Por Aquiles Galán
La verdad y el camino
“Quien no conoce la historia está condenado a repetirla.” – Edmund Burke.
La historia de la educación siempre ha sido un conflicto de las sociedades. Cuando los gobiernos descuidan la educación, siembran crisis políticas y sociales que tarde o temprano estallan. Hoy, San Luis Potosí enfrenta ese mismo dilema: un gobierno que retiene recursos a la UASLP y una juventud que, entre la apatía y el miedo, guarda silencio.
Pero históricamente no es un hecho que no haya sucedido antes, en realidad es más común de lo que se cree y también algo que se olvida con mucha facilidad también, vamos a revisar algunos ejemplos como lo fueron:
- Chile, 1980s: durante la dictadura de Pinochet, las universidades públicas fueron asfixiadas presupuestalmente. El resultado fue el deterioro de la calidad académica y una generación entera de jóvenes marcada por la desigualdad educativa. Años después, ese desmantelamiento detonó las protestas estudiantiles más grandes de América Latina en 2011.
- México, 1999: la huelga de la UNAM nació de un intento de imponer cuotas y de la percepción de que el gobierno federal había abandonado a la educación pública. El paro duró casi un año y dejó claro que cuando los estudiantes se organizan, el poder político no puede ignorarlos.
- Argentina, 1918: la histórica Reforma Universitaria comenzó en Córdoba con estudiantes que se rebelaron contra la opacidad y la falta de autonomía en sus universidades. Ese movimiento se expandió por toda América Latina y sentó las bases de la educación moderna en la región.
En la universidad se habla poco de lo que debería ser un tema de interés primordial. Caminando y realizando entrevistas entre los pasillos de las Facultades, pregunté a los estudiantes sobre la deuda que el gobierno estatal mantiene con la UASLP, lo que encontré fue desinformación, apatía y hasta miedo a opinar. Y me pregunto: ¿cómo puede ser que la generación con el recurso así como el acceso de la información a su alcance y que debería ser la más crítica y consciente, acepte como normal que la educación pública esté a punto de colapsar?
El gobernador estatal asegura que “no hay deuda” con la universidad, pero la realidad es otra. De 2022 a la fecha, la UASLP ha dejado de recibir cerca de 700 millones de pesos que legalmente le corresponden. Solo en este 2025, la cifra ya roza los 180 millones. Para dimensionarlo: esos 180 millones equivalen a que a cada estudiante de nuevo ingreso este año el gobierno le debe más de 20 mil pesos. De esa es la magnitud del agujero que enfrenta la universidad, solo que multiplicado por miles de estudiantes, profesores y empleados.
¿Conclusión? El Estado convierte la educación en un rehén financiero.
Más que dinero: la deuda política y moral
El dinero es el síntoma, pero el fondo es la incongruencia. Un gobierno que presume “finanzas sanas” mientras adeuda a la universidad, al Ceepac y a las Pensiones del Estado, no solo falla en su obligación legal: también rompe con la confianza ciudadana.
La pregunta es incómoda pero necesaria: ¿qué pasa con una sociedad que tolera que el dinero de la educación se use como caja chica política?
Lo preocupante no es solo el adeudo: es la pasividad. La UASLP ha sido, históricamente, un motor de cambio en San Luis Potosí. Hoy, en lugar de ver estudiantes organizados y al frente de la defensa de su universidad, encontramos silencio.
La indiferencia nos está costando caro. Defender la universidad no es un asunto de partidos ni de rectoría: es un derecho básico para quienes estudiamos, para quienes trabajarán mañana y para las familias que sueñan con ver a sus hijos graduarse aquí.
El silencio no paga deudas. Si no exigimos hoy, mañana no habrá universidad que sostener. Y no se trata de gritar por gritar: se trata de informarnos, de cuestionar, de organizarnos y de recordar que la educación pública es un derecho.
“Si en Córdoba, en la UNAM o en Chile los jóvenes pudieron, ¿qué nos detiene en San Luis Potosí?”
Bonito día.