Mercedes Arcos, de 32 años, ha aceptado explicar su caso para dar “esperanza” a otras mujeres que ven peligrar su fertilidad a causa del tratamiento de una tumoración o de un cáncer. “Es la primera mujer en España (y segunda en el mundo) que ha podido dar a luz a un niño después de que le extirparan los ovarios”, han explicado los profesionales del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona que han participado en el procedimiento. Los médicos le extrajeron tejido ovárico sano antes de la operación, lo congelaron luego y se lo trasplantaron 10 años después, cuando ella quiso quedarse embarazada. En julio del año pasado nacía, por cesárea, Lucas, un niño rubio que esta mañana pasó buena parte de la presentación de su nacimiento dormido en brazos de su madre.
A Mercedes le diagnosticaron cuando tenía 21 años sendos tumores en los dos ovarios, lo que requirió que se los extirparan. Pero ni ella ni los médicos querían aceptar que la mujer se viese obligada a renunciar a tener hijos, por lo que decidieron extraer una parte de tejido ovárico sano, congelarlo y almacenarlo en el Banco de Sangre y Tejidos. Cuando, una década después, ella y su pareja quisieron alumbrar un bebé, los médicos recurrieron a ese tejido. “Realizamos unas incisiones a ambos lados del útero y llenamos esos bolsillos con el tejido ovárico descongelado”, ha explicado Justo Callejo, jefe clínico del Servicio de Ginecología y Obstetricia del hospital.
La técnica que emplearon los médicos no es nueva, aunque sí introdujeron una mejora: incorporar al tejido los denominados “factores de crecimiento”, preparados a partir de la sangre de Mercedes para favorecer la irrigación. “El tejido sufre mucho una vez implantado, está malnutrido. El objetivo es minimizar ese sufrimiento”, ha relatado Callejo. Mercedes tardó cuatro meses en recuperar los niveles hormonales normales y, al mes siguiente, tuvo su primera menstruación espontánea. Ya se podía iniciar el proceso de fecundación in vitro para obtener un embrión y transferirlo al útero.
La importancia del caso de Mercedes es que ofrece una importante vía para preservar la fertilidad en enfermas oncológicas a las que se les diagnostica un tumor maligno en cualquier órgano que las obliga a someterse a radioterapia o quimioterapia, dos tratamientos que resultan “tóxicos” para los ovarios y ponen en peligro la capacidad reproductiva de la mujer. Es una cuestión cuya relevancia va en aumento, ya que los tratamientos actuales han permitido aumentar la curación de las mujeres jóvenes y niñas que padecen un cáncer hasta un 80% de los casos. “Con esas tasas de curación, la calidad de vida pasa a ser una cuestión muy importante y, dentro de ella, la fertilidad”, ha ilustrado Callejo.
En esos casos de posible pérdida de fertilidad, los médicos tienen varias opciones: la congelación y almacenaje de ovocitos; de embriones o de tejido ovárico. La ventaja de la última opción (la de Mercedes) es que puede aplicarse en niñas y en adolescentes y en pacientes que necesitan una solución urgente puesto que van a ser sometidas inmediatamente a tratamiento oncológico. Además, no es necesario que la mujer tenga pareja y es un procedimiento compatible con el resto de opciones.
El procedimiento ya forma parte del protocolo del hospital y se ofrece a todas las mujeres jóvenes y niñas con cáncer. “La mayoría de los padres, por no decir todos, aceptan que la niña pase por quirófano para que le extraigan una parte del tejido ovárico y se pueda congelar”, ha relatado Jaume Mora, responsable de Oncología del centro. “Desde que entran por la puerta pensamos en preservarles la fertilidad”, ha abundado. El programa de Preservación de la Fertilidad del Sant Joan de Déu ha atendido a más de 250 mujeres de entre 6 y 38 años.
El primer niño nacido en el mundo de una madre sin ovarios se produjo solo unos meses antes del que hoy se ha presentado, en el año 2012, en Bélgica. Está publicado en una revista científica, al igual que el caso de Lucas. El médico responsable fue Jacques Donnez, quien en el año 2004 había realizado el primer autotrasplante de tejido ovárico del mundo. Este tipo de intervención la realizó por primera vez en España el hospital Peset de Valencia, en 2009.
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