El uso del teléfono celular se ha vuelto parte del día a día para niñas, niños y adolescentes, y el internet es el espacio donde conviven, se expresan y crean su identidad. En ese entorno también circulan palabras, chistes y modas que suelen repetir sin que los adultos entiendan su origen o su significado.
Antes de aprender qué significan términos como doxeo, grooming o cyberflashing, especialistas advierten que lo más importante es que exista confianza entre madres, padres e hijos. Sin esa apertura, difícilmente los menores compartirán sus experiencias en línea o pedirán ayuda si enfrentan un riesgo digital. Frases que descalifican lo que ven, como “eso no me interesa” o “qué feo lo que ves”, suelen cerrar la comunicación.
El psicólogo Jesús Ramírez Escobar explica que lo ideal es “tener un puente de confianza y empezar a preguntar desde ahí”, para que los menores se sientan acompañados y no juzgados.
Grooming
El grooming es una forma de acoso donde una persona adulta se gana la confianza de un menor mediante engaños. Generalmente inicia con un perfil falso que aparenta ser otro adolescente para crear cercanía. Organizaciones como Save the Children han detectado que quienes realizan estos engaños pueden ser desconocidos, conocidos, entrenadores e incluso familiares.
Este proceso suele darse por etapas: selección de la víctima, aislamiento, creación de confianza, exposición progresiva a contenido sexual y, finalmente, mantenimiento del contacto después del abuso. Su objetivo principal es obtener material sexual o llegar al abuso físico.
Doxing
El doxeo consiste en publicar información privada de una persona sin su permiso, afectando su seguridad y reputación. Puede incluir datos personales, rutinas, fotografías o ubicación. El investigador David M. Douglas clasifica el doxing en tres tipos: revelar la identidad de alguien anónimo, divulgar detalles privados y dañar la credibilidad de una persona con información expuesta.
Si bien algunas personas justifican el doxing para denunciar fraudes o corrupción, los especialistas insisten en que utilizarlo como método de intimidación o acoso es inaceptable. En adolescentes, el doxeo suele usarse como parte del cyberbullying para avergonzar o atacar a alguien, generando que otros usuarios participen en la agresión. Esto puede derivar en riesgos en la vida real.
Cyberflashing
El cyberflashing, o ciberexhibicionismo, ocurre cuando alguien envía imágenes sexuales sin el consentimiento de la víctima. Aunque sucede sobre todo en redes sociales o apps de citas, también se han documentado casos mediante AirDrop. La mayoría de víctimas son mujeres y niñas.
Los efectos emocionales son similares a los del exhibicionismo físico: miedo inmediato, sensación de invasión, pérdida de confianza en espacios públicos y vulnerabilidad. Aunque es una forma grave de violencia digital, suele minimizarse o normalizarse.
Happy Slapping
En este tipo de agresión, una o varias personas golpean, insultan o humillan a alguien y graban el ataque para difundirlo. Su origen se remonta a Reino Unido en 2005. Los agresores suelen compartir estos videos porque creen que serán “divertidos” o virales.
Mientras los perpetradores buscan atención o likes, las víctimas enfrentan consecuencias emocionales serias: humillación, ansiedad, depresión e incluso pensamientos suicidas.
¿Cómo detectar violencia digital?
Unicef advierte que identificar señales a tiempo es clave para actuar. Entre las alertas más comunes están: ocultar el uso del celular, cambios bruscos de ánimo, evitar amigos o la escuela, pérdida de interés en actividades, problemas de sueño, dolores físicos frecuentes y disminución en el apetito.
Del otro lado, el comportamiento de un posible agresor puede incluir actividad nocturna en línea, uso de múltiples cuentas falsas, conflictos con amistades, enojo al perder acceso al dispositivo y actitudes más agresivas.
La organización recomienda reforzar la comunicación familiar, ajustar la privacidad de los dispositivos y, si ya existe una situación de violencia digital, conservar pruebas, denunciar y buscar apoyo profesional para acompañar a la víctima.