemas de salud, pero el portavoz Matteo Bruni negó esa versión tajantemente.
El sábado se compartieron imágenes que muestran los preparativos dentro de la Capilla Sixtina. En ellas se ve a los trabajadores instalando la famosa estufa donde se quemarán las papeletas tras cada votación, así como mesas de madera y una rampa para los cardenales que puedan requerir silla de ruedas. Además, se colocó un falso suelo para nivelar el terreno del recinto decorado con frescos.
La mañana del miércoles marcará el inicio oficial del cónclave con una misa en la Basílica de San Pedro, presidida por el cardenal Giovanni Battista Re. Después de esta celebración religiosa, los cardenales procesionarán a la Capilla Sixtina, donde escucharán una meditación, harán un juramento y, por la tarde, realizarán la primera votación. Si ningún candidato consigue los 89 votos necesarios (dos tercios del total), se emitirá humo negro desde la chimenea, señal de que aún no hay nuevo papa.
Todos los cardenales electores deberán haberse instalado en el hotel Domus Santa Marta o en otra residencia del Vaticano entre la noche del martes y la mañana del miércoles. Desde ese momento, comenzarán su aislamiento para evitar influencias externas. Este protocolo garantiza la privacidad de sus discusiones y decisiones.
Con el fallecimiento del papa Francisco el pasado 21 de abril, los preparativos del cónclave han tomado ritmo acelerado. Él fue el primer papa latinoamericano y su elección en 2013 también estuvo rodeada de rumores. Uno de ellos afirmaba que solo tenía un pulmón, a lo que él respondió que en su juventud le habían removido solo una parte del pulmón, no todo.
Además de la estufa, también se instalaron medidas especiales para asegurar el aislamiento del cónclave. El ingeniero Silvio Screpanti explicó que se están desactivando sensores electrónicos colocados anteriormente para proteger las pinturas, y se cerrarán las ventanas que dan al lugar para evitar cualquier posible fuga de información. También se colocarán alrededor de 80 sellos que delimitan la zona donde se moverán los cardenales.
El cardenal William Goh, de Singapur, dijo que aunque los cardenales sienten la responsabilidad de elegir al nuevo líder de la Iglesia, aún no se sienten listos. Afirmó que es necesario más tiempo de oración en grupo y que confían en que, en el momento indicado, descubrirán al papa que Dios ya tiene elegido.
El viernes también se observó a bomberos trabajando en el techo de la Capilla Sixtina, colocando la chimenea por donde saldrá el humo blanco o negro, dependiendo del resultado de cada votación. Este es uno de los símbolos más esperados por los católicos del mundo durante la elección papal.
El cardenal Jean-Paul Vesco, de Argelia, compartió la misma postura: es una elección que requiere mucha reflexión y espiritualidad. Mientras tanto, en el interior del Vaticano, las reuniones privadas entre cardenales continúan para discutir el rumbo que debe tomar la Iglesia y el perfil ideal del nuevo pontífice.
Por razones de salud, dos cardenales electores no participarán en el cónclave: Antonio Cañizares Llovera, de España, y John Njue, de Kenia. Esto reduce el número de votantes a 133, aunque aún se espera la llegada de otros cuatro a Roma.
Estas medidas muestran la seriedad y tradición con la que se organiza uno de los eventos más importantes del catolicismo: la elección del sucesor de San Pedro.