Jorge Rafael Videla, amo de la vida y de la muerte desde que instauró la última dictadura en Argentina, el 24 de marzo de 1976, hasta el retorno de la democracia en diciembre de 1983, no murió el viernes 17 en la cama de la celda en el penal de Marcos Paz como se informó en un inicio, sino sentado en el excusado del baño.
El parte, firmado por el médico de guardia, subayudante doctor Jorge A. Domínguez, indica que se lo encuentra sin vida a las 08h25 locales (11h25 GMT) “sentado en el inodoro de su celda” en la prisión de Marcos Paz, a 50 kilómetros al oeste de Buenos Aires, según informó el Servicio Penitenciario Nacional.
Se añade que el reo había sido evaluado un día antes por “un cuadro de diarrea aguda, con deposiciones de baja cuantía”.
Videla, de 87 años, un integrista católico, purgaba dos condenas a cárcel perpetua y otra a 50 años acusado al cabo de largos juicios por crímenes contra la humanidad, terrorismo de Estado y trasiego de bebés nacidos en cautiverio.
El cuerpo aún seguía en la Morgue Judicial para su autopsia y según su familia será sepultado en Mercedes, su ciudad natal, en la provincia de Buenos Aires.
El general, destituido en el Juicio a los Comandantes (1985) que le dictó la primera cadena perpetua, fue el líder del golpe de Estado que derrocó a la presidenta Isabel Perón (1974-76).
Bajo la dictadura decenas de miles de personas fueron desaparecidas, asesinadas y exiliadas, se implantó la censura en radio y tv, se derogó la libertad de prensa, se prohibieron los partidos políticos, se disolvió el Parlamento y se ordenó la quema de millones de libros considerados “subversivos”, entre ellos El principito, de Antoine de Saint-Exupéry, las novelas del colombiano y Nobel de Literatura Gabriel García Márquez y los poemas del chileno y también Nobel Pablo Neruda.
Los restos no recibirán honores militares en su funeral ya que desde 2009 rige duna disposición de la Defensa que los prohíbe en casos de militares condenados por crímenes contra la humanidad.
Unos 500 hijos de presos políticos fueron aropiados, pero la organización humanitaria Abuelas de Plaza de Mayo ha logrado encontrar y restituir la identidad a 108 de aquellos niños.
Videla justificó el golpe de las tres armas ya que se debía combatir “la subversión” de las guerrillas izquierdistas, pero el régimen, apoyado por la clase política y empresarial reprimió, encarceló e hizo desaparecer a sindicalistas, políticos, estudiantes, intelectuales y artistas, según probaron los juicios. A los asesinados se suman decenas de religiosos/as y dos obispos.
“Pongamos que eran siete mil u ocho mil las personas que debían morir para ganar la guerra; no podíamos fusilarlas. Tampoco llevarlas ante la justicia”, dijo Videla en su celda al periodista Ceferino Reato, según el revelador libro Disposición final.
Videla ejerció el poder en los peores años de la represión hasta 1981 cuando lo reemplaza el jefe del ejército Roberto Viola.
La dictadura se extendió hasta diciembre de 1983 cuando debió llamar a comicios luego de la derrota del Galtieri en la guerra contra Gran Bretaña por las islas Malvinas, en 1982.
Claves
Garzón resalta justicia
– “Videla jamás pidió perdón, jamás mostró arrepentimiento y murió en la cárcel, como correspondía”, dijo el ex juez español Baltasar Garzón al conocer la muerte del ex dictador.
– Añadió que si en Argentina se cumplió el “derecho a la verdad” fue “por el esfuerzo de las víctimas y de un país que decidió en 2003, desde las instituciones políticas y judiciales, que tenía que repararlas”.
– En declaraciones al diario El País, recordó que en los años de 1990 le tocó investigar y ordenar el juicio a decenas de represores argentinos, entre ellos Videla, por el asesinato de ciudadanos españoles.
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