Villa Hidalgo: la tierra herida que exige justiciaEl Radar

DESTACADOS, OPINIÓN, RADAR

Por Jesús Aguilar

Este sábado 24 de mayo, en la aparentemente tranquila unidad deportiva de Villa Hidalgo, San Luis Potosí, se congregará el poder federal bajo la bandera de la Cuarta Transformación. El acto, que podría parecer un mero compromiso territorial o un evento más en el calendario político, llega en un momento explosivo, en una tierra que guarda bajo sus capas siglos de resistencia… y ahora, una disputa que podría definir el futuro del altiplano potosino.

Porque lo que ocurre en la comunidad de Corcovada ya no es una anécdota local. La reciente clausura de actividades en el predio en disputa, ordenada por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA), confirma las denuncias que durante meses han sido documentadas por medios comprometidos con la verdad como Antena San Luis y Astrolabio Diario Digital. Lo que se presentó ante los ejidatarios como un “banco de materiales de construcción” —un simple acopio de grava y arena—, oculta en realidad una operación mucho más ambiciosa: la exploración y posible extracción de minerales valiosos, y acaso hasta litio, sin conocimiento ni consentimiento real de quienes habitan y trabajan estas tierras.

Esta operación no es producto de la improvisación. Hay indicios de que detrás de la fachada se esconde una estructura empresarial y política perfectamente aceitada, que ha operado con sigilo pero con poder. Y aquí es donde el nombre de Ricardo Salinas Pliego aparece como el elefante en la habitación. El empresario, convertido en un opositor abierto y desafiante del gobierno federal, ha extendido sus tentáculos más allá de la televisión y los bancos. Su interés por los recursos naturales no es nuevo, pero su incursión en la Sierra del Altiplano Potosino, en alianza con actores locales que aún permanecen en la sombra, marca una nueva fase en el modelo de despojo que México no ha logrado erradicar.

Este conflicto no solo es legal o ambiental. Es profundamente simbólico. Ocurre justo cuando Claudia Sheinbaum asume plenamente el bastón de mando de la 4T, y con ello, la responsabilidad de diferenciar su proyecto del pasado neoliberal que tanto ha criticado. Porque si en su discurso hay una promesa de justicia social, de defensa del territorio, de lucha contra los poderes fácticos, ¿cómo interpretará el país su reacción —o su silencio— ante este caso donde todo eso está en juego?

Villa Hidalgo, y en particular Corcovada, se han convertido en una prueba de fuego para la congruencia del gobierno federal. La clausura de la PROFEPA es apenas un primer paso, insuficiente si no se acompaña de una investigación integral que revele la red de complicidades detrás del proyecto extractivo, y si no se actúa legalmente contra quienes intentaron engañar a los ejidatarios con contratos y simulaciones.

Porque hay que decirlo con claridad: lo que se ha querido hacer en Corcovada es una estafa. No sólo económica, sino moral. Se busca convertir a los dueños legítimos de la tierra en meros espectadores del saqueo, despojarlos con papeles firmados en oficinas lejanas mientras las máquinas cavan y la riqueza fluye hacia las cuentas de unos cuantos. Este modelo, que se repite en muchas regiones del país, ya no puede esconderse bajo el barniz de “progreso” o “desarrollo”.

Además, no es casual que esto ocurra en San Luis Potosí, un estado históricamente marcado por la minería, pero también por la desigualdad estructural que esta industria ha producido. La sierra, los ejidos, las comunidades indígenas y rurales han cargado por generaciones con los costos de un modelo extractivo que ha beneficiado a pocos y empobrecido a muchos. Hoy, la historia amenaza con repetirse, pero la diferencia es que los pueblos han aprendido a documentar, a denunciar y a organizarse.

El sábado, la Presidenta no solo se presentará ante un grupo de ciudadanos; lo hará ante una tierra herida, atenta, vigilante. Su presencia será leída como un mensaje: ¿está del lado de los pueblos o del lado del capital extractivo? ¿Permitirá que se repita la historia de despojo encubierto en nombre de la inversión y el desarrollo? ¿O tomará decisiones firmes que demuestren que, en su mandato, el bastón de mando no es una metáfora hueca?

Corcovada exige respuestas. Y Villa Hidalgo, este sábado, se convierte en el escenario donde la palabra presidencial será medida no por sus promesas, sino por su congruencia con la justicia, la tierra y la verdad

Compartir ésta nota:
Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp