El dueño de este lagarto parece haber entrenado a su mascota tal como a un perro, pues luego de insistir varias veces en que se acerque a él, este salta sobre su regazo.
Las caricias de su dueño parecen ser el premio ideal para el reptil que deja de lado su naturaleza, ya que después de lograrlo no desea bajar.
Fuente: Publimetro.