“Tren Maya: ¿El Vehículo de ‘Nico’ hacia el Imperio Inmobiliario?”

DESTACADOS, La pluma desafiante

Del Volante al Imperio de Terrenos: La Asombrosa Transformación de “Nico”

Por: el rebelde incómodo.

En nuestro país, a veces vemos cómo algunas personas, una vez que están cerca de quienes tienen poder, empiezan a tener más dinero y a vivir de una forma muy lujosa rápidamente. Es lo que parece estar pasando con Nicolás Mollinedo Bastar, mejor conocido como “Nico”, un caso que nos recuerda otras historias de gente que aprovecha su cercanía con el poder para beneficiarse.

“Nico” empezó siendo el chofer y ayudando con la logística de Andrés Manuel López Obrador. Pero ahora, gracias a estar cerca de la presidencia, ha construido una red de contactos que le han ayudado a tener mucho poder en negocios que tienen que ver con proyectos del gobierno, como el tan esperado Tren Maya, una de las grandes obras que está llevando a cabo el gobierno actual, con la cual quiere terminar su gestión presidencial AMLO.

 Según una investigación llamada “ De Chofer a empresario 4T: La familia de “Nico” hará negocio con el tren maya revelada por la periodista Isabella González  a través del medio Latinus, los hijos de “Nico”, llamados Nicolás, Samuel e Isaac René, son dueños de un gran terreno cerca de la estación principal del Tren Maya en Tulum. Este terreno tiene un parque turístico y negocios, y no solo ya vale mucho dinero, sino que va a valer mucho más cuando terminen el Tren Maya, ya que va a traer muchos turistas y negocios a la zona. ( que casualidad que se encuentra en la vía que conecta Tulum con bacalar, una ruta privilegiada….)

La historia de “Nico” es un claro ejemplo de cómo algunas personas consiguen mucho poder y dinero de manera rápida al estar cerca de personas poderosas. Desde que era chofer hasta ahora, que parece ser un intermediario importante entre el gobierno y las empresas, “Nico” demuestra que este tipo de ascenso rápido sigue siendo común en la política de México.

Pero este rápido ascenso también nos hace preguntarnos si todo esto es legítimo. Mucha gente critica no solo cómo “Nico” y su familia han conseguido tanto dinero, sino también cómo otras personas cercanas a él han conseguido puestos importantes, como Rafael Marín Mollinedo, que ahora es embajador en la Organización Mundial del Comercio. ( Cabe destacar que anteriormente fracaso en la agencia nacional de aduanas )

“Nico” ahora frecuenta círculos muy exclusivos y está cerca de políticos y empresarios muy conocidos. Esto nos recuerda a todos los mexicanos lo que pasó con el proyecto del aeropuerto de Texcoco, cuando se decía que amigos de Peña Nieto se estaban beneficiando con terrenos cerca del proyecto. Ahora parece que algo similar está pasando, pero con gente cercana a AMLO y proyectos grandes del gobierno.

Nos tenemos que preguntar: ¿es este el cambio que se nos prometió? En un gobierno que dijo que iba a luchar contra la corrupción, historias como la de “Nico” son como manchas en una imagen que se suponía que representaría un cambio positivo en la política de México.

Al final, lo que está pasando con “Nico” no solo contradice las promesas de cambio, sino que también nos muestra que necesitamos que se controle más de cerca cómo las personas con poder político se relacionan con los negocios. La confianza de los mexicanos en el gobierno depende de que vean que realmente se está luchando contra la corrupción, no solo con palabras, sino con acciones claras y transparentes.


La trayectoria meteórica de “Nico” desde el volante hasta las esferas altas de influencia y negocios trascendentales pone de manifiesto una disonancia preocupante entre el discurso anticorrupción y la realidad tangible que observamos en nuestro país. Nos enfrentamos aquí no solo a una historia personal, sino a un síntoma de un sistema que parece no haber cambiado tanto como se nos prometió.

Esta es una llamada a la reflexión para cada ciudadano que anhela un México donde la integridad y la transparencia no sean solo promesas de campaña, sino una realidad palpable y diaria. Es menester que, como sociedad, exijamos rendición de cuentas, y no permitamos que la línea entre los negocios y el poder político se desdibuje hasta volverse indiscernible. Debemos abogar por una política en la que las oportunidades y el éxito provengan del mérito y no de las conexiones que uno tenga.

Que la historia de “Nico” sea una campana de alarma, un recordatorio de que nos corresponde a todos fomentar una cultura de legalidad y equidad. No podemos permitir que los vicios del pasado se repliquen en el presente, vistiendo ropajes nuevos pero albergando las mismas viejas tendencias.

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