La palabra “gallego” seguirá estigmatizada en el diccionario de la RAE.
El gallego, que se ponga como se ponga no va a cesar de ser “tartamudo”, dejará al menos de ser “tonto” en octubre de 2014. A pesar de que en un principio la Real Academia Española aventuró la publicación de su nuevo diccionario, con la entrada “gallego” enmendada, para 2013, más adelante se postergó el magno evento y habrá que soportar la cruz año y medio más. Además, también en contra de lo que el entonces secretario de la institución, José Manuel Blecua,anunció en 2009 a este periódico, la Academia no cambiará ni una letra de su definición del gallego como lengua, a pesar de ser esta una vieja reivindicación del nacionalismo y de que varios colectivos pidieron que se revisase desde que vio la luz la anterior edición de los tomos (la 22ª, en 2001).
Ni la explicación del término les parecía tan completa como las de catalán y vasco o euskera, ni les gustaba la posición que la acepciónreferida al idioma ocupaba en el diccionario, justo a continuación de “tonto” y de “tartamudo”. Podría llegarse a pensar, sugería Garipano (una asociación fundada en Santiago para luchar contra la “injusticia” de la RAE) que “gallego”, definido como “lengua de los gallegos”, era también “lengua de los tontos” o “de los tartamudos”.
Catalán es la “lengua romance vernácula que se habla en Cataluña y en otros dominios de la antigua Corona de Aragón”. Vasco, o euskera, la “lengua hablada por parte de los naturales del País Vasco español, francés y de la comunidad de Navarra”. Pero puestos a no escatimar, la RAE toma aliento y define a continuación “euskera batúa”: “Lengua vasca unificada, basada en el dialecto guipuzcoano con incorporaciones de otros dialectos vascos”. Pero “gallego” es simple y llanamente “lengua de los gallegos” y así seguirá siendo, según confirma un portavoz oficial de la institución tras consultar con el actual secretario, el vilalbés Darío Villanueva. Además, al retirarse el significado de “tonto, falto de entendimiento o razón”, la definición del idioma adelantará un puesto y pasará a ocupar la sexta posición en el ranking de importancia de las acepciones de “gallego”, pero seguirá figurando detrás de “tartamudo”.
Queda, al menos, el consuelo de que en la próxima edición, salvo cambios de última hora, se esfumará la expresión, recogida por el diccionario ya en 2014, de “mesa gallega” o “mesa de gallegos”. Ahora, esta fórmula que ya ha desaparecido del artículo enmendado por la RAE en versión web, quiere decir “aquella en la que falta el pan de trigo” o, precedida del verbo hacer, “llevarse todo el dinero del contrario en el juego”.
Gallego como “tonto”, de uso residual y trasnochado en Costa Rica, se elimina porque los académicos del país centroamericano no hallaron documentos escritos que recogiesen la palabra con este significado. Respecto a “tartamudo”, un académico de El Salvador (la nación a la que se le atribuye este uso) escribió en 2006 a la RAE defendiendo que la mayoría de los salvadoreños desconocían esa acepción. No obstante, la Academia se resiste a retirarla, aunque explica, en un renglón anterior, que el nombre “gallego” en Latinoamérica, se refiere a todos los españoles.
Hay que reconocerle a Cela el mérito de haber borrado de la faz del diccionario otro triste uso del gentilicio, el de “mozo de cuerda”, que se coló el año fatídico de 1936 con un significado equivalente a “esclavo”. Aparte de esto, del maltrato reiterado y a conciencia que ha sufrido el término referido a los naturales de Galicia desde tiempos del Diccionario de Autoridades, allá por 1734, la palabra tiene sentidos infinitamente más evocadores que los que pueda ostentar cualquier otro pueblo de España. “Viento cauro o noroeste”, “lagartija de río que nada muy rápido”, “libélula”, “ave palmípeda parecida a la gaviota”, “dispositivo que aplana y nivela la caña de azúcar antes de ser molida”. Además, junto a las nutritivas expresiones caldo gallego y nabo gallego, en el venidero diccionario de la RAE sobrevivirá la “trompa gallega”, también conocida, según la institución española, como glamurosa “trompa de París”. Es nada más y nada menos que el birimbao.
Con información de: http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/04/17/galicia/1366213480_221447.html