Ya he mencionado antes que amo a Dylan. Que sus canciones pueden tocar varios sentimientos íntimos, o que pueden ser como estandartes, ya sea generacionales, sociales o simplemente humanos. El tipo era tan observador y tan empatico que por conducto de su genio poético y musical ya le lego a la humanidad cosas que duraran miles de años, si es que no nos carga la de hueso antes.
El tiene canciones donde habla de lo abusivos y de lo ridículos que pueden ser las clases de poder. Y de como somos sistemáticamente zarandeados por ellos.
Cuando me preguntan de mis preferencias políticas, inmediatamente me da dolor de estomago. Pues por mas esfuerzos que haga, y por mas intentos de ser un “humanista” no me cae nadie, pues no le veo remedio a quienes habitamos este país. Los partidos políticos son un club de ladrones sinvergüenzas, sin ningún atisbo de decencia. Los de izquierda, centro y derecha son la misma porquería que aparentemente disputan espacios con su ideología como argumento, pero que se ponen maravillosamente de acuerdo en cuanto deben de subirse el sueldo y sus prebendas.
Así que por mi que se vayan todos al infierno bien rápido. les importa un pepino absolutamente la gente, y solo los verán cuando vayan a intercambiarles libretitas o lapiceras por sus miserables votos.
Pero si no me dejan opción, finalmente les digo que no soy nada de nadie.
Hay una cancion que John Lennon escribió y que me agrada un montón. Se llama “Working Class Hero” es verdaderamente bella y descarnada. Tiene un fuerte sonido de Woody Guthrie y de Bob Dylan.
En ella habla de como nos ven la clase de arriba, de como nos educan y alinean. De como nos dicen que hacer y que no hacer. De como comportarnos y que si somos buenos nos espera una gran recompensa en el mas allá.
Demonios, si me van a esclavizar, pues la recompensa en todo caso que sea aquí e inmediatamente. Nada de ascender y vivir vida eterna por nunca chistar y hacer lo que los infelices de arriba me obligan a hacer.
La ciudad donde vivo, tiene la reputación de ser muy conservadora. Y vaya que lo es. Tenemos un club privado para la “socialite” que tiene mas de 100 años. Ahí ya medio vale madre que tanto dinero tienes. Es mas bien que seas un perro de aparente buena raza para poder gozar de sus bondades.
He asomado la trompa en ese lugar y es surrealista. Cada año organizan un fiesta de mascaras al estilo de la Venecia del siglo XVI. La llaman la fiesta de los lanceros. Es para desternillarse de risa. Políticos y empresarios ahí cierran tratos, casan entre ellos a sus vástagos, deciden y amarran el buen futuro de su casta. Vamos, que es una verdadera recreación de las sociedades del siglo XVI.
Lo juro. Mi gato vale mucho mas que todos los tarados que se emborrachan ahí.
La lucha de clases es un tema recurrente en la música popular. Y a mi siempre me han fascinado la gente que por una u otra cosa tiene poder de voz o algún tipo de liderazgo, y lo utilizan para denunciar y fastidiar a los poderosos. Me fascinan porque siempre la primera opción cuando se goza de esos dones es solo hacer dinero.
Grupos como Public Enemy o Rage Against The Machine lo hacían desde las tripas del país capitalista por excelencia.
En cada ciudad de mediano tamaño para arriba tenemos una situación con los pedigüeños. Desdichadamente ya los asimilamos como parte del paisaje. Y les platico, cuando tenía trece años, iba yo de invitado en el auto familiar con un gran amigo -hasta la fecha- con su papá manejando y nosotros atrás. Cuando se acerca un desdichado a pedir una moneda. Mi amiguito, perfilandose como un futuro neoliberal, conmino a su apa a que no le diera ni un cinco, argumentando que tal vez usara ese dinero para emborracharse o algo así.
Su padre, -Don Víctor- con su vocesota de trueno le dijo: -mire muchachito cabrón, usted no cuestione para que usara el dinero el señor. Su posición privilegiada lo obliga a dar, no a preguntar.
-¡Mocos baboso!- pensé yo. En ese momento no entendí a la perfección la cuestión, pero al menos la intuí, y me maraville por el regaño fabuloso que recibió el babas de mi amigo Toño.
Aquí donde vivo, hace unos pocos años empezaron a poner a manera de señaletica letreros donde se prohibía dar dinero a la gente en los semáforos. Los impuestos municipales trabajando. Los idiotas políticos del el municipio les pareció una idea cojonuda y muy del primer mundo prohibir tal cosa, para que la gente inteligente y amante de las buenas costumbres ayudase a limpiar el panorama de mugrosos limpia parabrisas, limosneros, traga fuegos y demás descastados feos que ofenden su vista y su delicadas narizotas.
Bueno, si nunca había entendido del todo lo que era el fascismo, pues aquí se me develo completamente.
Ahora resulta que un imbécil me va a prohibir a mi a quien darle mi dinero y a quien no. Ellos quisieran que se los de a ellos, pobres miserables. No lo merecen. Ademas, ya me lo roban.
La ciudad donde vivo, tiene la reputación de ser muy conservadora. Y vaya que lo es. Tenemos un club privado para la “socialite” que tiene mas de 100 años. Ahí ya medio vale madre que tanto dinero tienes. Es mas bien que seas un perro de aparente buena raza para poder gozar de sus bondades.
He asomado la trompa en ese lugar y es surrealista. Cada año organizan un fiesta de mascaras al estilo de la Venecia del siglo XVI. La llaman la fiesta de los lanceros. Es para desternillarse de risa. Políticos y empresarios ahí cierran tratos, casan entre ellos a sus vástagos, deciden y amarran el buen futuro de su casta. Vamos, que es una verdadera recreación de las sociedades del siglo XVI. Lo juro. Mi gato vale mucho mas que todos los tarados que se emborrachan ahí.
Nunca he sido un reaccionario. Claro que me gustaría serlo, pero la palabra se ve grande e importante y no creo portarla con ese gran estilo que me caracteriza. Finalmente creo que soy liberal. No me gustan los conservadores porque no solo se limitan a vivir en el pasado, sino que quieren obligar a que todos lo hagan estén o no de acuerdo. Por mi, que se chupen un bolis si quieren vivir como les de la gana. Pero a mi que me dejen en paz.
Créanme que al ver tanta estupidez y chingadera institucional, juro por dios que me encantaría ver guillotinas en la plaza principal.
Fernando Charo
Twitter: @fernandocharo