La maternidad en la niñez es un reto relacionado con el embarazo adolescente y es una grave limitante para el desarrollo de nuestro entorno, porque cuando una niña queda embarazada su presente y su futuro cambian radicalmente, y difícilmente es para bien, porque puede truncar su educación, sufrir el riesgo de que sus perspectivas de trabajo se desvanezcan y se multiplica su vulnerabilidad frente a la pobreza, la exclusión y la dependencia, señaló María Teresa Galicia Saldaña, Secretaria Técnica del Consejo Estatal de Población.
Agregó que prevenir el embarazo adolescente mediante medidas orientadas a modificar el comportamiento de las niñas, implica la creencia de que éstas son responsables de prevenir el embarazo y la presunción de que si quedan embarazadas es porque ellas están en falta.
Esta situación requiere de una nueva forma de pensar frente al desafío que representa el embarazo adolescente, y que implica, concluir que las niñas no son el problema y por lo tanto, pretender cambiar su comportamiento como solución, no lo resuelve.
Dijo que debemos entender desde los gobiernos, las comunidades, la familia y la escuela, que los verdaderos desafíos son la pobreza, la desigualdad de género, la discriminación, la falta de acceso a los servicios y las opiniones negativas sobre las niñas y las adolescentes, y que la búsqueda de justicia social, el desarrollo equitativo y la ampliación de los medios de acción de las niñas son el verdadero camino para reducir los embarazos en adolescentes.
Galicia Saldaña comenta que entre los riesgos más graves que enfrentan las niñas y adolescentes menores de 18 años, a partir del hecho de que son las más vulnerables y las que tienen mayores riesgos de sufrir complicaciones por motivo de embarazo y el parto, está la muerte materna.
En San Luis Potosí, la Tasa Específica de Fecundidad de las adolescentes por cada 1000 niñas y adolescente entre los 10 y 18 años de edad, es de 63.7 para 2015 que comparada a nivel nacional es de 87 nacimiento por cada 1000 adolescentes, cifras por encima de los países desarrollados que registran una tasa de fecundidad de 24 nacimientos por cada 1000 adolescentes.
Por último señaló que las instituciones de salud, de educación, y desarrollo, deben incluir a las adolescentes entre sus prioridades, ya que en la mayoría de los casos de embarazos estas niñas se encuentran en matrimonios forzados, y no pueden asistir a la escuela, ni acceder a los servicios de salud sexual y reproductiva, corriendo riesgos importantes para su salud y bienestar.
Fuente: Heraldo