Las democracias primerizas, suelen hacerse de sufragio efectivo, no reelección; y va todo bien.
Las de viejo cuño, de sufragio efectivo y reelección, sin mayores problemas. Las corrompidas en cambio, se hacen de sufragio por efectivo, con reelección, y –lo que es peor–, con un muy amplio abanico de efectos perversos sobre el interés común. Conclusión: Cuando de votar se trate, tenga mucho cuidado, y razone bien sus decisiones; que en el orden de lo social, cual sea su naturaleza, –económica, política, individual, colectiva, humana o religiosa–, el orden de los factores, si altera el producto, y mucho.
En tales circunstancias, por muy grande que sea el disgusto frente a lo mal que las cosas funcionan en este país, el único de los lujos decisionales que no se puede uno permitir, es el de no votar. ¿Qué ninguno le parece adecuado, porque igual que muchos más, está convencido de que todos son iguales? Perfecto, vote y anule, pero vote al fin, no sea que por no hacerlo, mañana se vea renegando y teniendo que tragarse sus propias palabras.
Democracia también es, hacer que nuestra voz se escuche, así sea para declarar nuestra total desaprobación por todas las opciones existentes.No preste atención a los que dicen que anular no va servir de nada, porque si de esas se tratan, quedarse en casa a rumiar nuestro coraje, tampoco arreglará nada.
Esos que lo invitan a desistir de expresar lo que siente, saben que si se juntara la suficiente cantidad de personas anulando su voto, cualquiera que fuera el resultado de la elección, la evidencia haría a temblar, incluso al ganador.
Porque el día que las mayorías oprimidas, re descubran que son ellas y nadie más que ellas, quienes deciden su propia suerte, ese día se habrán de desmoronar los privilegios de los abusadores de lo público, que en el nombre de todos, lo único que cuidan y preservan son sus propios intereses.¿Quiere detalles concretos al respecto? Bien. ¿Qué me diría por ejemplo, si le cuento que para el caso de esta localidad, –San Luis Potosí–, hay tan poquita gente interviniendo en política, que son apenas un puñado los que realmente toman las decisiones? Digo, si de 1 800 000 votantes potenciales, que registra el padrón electoral a nivel estatal, han estado participando en promedio, no más de 700 000 en los últimos 15 años, –los cuales para variar, terminan divididos entre una cada vez más numerosa cantidad de partidos que confluyen a las elecciones, motivo por el cual, generalmente quien gana, lo hace con no más de 300 000 votos–, no creo que sea tan descabellado decir que quienes deciden el rumbo de nuestra política, son apenas un puñado.
En ese sentido, idénticas consideraciones pesan para el caso de la Alcaldía. Donde por lo general, quien gana en la capital, lo hace con apenas 200 000 votos, lo cual, para ser honestos, resulta un auténtico desperdicio de posibilidades, para un mundo potencial de poco más de un millón de electores.¿Le parece sorprendente? Lo es y mucho, en términos estadísticos, significa que quienes deciden finalmente la elección, rara vez sobrepasan el 15% del padrón electoral total.
¿Le parece muy injusto? Sin duda que lo es, pero ocurre en buena medida, porque nosotros mismos lo permitimos; ¡salga a votar!, vaya a la urna y vote, anule, tache, raye, o límpiese el culo con la boleta si gusta, pero salga de su pereza cívica y vote. Gane quien gane, la sociedad se lo agradecerá. Porque la importancia de cualquier causa, se construye, no se espera, tampoco se anhela. El único modo de defenderla, es el acto mismo de volverla posible.
Hagamos de nuestro compromiso cívico, uno importante, donde la fuerza de nuestro hacer, permanezca inalterable, lo mismo en el principio de sus fundamentos, que en el cauce de las acciones. Si nuestra libertad política importa, hagamos de ella algo valeroso. Tenga paciencia, recuerde, el que no vota, su democracia bota. Después de todo, como dijera alguna vez Edmund Burke: Lo único que una injusticia necesita para prevalecer, es que los justos no hagan nada para remediarla. ___
De últimas, si lo suyo no es siquiera la anulación, y sigue inconforme con las opciones disponibles, otra buena posibilidad sería, que pusiera en la boleta, el nombre de la persona de su preferencia, cuidando de poner la totalidad de su nombre. Lo cual desde luego, incluye, a todos aquellos que fueron relegados en la selección de las candidaturas, por la totalidad de los partidos tradicionales, o también, (vale la pena decirlo), a un personaje connotado de la ciudad.
En ese sentido, cabe advertir que con la sola posibilidad de llegar a juntar 35 000 votos en el mismo sentido, sería suficiente para ir quitando registro a los muy numerosos partidos pequeños. Esos de los que todo el mundo desconfía y se queja, porque la más de las veces, no son más que negocios familiares redondos con cargo al erario. Desde luego, este 7 de junio, cada quien dirá, qué es lo que mejor le parece.