Una cena de más de 3 millones y medio de pesos, una charreada de 115 mil pesos, habitaciones alquiladas por 3 mil 540 pesos por noche en hoteles cinco estrellas, así como miles de pesos gastados en flores, banderas y listones son algunos de los desembolsos que efectuó el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa para consentir a jefes de Estado y de gobierno que visitaron el país.
De acuerdo con diversas solicitudes de información realizadas por SinEmbargo, en el sexenio pasado la visita de un mandatario le costó a los mexicanos desde 350 mil pesos hasta 27 millones de pesos: mientras que en la visita del Papa Benedicto XVI –a finales de marzo del año pasado– se gastaron 27 millones 69 mil 944 pesos, la del Presidente guatemalteco Álvaro Colom –del 26 y 27 de julio de 2011– implicó el pago de 348 mil 303 pesos.
En ningún caso, pese a la diferencia en los montos erogados, los beneficios derivados de las reuniones entre el entonces mandatario mexicano y sus distinguidos visitantes fueron precisados. En documentos de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) el encuentro entre Calderón y Colom se resume así: “En la reunión bilateral se trataron temas de la agenda bilateral México-Guatemala tales como: alcanzar acuerdos importantes en ámbitos como el mejoramiento de la infraestructura fronteriza, la cooperación en materia de seguridad y combate a la delincuencia organizada trasnacional, la seguridad de los migrantes en la región, la integración económica y el desarrollo regional”.
De acuerdo con el comunicado CGCS-034 de la Presidencia de la República, fechado el 24 de marzo de 2012, durante su encuentro Calderón y Benedicto XVI “comentaron los desafíos globales que enfrenta el mundo y sobre los que tanto México como la Santa Sede mantienen una activa posición a nivel mundial como son: el cambio climático y sus efectos, la seguridad alimentaria y la lucha contra el hambre en el mundo, el deseo de avanzar hacia el desarme nuclear y la necesidad de lograr un tratado internacional sobre comercio de armas pequeñas y ligeras toda vez que su proliferación ha favorecido la acción criminal de la delincuencia organizada. Destacaron la labor de coadyuvancia que la Iglesia católica brinda a nivel internacional en temas de desastres naturales y asistencia humanitaria. Asimismo, se refirieron a la situación de los actuales conflictos en el mundo”.
Sobre la primera y única visita de Benedicto XVI a México –concretamente a Guanajuato y en la que el hoy Papa emérito habría decidido renunciar a su pontificado– el Estado Mayor Presidencial (EMP) reportó haber gastado 23 millones 742 mil 754 pesos, de los cuales 14 millones 463 mil 305 pesos se usaron en “arrendamiento de Saniports y barreras, confección de banderas, compra de medicamentos, accesorios, material de oficina y arrendamiento de equipo (computadoras, fax, proyectores, etcétera)”.
Por su parte, la SRE desembolsó en total 3 millones 327 mil 190 pesos. De esta cantidad el mayor gasto fue de 548 mil 700 pesos, utilizados en la renta de alrededor de 30 habitaciones por cinco días en el Hotel Crowne Plaza León a un costo de 3 mil 540 pesos por noche. También se pagaron cenas buffet a 331 pesos con 76 centavos cada una, de lo que derivó un consumo de 26 mil 541 pesos: 30 personas cenaron en el Hotel Holiday Inn Centro de Convenciones de León y 50 hicieron lo propio en el mencionado Crowne Plaza.
Otros gastos reportados fueron: 57 mil 420 pesos por la presencia en un evento de un “chef supervisor para todos los servicios de alimentos y bebidas solicitados”; 229 mil 680 pesos por la renta de cuatro camionetas tipo suburban utilizadas en varios momentos de la visita, a un costo de 20 mil 880 pesos por día por cada unidad; se compraron, además, 20 “tarjetas telefónicas de tiempo aire de Telcel de 500 pesos, región 6” a 620 pesos con 60 centavos cada una.
La información contrasta con la otorgada por la Presidencia de la República respecto de los gastos de la visita del Papa Juan Pablo II en julio de 2002, durante el sexenio de Vicente Fox Quesada. En este caso el EMP dice haber usado sólo 236 mil 14 pesos “por concepto de gastos de seguridad y logística”, en tanto que la secretaría particular de la Presidencia utilizó 2 mil 200 pesos para combustibles y lubricantes así como mil 82 pesos para “productos alimenticios”.
OBAMA EN MÉXICO
Música de mariachi, marimba y hasta jaraneros amenizaban el momento en el patio central del Museo Nacional de Antropología e Historia. La cena: camarones con pico de gallo, nopales asados y filete en salsa molcajeteada. Se trataba de la primera vez que el Presidente estadounidense Barack Obama pisaba tierras mexicanas. Calderón Hinojosa lo llenó de elogios y le pidió iniciar una “nueva era en la que el combate al crimen organizado sea asumido plenamente como una responsabilidad compartida, como una batalla que estadounidenses y mexicanos tenemos que pelear y ganaremos como aliados”.
Pese a lo breve de la visita –se desarrolló el 16 y 17 de abril de 2009 y duró apenas 19 horas–, implicó un gasto de por lo menos 5 millones 752 mil 230 pesos. Tan sólo la cena ofrecida en honor de Obama costó 3 millones 675 mil 521 pesos, de acuerdo con información proporcionada por la SRE. En documentos oficiales la reunión se resumió de esta manera: “Se acordó impulsar un cambio de paradigma de desarrollo en el que el crecimiento económico y la seguridad energética se refuercen mutuamente”.
Desde el jueves se desarrolla la reunión presidencial México-Estados Unidos número 85. Es la cuarta visita de Obama al país. Antes, en agosto de 2009, acudió a la Cumbre de Líderes de América del Norte en Guadalajara, en donde participó también el primer ministro canadiense Stephen Harper, así como a la reunión del G-20 celebrada en Los Cabos, Baja California Sur, en junio de 2012. Se trata del segundo encuentro con el actual mandatario mexicano, el primero ocurrió en Washington, DC, el pasado 27 de noviembre, siendo Enrique Peña Nieto Presidente electo.
VISITAS DE A MILLÓN
Calas de caballo, jugadas con el toro, manganas a pie, pasos de la muerte y una escaramuza fueron algunas de las suertes que la Asociación Nacional de Charros ofreció a Calderón y al Presidente chileno Sebastián Piñera durante su visita a México en julio de 2011. La SRE informó que la charreada de exhibición le significó un gasto de 115 mil 860 pesos. Sumados los montos dados a conocer por la SRE y la Presidencia, la visita de Piñera tuvo un costo de un millón 114 mil 931 pesos. La utilidad: “En la reunión bilateral ambos mandatarios revisaron los principales temas de la agenda bilateral y reiteraron su disposición de profundizar el diálogo políticos, los vínculos económico-comerciales y la cooperación entre México y Chile”.
Cristina Fernández, Presidenta de Argentina, por otra parte, llegó el domingo 29 de mayo de 2011 a México; el lunes 30 se reunió con Calderón y el martes 31 ya se encontraba en Roma, Italia. Pese a la brevedad de la visita, ésta implicó un desembolso de un millón 134 mil 491 pesos. Únicamente por concepto de “hospedaje y alimentación” la SRE pagó 436 mil 82 pesos. La visita de Laura Chinchilla, Presidenta de Costa Rica, en agosto de 2011, tuvo un costo similar a la de Fernández: un millón 402 mil 119 pesos.
GASTOS DISÍMBOLOS
La visita del entonces Presidente de Francia Nicolás Sarkozy, en marzo de 2009, implicó erogar 3 millones 904 mil 707 pesos, en tanto que las de David Cameron, Primer Ministro británico, y Mariano Rajoy, Presidente del gobierno español, costaron 792 mil 517 pesos y 458 mil 904 pesos, respectivamente. Los gastos con motivo de la reunión de Calderón con Juan Manuel Santos, Presidente de Colombia, fueron de 609 mil 771 pesos; el encuentro con el Presidente salvadoreño Mauricio Funes costó 581 mil 858 pesos.
Una de las diferencias que más llama la atención tiene que ver con lo que se gasta en flores, banderas y listones. Mientras que por ese concepto –“compra de ofrendas florales oficiales, papelería y confección de banderas y listones”– se erogaron únicamente 431 pesos durante la visita de Sarkozy y sólo 3 mil 35 pesos en la de Piñera, la cifra se elevó a 184 mil 652 pesos para halagar a la presidenta Fernández. Para este tipo de gastos “diversos”, según la información oficial, durante la visita de Barack Obama se utilizaron 148 mil 574 pesos y sólo 17 mil 58 pesos en la de la Presidenta Chinchilla.
Por otro lado, mientras que la cena en honor de Sarkozy tuvo un costo de 617 mil 565 pesos, en la de Obama se gastó seis veces más (3 millones 765 mil 277 pesos); para la cena ofrecida con motivo de la visita de Santos sólo se desembolsaron 216 mil 224 pesos. Del monto gastado derivado de la reunión en México de Calderón y Rajoy destaca un pago de 306 mil 878 pesos por una “comida o cena en cuatro tiempos con plato fuerte a base de carne roja (200-250 grs.) y entrada especial para más de 200 personas”; pese a que se habla de “200 personas”, se costearon en realidad 370 comidas a un precio de 829 pesos cada una.
PÉRDIDA DE RECURSOS
Para Lorenzo Meyer, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), mientras menos visitas de Estado y oficiales, mejor. “Obviamente deberían ser menos frecuentes. Hoy han perdido significado al punto que el ciudadano normal ni se entera de cuándo llegó un presidente centroamericano ni menos le importa el montón de acuerdos sin sustancia firmados”, afirma.
–¿Son útiles las visitas de Estado y de gobierno? ¿Realmente sirven para algo?
–No se puede dar una respuesta general a la pregunta. Todo depende. El mejor gobierno que tuvo México en el siglo pasado fue, en mi opinión, el del general Lázaro Cárdenas. El general nunca hizo ninguna visita de Estado o no de Estado a ningún otro país y tuvo una muy buena política externa. El personaje del mundo externo más importante para el México cardenista fue el Presidente Franklin D. Roosevelt, y él no visitó México mientras Cárdenas fue Presidente. Roosevelt llegó a Monterrey en una muy breve visita durante la Segunda Guerra Mundial, con Ávila Camacho. La visita anterior tuvo lugar entre William H. Taft y Porfirio Díaz. La moda de las visitas de Estado realmente la iniciaron Miguel Alemán y Harry S. Truman. No fueron muchas antes de López Mateos y se hicieron frecuentes y empezaron a perder sentido con Luis Echeverría.
De acuerdo con información de la Biblioteca Benjamín Franklin de la Embajada de Estados Unidos en México, la primera reunión oficial entre los presidentes de ambos países ocurrió el 16 de octubre de 1909, con el encuentro entre Porfirio Díaz y William Howard Taft, que significó la primera vez que un Presidente estadounidense realizó una visita oficial al extranjero.
Vicente Fox Quesada es el Presidente mexicano que más encuentros sostuvo con su homólogo estadounidense, George W. Bush, con quien se reunió en 14 ocasiones; le siguen Carlos Salinas de Gortaria con 13 y Felipe Calderón con 10; Díaz Ordaz, López Portillo y Ernesto Zedillo tuvieron ocho reuniones cada uno con sus respectivos pares estadounidenses.
–¿Cómo valora la política exterior del Presidente Calderón?
–Muy mal, porque no tuvo un gran proyecto en su política exterior básica fundamental, que es la relación con Estados Unidos, y dentro de estas relaciones el tema de la lucha contra el crimen organizado. Entre todo el arcoíris de posibilidades que tiene una política exterior, la de Calderón se centró en un solo punto: en la cooperación en contra del crimen organizado y después de seis años ese crimen organizado está tan organizado o mejor organizado que al principio y puede desafiar incluso a los Estados Unidos al punto que intenta matarle a sus agentes.
–Estas visitas de Obama, del Papa pareciera que no traen ningún resultado…
–Pues no. Son casi como anécdotas, como pies de página a lo que es la preocupación central, la contribución que pueda hacer el mundo externo a lo que es una de las políticas, si no es que es la política más importante, obsesiva, diría yo, de Felipe Calderón, que fue su lucha contra el narcotráfico. En esa invirtió el grueso de su capital y finalmente no dio los dividendos. El que México haya sido el sitio donde se reunió el G-20 o que haya venido el Papa, pasado el tiempo no deja nada. En lo que sí deja, y deja una huella negativa muy grande, es en lo de la fracasada lucha contra el crimen organizado.