Y EMPEZÓ LA GUERRA DE CLAUDIA

DESTACADOS, OPINIÓN, RADAR

El Radar por Jesús Aguilar
@jesusaguilarslp

La presidenta Claudia Sheinbaum fue enfática al exponer su plan de seguridad, donde lo más recordable de su alocución fue: “Lo primero, que es crucial, es: no vamos a volver a la guerra contra el narco de Calderón”.
Empezando el nuevo sexenio, la figura de Felipe Calderón, el expresidente, y némesis de su predecesor Andrés Manuel López Obrador, es una de las herencias más importantes que Sheinbaum ha recibido.
Es posible que Sheinbaum tenga diferencias ideológicas con Calderón, pero, en cuanto a sus políticas de seguridad, parece más distanciada de López Obrador y eso es bueno y destacable.
Paradójicamente, su estrategia para frenar el aumento de la violencia, basada en la prevención, el abordaje de las causas, la inteligencia y la presencia, se asemeja a una versión reducida y parcial de lo que Calderón implementó.
Reducir la inseguridad y las muertes, logro alcanzado en mayo de 2011 (quinto año de Calderón en el poder), representaría un avance hacia un país más pacífico que consolidaría el proyecto que se ganó en las urnas y que permitiría superar el legado negativo del antecesor de López Obrador. Y aunque el propio AMLO podría hoy estar instalado en el berrinche, su instinto político debe generarle un resorte de contención, porque evidentemente el éxito de Sheinbaum será clave para la permanencia o no de su legado.
En la Mesa Cuadrada de ayer en MG Noticias, la admirada periodista Adriana Ochoa fulminaba sobre la importancia de la responsabilidad primaria del estado que es preservar la integridad de su pueblo y en ése sentido viene al caso recordar la simple contestación que hacía el propio Calderón a un jóven que le cuestionaba su mentada “guerra contra el narco”: “Si tú u otra persona esperan que mi gobierno permanezca inactivo ante secuestros, extorsiones y atentados contra los jóvenes, están muy equivocados. Lo que más desearían los criminales es un gobierno como el que tú pides, que no se enfrente a ellos”.
“Quienes piensan que el gobierno no debe proteger a la ciudadanía están en un error”, añadió Calderón. “Es posible que llegue otro presidente que haga lo que tú quieres… sentado, callado, mirando hacia otro lado. Pero creer que eso terminará con la violencia o la delincuencia es una ingenuidad”.
Sheinbaum parece entenderlo, y no es un tema que atraviese necesariamente la identificación con el ex Presidente, sino un increíble reajuste (indispensable desde hace mucho) del discurso a la realidad y de la realidad a las acciones.
¿Alguien olvida que AMLO se resistió a ponderar positivamente aOmar García Harfuch quien nació como mando policiaco durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, que tuvo como mentor a Enrique Galindo actual alcalde reelecto de la capital potosina?
¿Alguien puede dejar de destacar que el único crédito que tiene la Presidenta en el tema de Seguridad y con lo que campeó las críticas álgidas que sobre el tema se han generado dentro y fuera de los debates es la ineficacia criminal de la política de “abrazos, no balazos”?
García Harfuch señaló que uno de los objetivos clave será “neutralizar generadores de violencia y redes criminales, con un enfoque en áreas de alta incidencia delictiva”: Baja California, Chihuahua, Guanajuato, Guerrero, Jalisco y Sinaloa, donde la actividad criminal es alarmante tanto en cantidad como en calidad. Sin eufemismos, “neutralizarlos” significa enfrentarlos directamente.
Para ello, se construirá un Sistema Nacional de Inteligencia “con mayores capacidades de investigación para combatir de manera más efectiva el crimen y la delincuencia”, indicó García Harfuch. Este es un cambio significativo respecto al gobierno de López Obrador.
La estrategia también incluye innovaciones relevantes. Una de ellas, enfocada directamente en el robo de combustible, será de vital importancia para reducir la violencia en Guanajuato, que ha liderado en homicidios dolosos. Otro aspecto crucial será el combate contra el fentanilo, (demanda tanto republicana como demócrata en las postrimerías de la elección de noviembre) donde Cofepris, en coordinación con Harfuch, supervisará las importaciones de precursores químicos utilizados en su producción.
La Unidad de Inteligencia Financiera, el SAT, la Procuraduría Fiscal y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores colaborarán en el rastreo de rutas financieras para cortar los fondos de las organizaciones criminales y evitar el lavado de dinero.
La Fiscalía General también tendrá un papel importante, aportando a este modelo la Agencia Federal de Investigación y los ministerios públicos. La estrategia contempla mesas de judicialización, una práctica instaurada en el gobierno de López Obrador para combatir al crimen, pero que terminó utilizándose con fines políticos, en alianza con la Suprema Corte, para debilitar o encarcelar a oponentes del presidente. Ahora, sin la participación de la Corte, se fortalecerá el trabajo del Ministerio Público para generar expedientes sólidos, inmunes a los jueces, una debilidad recurrente en la administración anterior.
Claudia sí está en guerra, y el país lo debe agradecer, la rebelión de los decentes debe comenzar sin dejar de observar como indispensable también la tipificación de los delitos como el que sucedió en Chilpancingo como actos de terrorismo para poder tener refuerzos formales internacionales.

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