El experto de la UASLP, Fernando Díaz-Barriga, advirtió que es urgente que las autoridades estatales y federales rescaten el tiradero tóxico de Mexquitic, al que consideró un basurero químico sin control que pone en riesgo la salud y la seguridad de quienes viven en las zonas aledañas.
Existen tres pasos primordiales para el correcto manejo del confinamiento tóxico que existe en el municipio de Mexquitic y que lleva más de 30 años en el abandono, dijo el especialista del Centro de Investigación Aplicada en Ambiente y Salud (CIAAS) de la UASLP, Fernando Díaz-Barriga Martínez.
“Consiste en destapar primero cuidadosamente las celdas, porque entra oxígeno y si hay gases acumulados eso puede ser un elemento de riesgo a la hora de destaparlas; después analizar químicamente los lixiviados para ver qué tipo de compuestos se están formando”, dijo.
Expresó que una vez analizados, como tercer paso, se requeriría analizar mediante pozos de monitoreo en el interior del confinamiento si esos lixiviados han migrado hacia el subsuelo para determinar si podrían haber contaminado algún acuífero.
El especialista refirió que no se ha detectado hasta el momento contaminación en los alrededores del confinamiento por parte de la UASLP, puesto que al tratarse de una propiedad privada ellos no pueden acceder fácilmente a corroborar los niveles de contaminación en el lugar.
“No tenemos ninguna autoridad para analizar en el interior del confinamiento, además de que no contamos con el equipo idóneo para destapar las celdas y analizar los lixiviados, eso solo lo pueden hacer empresas muy especializadas”, refirió.
Ese confinamiento tiene más de 30 años en el abandono, sin ser verificado y, sobre todo, en la incertidumbre con respecto a los contenidos y compuestos químicos que pueden estar interactuando en el interior del mismo.
“Cerró en los ochentas, pero ahí lo importante es que como fue el primero en su tipo en el país, bajo las normas de hace 30 años, urge evaluarlo, máxime que paulatinamente se va a ir urbanizando esa zona”, dijo.
Explicó además que de determinarse tras la apertura del confinamiento si el acuífero está o no contaminado, se debería delimitar el riesgo que se corre si habitan personas ahí.
Añadió además que por los años que tiene cerrado, las celdas naturalmente generan un desgaste, por lo que es probable que los contenidos hayan pasado al subsuelo.
“No se tiene conocimiento ni de qué se almacenó, es auténticamente un basurero químico, no es un confinamiento controlado; el costo puede ser muy alto pero eso habría que hacer”, finalizó.
EL EXPRÉS