La vida para Alfredo Adame parece un ring de box, en donde cada asalto representa una oportunidad para reafirmar su presencia, ya sea para bien o para mal.
El actor y conductor no esquiva conflictos, los enfrenta. Y lo hace con una confianza que roza la arrogancia, algo que, por algún motivo, fascina a todos en términos mediáticos.
“Un hater no es más que alguien que siempre quiso ser como yo, y nunca lo logrará. Así es como lo veo yo, venga de quien venga”, asegura.
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Adame comparte detalles sobre su vida poco antes de quedar completamente incomunicado por su participación en la cuarta temporada de ‘La casa de los famosos’, de Telemundo.
¿Cómo definiría a Alfredo Adame?
Un hombre decente, educado, trabajador, con valores, con principios, con escrúpulos, que fue el mejor esposo, el mejor proveedor, el mejor padre, un hombre auténtico. Yo no me ando por las ramas, ni le ando dando capotazos, no tengo compromisos con nadie, no tengo pretensiones para beneficiarme económicamente, en imagen o en cualquier sentido.
¿Y qué pasa con la imagen ante los demás?
No hay que hacer nada para cuidar mi imagen. Yo veo mi imagen prístina, lo que pasa es que a mí me tiras de golpe y sí te lo regreso; me insultas, y me ofendes, y te lo regreso. No tengo por qué andar cuidando mi imagen, ni tengo por qué andar dando impresiones de pureza o de que soy el santo, yo siempre soy un ser humano como cualquier otro, que respondo cuando tengo que responder. Es no dejarse.
¿Qué cambió en su vida que antes era el galán y ahora una persona tan mediática?
Es parte del show, en nada cambió, porque las señoras me siguen diciendo que les gusto mucho.
¿Recuerda su primera pelea?
No, bueno, tuve 50 mil peleas, desde la primaria, yo era alto y fui nadador. Entonces, los cuates del sexto año trataban de agandallarme, y pues les ponía unas madrizas. Tuve un muy desafortunado capítulo en mi vida: maté a un cuate de un golpe, lo mismo que le pasó a Pablo Lyle (actor sentenciado en EU por matar a una persona de un golpe). Era una fiesta de una colonia de gente muy rica y pues era yo un tipo muy bien parecido, y me pidieron mi teléfono, entonces al salir me dijeron “ahí viene el novio”. Y un cuate se dejó venir con la guardia abierta, le tiré un golpe recto directo a la barbilla. Tiempo después, me dijeron: “se murió el cuate al que le pegaste”. Era el hijo de un abogánster.
¿No tuvo problemas legales?
No, no denunciaron, no hicieron nada, y bueno, prácticamente fue en defensa propia.
¿Cómo le gustaría ser recordado?
Como un hombre de bien, decente, educado, trabajador, con valores, que vino a esta vida a hacer el bien. Y que también, pues, les puso sus cachetadas a esa bola de trepadores, nacos, mediocres. Esa gente que no sirve para nada, más que para andar jodiendo.
Foto: (Cuartoscuro)
El Gráfico