Columna de Claudia Almaguer: Mujeres y profesiones

DESTACADOS, SAN LUIS

En un video de aproximadamente 2 minutos se encuentran un grupo de niños y niñas junto con sus maestras, el escenario es una escuela inglesa pero podría situarse en otra parte porque lo que está por exponerse persiste en cualquier sociedad de nuestro mundo.

La maestra les indica que la actividad que llevaran a cabo consiste en dibujar a personas con diferentes trabajos para lo cual les da tres ejemplos y con cada uno de ellos las y los niños se ponen a colorear, explican el por qué de las batas blancas, los sombreros rojos y las mascaras de oxigeno: este rescata gente, es grande y fuerte, aquel usa estetoscopio, da medicina y tiene una ambulancia.

Luego de terminar con sus creaciones les preguntan: ¿Quién quiere conocer a estas personas de verdad? Las manos se alzan con entusiasmo.

Al abrirse la puerta, se llevan las manos a la boca y sonríen con tremendo asombro. Las tres personas que entran son una cirujana, una bombera y una piloto militar, pero en el ejercicio hay imágenes de hombres y solo 5 las imaginaron como mujeres. De acuerdo a la organización británica Inspiring Women, los estereotipos de género se adoptan entre los 5 y los 7 años de edad. Desafortunadamente estos estereotipos limitan las decisiones profesionales de niñas y jóvenes, perpetúan circunstancias injustas como la cantidad de tiempo que invierten las mujeres en cuidar a
sus familiares y las restringen a espacios laborales inseguros, o segregados a determinado tipo de trabajo.

De acuerdo a los datos de la Organización Internacional del Trabajo en años recientes para los países de bajos ingresos los empleos de las mujeres son en el sector agrícola, en aquellos de ingreso medio se ubican en el comercio o la manufactura, en tanto que en países de primer mundo son empleadas en la salud y la educación. Todas sin embargo, compartimos jornadas más largas de trabajo en comparación con los hombres, una brecha entre 73 y 33 minutos por día, además de que continuamos asumiendo las tareas domésticas y de cuidado, lo que conocemos en los feminismos como las dobles y triples jornadas. Invisibles, sin remuneración ni reconocimiento.

Precisamente los estereotipos acerca de las mujeres y las expectativas de que somos “naturalmente” más aptas para asumir las responsabilidades familiares, para las labores de limpiar, cocinar, educar y todo lo que implique servir o cuidar, sumado a la falta de referentes y de liderazgos obstaculizan el avance y la participación en el ámbito público, en la cultura, la política y la toma de decisiones en nuestras comunidades.

Por ello la OIT recomienda modificar estas ideas desde la temprana edad, porque ninguna niña o niño nace creyendo que las mujeres valemos menos, lo han aprendido de su entorno y se debe actuar para que ellas y ellos no hereden la desigualdad que nos ha perjudicado a todas, comenzando por dejar de estereotipar los trabajos y las profesiones de tal modo que ellos puedan acceder a carreras relacionadas con la prestación de cuidados y ellas a otros ámbitos malamente considerados masculinos como la ciencia, la ingeniería, las matemáticas, etcétera.

Justo la iniciativa de la organización que le relataba al principio y que dio inicio en Inglaterra, actualmente cuenta con algunas representaciones en otros países y busca erradicar los
estereotipos de género a través de la visibilidad y participación de mujeres voluntarias con actividades profesionales diversas que inspiren a las niñas para que ambicionen sin límites en su proyecto de vida. En apenas 3 años han participado más de 500 mil niñas y 25 mil voluntarias. Así de magnificas son las mujeres que inspiran. A más ver.

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