Cómo distinguir un orgasmo fingido

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El orgasmo es una reacción fisiológica tremendamente interesante en la que, más allá de gemidos y espasmos, nuestro organismo experimenta una serie de sutiles e involuntarios cambios que pueden ser reconocidos por un observador avispado. Y más todavía si va armado con equipamiento científico. La clave es asumir que durante el orgasmo se produce un cambio radical de nuestro sistema nervioso parasimpático al simpático. Expliquémoslo con calma, que de verdad merece la pena. Al menos para comprender mejor cómo funciona parte de nuestra respuesta sexual.

El sistema nervioso de tu cuerpo puede clasificarse de varias maneras diferentes. Si lo haces por estructura distinguirás entre: a) el sistema nervioso central formado por la médula espinal y el encéfalo (cerebro + cerebelo + bulbos) y b) el sistema nervioso periférico, constituido por las fibras nerviosas que comunican piel, músculos y órganos internos con la médula y el cerebro. Esta comunicación periférica puede darse a su vez en dos direcciones: b1) los nervios sensoriales envían información desde piel y órganos hacia la columna, mientras que los b2) nervios motores transmiten al resto de organismo las instrucciones del sistema nervioso central.

Pero el sistema nervioso también puede clasificarse en: 1) sistema nervioso somático que tú controlas conscientemente (por ejemplo la decisión de mover un brazo), y 2) sistema nervioso autónomo que regula de manera automática las reacciones y procesos involuntarios de tu organismo (por ejemplo acelerar el latido del corazón o mover los intestinos). Este último sistema nervioso autónomo es el que nos interesa, porque a su vez tiene dos estados muy claramente diferenciados: El sistema nervioso autónomo parasimpático (activo cuando tu cuerpo está relajado) y el sistema nervioso autónomo simpático (activo cuando estás estresado)

Simpatico parasimpaticoAhora leyendo este post tu cuerpo está bajo las órdenes del sistema nervioso parasimpático (relajado): tu ritmo y presión sanguínea son bajas, tus músculos no están tensos, las funciones digestivas y esfínteres están distendidos, tienes niveles basales de glucosa en sangre… pero atención: recuerda que nuestro organismo está diseñado para sobrevivir en la naturaleza expuesto a peligros y depredadores, y como el resto de animales, tu cuerpo debe estar preparado para reaccionar en milisegundos si de repente se te tira un león encima (o un automóvil invade tu calzada).

Esta reacción inmediata de estrés se consigue con una activación drástica delsistema nervioso autónomo simpático: los nervios simpáticos toman control de tu cuerpo y dilatan los bronquios para permitir más entrada de oxígeno, el ritmo cardíaco y la presión sanguínea se disparan para irrigar todos los músculos, las glándulas suprarrenales segregan adrenalina y cortisol, las pupilas se dilatan de golpe para obtener mejor visión, el hígado estimula la producción de glucosa, los esfínteres se contraen, se inhibe la función digestiva y reproductora… en milésimas de segundo el organismo cambia radicalmente de estado para hacer frente a la amenaza externa (o interna).

Curiosamente, el orgasmo es un momento donde también se produce este cambio drástico del modo parasimpático al simpático. Y esta la base por la que más allá de gritos y movimientos espasmódicos, podemos intentar distinguir uno fingido de uno real.

 

Si no se dilatan las pupilas o enrojecen las mejillas, desconfía

Obvio que a simple vista no podremos percibir si por la sangre corre más glucosa o menos. Pero la subida extrema de presión sanguínea durante el orgasmo (puede superar fácilmente los 200 mmHg) rompe pequeños capilares subcutáneos y produce este característico enrojecimiento de mejillas y parte superior del pecho tras el acto sexual. También debes notar que el ritmo cardíaco aumenta mucho más de lo que haría simplemente por el propio ejercicio físico realizado (que muchas veces es bien poco). Con ojos claros y en un entorno iluminado se debería observar una dilatación brusca de las pupilas inmediatamente antes del orgasmo. Y aunque hubieras estado totalmente quieto durante el acto, tu piel estaría más cálida y habrías segregado un poco de sudor con lo que aumentaría su conductividad eléctrica.

Algunos de estos cambios son más visibles que otros, pero todos se pueden medir científicamente. Esto es justo lo que hicimos hace un par de semanas en el laboratorio de fisiología deportiva de la Universidad de Barcelona con la colaboración de la compañera blogger Venus O’Hara, durante el rodaje de un programa piloto inspirado en el libro S=EX2, La ciencia del Sexo.

Registro venusA vuestra izquierda tenéis una de las pantallas con registros de las constantes vitales de Venus, a quien medimos función cardíaca y parámetros respiratorios y metabólicos. Primero en reposo (hasta la linea vertical más a la izquierda), durante su masturbación, y tras el relajamiento posterior.

Si os fijáis en la gráfica, hay un par o tres de subidas cada vez que estaba a puntito de llegar al orgasmo pero no lo conseguía (problemas con la música, según ella). Pero como podéis observar hacia el minuto 35 (justo antes de la segunda línea de puntos), hay unos picos muy abruptos que coincidieron con los gemidos atenuados por la máscara de Venus. En los registros fisiológicos realmente se percibió una subida espontánea de presión, consumo metabólico, aceleración cardíaca, y cambios significativos en otros parámetros. Y además de la sonrisa, tras el experimento su cara y parte superior del pecho también reflejaban cierto enrojecimiento.

Para ser sinceros, los valores medidos no cambiaron tanto como estaba propuesto en la bibliografía científica, pero sin duda sí eran absolutamente significativos, y los investigadores presentes los identificaron claramente con una activación del sistema nervioso simpático. Venus explicó que su orgasmo había sido “normal, no de los más intensos”. Es posible que durante uno más fuerte el cambio hubiera sido más drástico.

Gatillazo y eyaculación precoz debidas al estrés “simpático”

Pero no te quedes sólo con este aspecto anecdótico. Conocer la fisiología del orgasmo puede explicar muchas cosas, entre ellas, el efecto dual del estrés en nuestra respuesta sexual.

Estábamos diciendo que en modo simpático (estrés) la sangre se dirige a los músculos y se inhiben las funciones digestivas, excretoras y reproductivas (lo único importante en ese momento es escapar del león). Éste es precisamente uno de los motivos por los que tras la eyaculación los hombres pierden la erección: las fibras de nervios simpáticos como el hipogástrico se encargan de constreñir las arterias del pene y retirar sangre de los cuerpos cavernosos. Y es exactamente por esto que si estás estresado o excesivamente nervioso antes de empezar el coito, puedes tener un gatillazo y no lograr una erección por muy excitado mentalmente que estés. Tu sistema simpático te está traicionando y retirando sangre del pene.

Es más, si a pesar del nerviosismo al final logras una erección, al estar activas las fibras “simpáticas” (retintín) es muy posible que el orgasmo aparezca bastante antes de lo deseado. Esta es la razón también por la que problemas de erección y eyaculación precoz suelen estar tan asociadas a pesar de parecer antagónicas.

Venus pereCuando te dicen que para empezar el acto sexual debes estar relajado/a, es bastante cierto, al menos en cuanto a miedo o estrés se refiere. Piensa que los nervios que llegan a tus genitales (pudendo –sensibilidad- y pélvico –irrigación sanguínea ya sea por contacto o estimulación mental-) son nervios parasimpáticos. Para que funcionen correctamente y tengas una erección de pene o clítoris debes estar en este modo parasimpático (relax). De hecho, por la noche en pleno descanso la actividad simpática cae en picado y es por lo que se producen erecciones espontáneas.

Ahora bien, una vez empezado el acto, si quieres alcanzar el orgasmo, tienes que lograr activar como sea el sistema nervioso simpático. Y aquí curiosamente puedes recurrir a la ayuda del estrés. Aunque suene paradójico, el estrés puede inhibir la respuesta sexual pero al mismo tiempo facilita el orgasmo. Es desastroso antes y necesario al final.

Anorgasmia, sadomasoquismo, y asfixia autoerótica

Hay muchos motivos por los que se puede no lograr alcanzar el orgasmo. Uno de ellos es no conseguir estimulación suficiente como para activar este cambio del sistema parasimpático al simpático.

Piensa en el alcohol sin ir más lejos. El alcohol es un depresor del sistema nervioso central que nos hace sentir desinhibidos mentalmente, pero que también dificulta la activación de las fibras simpáticas y hace que el orgasmo sea más costoso de alcanzar. Estando borrachitos nos cuesta llegar al orgasmo por el mismo motivo que nos cuesta reaccionar rápidamente ante una amenaza repentina: todo nuestro sistema nervioso está inhibido.

Pero aún y estando sobrios y relajados, hay muchas personas a quienes les cuesta alcanzar el orgasmo, y para conseguirlo requieren gritos, forcejeos, decir obscenidades, les atraen situaciones tensas o morbosas como el riesgo de ser vistas, necesitan una estimulación directa final más fuerte, o realizan cualquier otra acción “extrema” para incrementar el estrés en la última fase del acto sexual y así facilitar la activación de las fibras simpáticas. Esta tensión “extra” es la que requieren para llegar al orgasmo, o para intensificarlo.

De hecho durante la elaboración de S=EX2 he conocido sadomasoquistas que dicen necesitar el juego con el dolor o la dominancia y sumisión para llegar a tener orgasmos. O personas que utilizan técnicas y pensamientos la mar de peculiares. También la base de la peligrosa asfixia autoerótica (masturbarse con una bolsa en la cabeza) es reducir los niveles de oxígeno en sangre para que el cuerpo tenga una brutal reacción de estrés físico que intensifique la sensibilidad y la respuesta orgasmática.

Comprender esta fisiología de la respuesta sexual también explica los peculiares casos de orgasmos espontáneos practicando ciertos deportes (la tensión muscular puede estimular los genitales y un esfuerzo repentino activar el sistema simpático), u otros fenómenos más delicados que explicaremos en próximos posts.

Y sin duda, además darnos pistas para –a riesgo de recibir un bofetón- consultar tras un bonito encuentro romántico si el orgasmo fue fingido pues no percibiste suficiente dilatación en las pupilas y distingues pocos puntos rojos en la parte superior del pecho… (parece claro que mi libro no trata de consejos de autoayuda, precisamente)

 

http://blogs.elpais.com/apuntes-cientificos-mit/2013/05/c%C3%B3mo-distinguir-un-orgasmo-fingido.html

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