Estela Ambriz Delgado
El tráfico de especies de flora y fauna es un delito contra el medio ambiente que pasa un poco inadvertido en el estado, entre las frecuentes y múltiples acciones que dañan los ecosistemas; sin embargo, es un fenómeno que se suscita desde hace más de 40 años y, por tanto, ha sido de difícil erradicación.
En entrevista, la doctora en criminología ambiental Carla Monroy Ojeda habló sobre diversos delitos ambientales que se cometen en la entidad y destacó el tema del tráfico de especies con el caso emblemático de Charco Cercado en el municipio de Guadalcázar.
Explicó que, en general, los delitos ambientales son muy complejos porque no hay una claridad de lo que constituyen estos ilícitos contra el medio ambiente, siendo que en el Código Penal, el título que corresponde a la definición de estos es de gran amplitud, por lo que caer en algún tipo de daño, delito o alguna falta administrativa sería relativamente fácil.
Indicó que en el estado existen diversos casos y, como ejemplo, abordó el del tráfico de especies que se desarrolla en la localidad de Charco Cercado, donde, aproximadamente en el kilómetro 98 sobre la Carretera 57, se pueden observar los puestos de venta de flora y fauna silvestre. Este es un fenómeno arraigado desde hace más de 40 años, por lo que se dificulta su erradicación.
Monroy Ojeda señaló es muy complicado erradicarlo, porque habla de un mayor grado de complicidad, y de redes entrelazadas, es decir, no sólo una persona comete el delito, sino que hay diversos actores y eventos unidos para cometer el ilícito, en este sentido apuntó que el tráfico de especies debería ser un delito federal.
Este trae serias consecuencias al ecosistema, que comprende todas las formas de vida, incluyendo la humana, y aunque hace alrededor de 15 años se logró erradicar relativamente, se observa un resurgimiento de la presencia de estos puestos.
La experta consideró que lo más probable es que la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) ya los tenga ubicados, pero es necesario que se les desarticule “desde las entrañas”, porque no se trata sólo de llegar y decomisar o hasta quitar sus puestos, porque hay otros actores detrás que seguirán reincidiendo.
Por otro lado mencionó también hay mercados en la ciudad de San Luis Potosí, como el República, en donde también hay tráfico de especies y de vida silvestres, pues es un delito general realizado en México, dada la amplia biodiversidad con la que se cuenta.
En este sentido, hizo mención también de cómo el tráfico de especies impacta en la Huasteca Potosina, pues su misma riqueza en biodiversidad la ha convertido en un área vulnerable.
Al respecto estimó, se necesita un doble esfuerzo, porque socialmente todavía le cuesta trabajo a las personas asumir que no pueden comprar especies con las que no se convive normalmente, y que por lo tanto requieren un cuidado especial.
“En la Huasteca por esta biodiversidad de especies de flora y fauna, pues también se convierte en un punto de atención. Y en Guadalcázar, a pesar de que es un desierto, una zona árida, de la que pensaríamos que hay poca diversidad, pues sí la hay y está amenazada seriamente”.