El ‘biciclown’ llega a México y, por fin, puede hablar en español

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Después de pedalear por más de 100.000 kilómetros y recorrer 66 países, el español Álvaro Neil, conocido como el “biciclown”, se encuentra ya en México y, por primera vez en su largo periplo, puede comunicarse en su propio idioma.

Neil, antiguo empleado de una notaría de Madrid, comenzó en 2004 un largo viaje para cumplir con su proyecto, “Millas de sonrisas alrededor del mundo”, que incluye espectáculos gratis de payaso en centros que acogen a personas humildes.

Comenzó en África, siguió por Asia y Oceanía, y en junio del año pasado entró al continente americano por Alaska para comenzar una ruta hacia el sur y después hacia el este que le ha llevado ya hasta el norte de México, nación que visita por primera vez.

”Es el primer país desde que salí de España en el que puedo volver a utilizar mi lengua materna”, dijo telefónicamente a Efe Álvaro Neil desde Reynosa, ciudad fronteriza con Estados Unidos en el extremo nororiental de México, a donde llegó el pasado martes.

Le ha costado llegar a México. “Han sido los seis días más duros de los últimos años”, confesó, principalmente por unos vientos que soplaban en contra de su dirección que en Texas “no paraban ni de noche ni de día”, y con muchos problemas para acampar cada noche.

”Texas es conocida porque no tiene terreno público; todo es ‘private property’. Buscar dónde acampar cada noche era tarea de magos, más que de ciclistas”, recuerda el “biciclown”, y lo sabe bien porque sus espectáculos incluyen actos de magia.

Unido a ello, tuvo que circular por autopistas muy transitadas por camiones, cuyo ruido en el asfalto era “más agotador que el viento”. “Es como pedalear en un circuito de Fórmula 1, así durante ocho horas al día”, agregó.

Sus planes incluyen recorrer durante varios meses México, cruzarlo desde el noreste hasta la ciudad occidental de Guadalajara, y llegar a la capital mexicana hacia julio para volar después a Cuba, y regresar después a México para continuar hacia el sur.

México es el país 67 que visita en su viaje. Lo comenzó cuando tenía 35 años y espera terminarlo cuando tenga unos 50, hacia el 2017. Después de América, regresará a Europa, cruzará al Magreb y entrará después a España para terminar su aventura.

El “biciclown” se siente contento por estar en México. “Se puede volver a hablar con las personas en la calle, sin que se asusten. En Estados Unidos, cuando paraba un coche para preguntar una dirección, no bajaban la ventanilla porque tenían miedo”, recuerda.

Además, está feliz porque “se puede volver a comer en la calle”. “Cruzas la frontera (hacia México) y de repente eres alguien que suscita interés, a veces curiosidad y generalmente simpatía”. Eso sí, se queja, los mexicanos son malos conductores.

Su idea es ofrecer espectáculos gratuitos en México y charlas parecidas a las que ha dado en centros culturales y universitarios en todo el mundo.

Desde Japón, donde ofreció su último show a damnificados por el tsunami del 2011, no ha podido presentarse ante los más pequeños con sus espectáculos, “y desde eso ha pasado demasiado tiempo”.

”Lo he intentado en Australia, en Nueva Zelanda, en Estados Unidos y en Canadá, pero son países del Primer Mundo (…). Lamentablemente, creo que soy un payaso del Tercer Mundo”, dice el “biciclown”.

Su bicicleta, “Karma”, lleva una carga de 85 kilos. Fue bautizada por un lama en Bután y sucedió a “Kova”, con la que comenzó a pedalear en África, y “Koga”, que “murió” en Turquía cuando le atropelló un auto que circulaba en dirección contraria.

”’Karma’ y yo ya nos conocemos y ya sé de qué pie cojea, y ella sabe de qué pie cojeo, así que procuramos mantener la distancia, a pesar de que estamos juntos todos el día”, dice Álvaro Neil, nacido en la ciudad española de Oviedo (Asturias).

También lleva consigo una bandera asturiana enviada por el Centro Asturiano de Rosario (Argentina), y que se la repone cada vez que “el viento la destroza”.

Consultado sobre si el periplo que comenzó en 2004 se lo imaginaba así, responde contundentemente: “Es mucho mejor”.

”Esto es el paraíso (…). Esta vida merece la pena ser vivida, intensamente, con la sorpresa que te da el no saber dónde vas a dormir cada día”, dice el “biciclown”

 

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