La Verdad y el Camino
Por Aquiles Galán Solchaga
Se habla de una revolución en el Poder Judicial… pero ni Morelos habría redactado sus ‘Sentimientos de la Nación’ en 15 días y sin avisarle a nadie.”
Sin duda alguna la nueva reforma al poder judicial ha sido uno de los cambios mas ambiciosos en el México contemporáneo. Pero ¿Cuál fue el propósito de esta reforma? ¿En realidad era necesario un cambio? ¿Se cumplieron las expectativas? ¿Cuáles son los retos y oportunidades? y ¿Qué le espera a la nueva generación de jóvenes abogados?
Si no lo sabías, a nivel nacional de alrededor de 100 millones de personas que podían participar, solo el 13 % del padrón electoral participó en la elección del nuevo Poder Judicial. En San Luis Potosí, aunque hubo una de las participaciones más altas del país, apenas se superó el 20 % de la población en el estado, cifras proporcionadas por el INE.
En San Luis Potosí, como en muchos otros estados, la juventud quedó prácticamente fuera del proceso. No por apatía, sino por falta de condiciones para ejercer un voto consciente. No se supo manejar uno de los puntos más importantes; Adaptar el mensaje a quienes hoy —y mañana— van a convivir con las decisiones de este nuevo Poder Judicial.
Ahora que tal si hablamos del contexto ¿Cuál fue el propósito de esta reforma? Primero debemos entender que todo tipo de reforma, por naturaleza debe de realizar un cambio que contenga un impacto positivo en su contexto. En este caso, la idea de reformar al poder judicial no es mala, por lo contrario, se supone que elevaría la transparencia, la calidad de impartición de justicia y el nivel de competencia al igual que el compromiso con la sociedad; Pilar que incluso está plasmado en el articulo 39 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”.
Pero el resultado dista mucho de lo que debía ser este cambio. Uno de los puntos críticos más importantes es meramente el desarrollo e implementación tan precoz, ya lo decía el Dr. Garza Onofre, Juan Jesús “El simple hecho de proponer una modificación no significa que ésta funcione o que mejore de forma automática el órgano judicial en cuestión”. Aquí se habla de tener una estructura clara, una estrategia, planes y metas claros a seguir, donde su desarrollo no sea reactivo, sino más bien proactivo.
Esto nos lleva a debatir la siguiente pregunta ¿En realidad era necesario un cambio? La realidad es que sí. Existen aspectos útiles de los cuales, si pudiese sacarse provecho, como el nuevo “Órgano de administración judicial” y el nuevo “Tribunal de disciplina judicial” ya que tender hacia la especialización en la administración de justicia resulta un acierto.
La necesidad de contar con mejores prácticas de gobernanza judicial es a todas luces algo indispensable para la mejor estructuración del sistema, también hablamos de una oportunidad para romper con el monopolio de los cargos, posibilitando una competencia limpia, transparente y justa o la posibilidad de que toda persona o autoridad pueda interponer quejas o denuncias ante el Tribunal de Disciplina Judicial para investigar las conductas presuntamente ilícitas y sancionar a cualquier servidor público del Poder Judicial. Sin embargo, aquí también yacen los retos, la falta de estructura y definición de una agenda de trabajo clara, ponen en riesgo la autonomía del poder judicial y que se trastorne en el proceder del tiempo, con politización y corrupción dentro del poder poniéndose al servicio de intereses políticos, hará falta blindar estos vacíos con trabajo en conjunto, unión, transparencia y un sentido de justicia incorruptible.
¿Se cumplieron las expectativas? ¿Cuáles son los retos y oportunidades? Es muy temprano para brindar un veredicto, sin embargo, mi opinión es que el enfrentarnos a este cambio tan significativo para la estructura de nuestra nación y de una manera tan esporádica, ya da mucho de qué hablar. En mi opinión, no se cumplieron las expectativas, se debió realizar antes que nada una agenda solida de presentación, este cambio debió haberse debatido entre especialistas de la materia y generar juntos una reforma apta a las necesidades que exige hoy la ciudadanía. Hay que recordar que “la unión hace la fuerza”.
Ahora bien, el reto es claro, como transformar este cambio tan brusco a uno positivo, la respuesta yace en las nuevas generaciones de abogados, el incentivar, motivar, concientizar y trabajar en conjunto con los jóvenes, hablando concretamente de los estudiantes relacionados a este círculo, va a ser clave para un poder judicial y un sistema de justicia que se adapte a los cambios y necesidades de México.
Y llegamos con la pregunta final ¿Qué le espera a la nueva generación de jóvenes abogados? Hablando personalmente como un estudiante de la carrera de derecho, opino que viene un reto muy grande, adaptar el modelo educativo al nuevo cambio y como es que ahora los jóvenes se desempeñaran en este terreno desconocido, para empezar, no será tarea sencilla y la preparación de estas nuevas generaciones serán clave para trabajar con miras hacia el progreso. Pero también he de reconocer que se abren nuevos espacios y oportunidades de preparación al igual que un modelo en el que nosotros seremos los precursores, aquí será muy importante que la sociedad civil se una y luche por reclamar un derecho básico, una calidad de formación académica de nivel, cosa que hoy es escasa. Las cartas ahora están sobre la mesa, es un nuevo despertar para la estructura de la nación, es momento de unirnos como sociedad y luchar por lo correcto.
Es aquí donde debemos ser críticos: para empezar, si el gobierno quiere involucrar al pueblo, debe hablarle con claridad y transparencia. Si queremos una ciudadanía activa, necesitamos una ciudadanía informada. La juventud tiene todo el derecho —y la responsabilidad— de participar en decisiones que definirán el rumbo del país, pero para eso se requiere una estrategia de información, educación cívica y tiempo.
Lo que sí hubo fue prisa. Y la prisa, en la política, casi siempre es mala señal.Hoy, los jueces ya fueron elegidos. El modelo ya cambió. Pero queda pendiente una tarea urgente: recuperar el vínculo entre justicia y ciudadanía. Hacer de las reformas un ejercicio de construcción colectiva y no solo de trámite político. Que la siguiente generación no diga “no me afecta” cuando se hable de cambios a nuestro hogar (México), porque sí nos afecta… aunque no votemos por ello.
“Al final, cuando todo termine, lo único que importa es lo que hiciste” – Alejandro Magno. Ahora te pregunto ¿Qué legado quieres dejar?…
Aquiles Maximiliano Galán Solchaga, estudiante de Derecho y un joven convencido de que la política es la vía más poderosa para hacer el bien. Peleo por la justicia, la unión, la paz y el progreso.
Y creo que el cambio no es un discurso, es una decisión que vive en cada uno de nosotros.
Participo actualmente como líder de la Vanguardia Juvenil Agrarista de la Confederación Nacional Campesina, mi compromiso es con la sociedad y con una juventud que merece ser protagonista, no espectadora.
Creo en el poder transformador de las ideas cuando se sostienen con acción. Por eso, lucho también desde mi universidad, impulsando el perfil del joven líder con visión, carácter y conciencia. Mi meta es clara: convertirme en el abogado más grande de México y en un político de verdad, que deje un legado que hable por sí solo.
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