“Oigan… ¡ahí abajo había algo más!”.
Milo, un gato de seis meses de edad, fue llevado al veterinario para ser sometido a un procedimiento de rutina. Su esterilización traería muchas ventajas tanto para su dueño como para él, pero el minino definitivamente no quedó satisfecho con los resultados de su cirugía.
Tras despertar de la anestesia, Milo notó que algo le faltaba. Fue entonces cuando el gatito perdió el control.
“Miró hacia abajo y se dio cuenta de que no estaban [sus testículos] y soltó un grito todopoderoso. Siguió mirando hacia abajo, con la vista fija durante siglos”, le contó el dueño de Milo, John Reed, a Metro.
Reed, de 58 años, añadió que cada vez que mira las imágenes del momento, no puede evitar reírse.
Sí, Milo, podemos imaginar cómo te sientes, pero hay algo que necesitas entender. La esterilización del felino macho puede prevenir la aparición de tumores testiculares (naturalmente), pero también evita que los gatos maúllen sin control cuando perciban a una gata cercana en celo y que intenten escapar de casa en busca de pareja –la calle es peligrosa, chico.
La Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales (ASPCA, por sus siglas en inglés), afirma que la esterilización es además una poderosa arma para reducir la sobrepoblación de animales, que muchas veces, al no ser deseados, terminan abandonados en las calles o pasan gran parte de sus vidas en refugios, a la espera de ser adoptados.
Así que Milo, créenos, lo que te hicieron definitivamente fue por tu bien y por el de toda tu especie.
¡Ánimo, gatito!
Con información de: Sin Embargo