El día de hoy concluyen los trabajos de la sesión 57”Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer” en la ciudad de Nueva York. A partir de los datos recopilados por la campaña del mismo órgano de Naciones Unidas el tema de la violencia de contra las mujeres y las niñas volvió a ponerse sobre la mesa de los Estados Miembros, entidades observadoras y ONG´s.
¿Qué habrán respondido los representantes de cada país? ¿Qué cara pondrían al decirles los terribles números que entregó la ONU el pasado 8 de Marzo, por poner solo un ejemplo?
Todo está conectado ahora, nos enteramos de las violaciones sexuales que van en aumento en la India, a lo que se aúna que sobre la región que abarcan países como Bangladesh, China, Indonesia, Papua Nueva Guinea y Sri Lanka se realizó un estudio sobre el uso de las agresiones por parte de los hombres en donde uno de cada dos reconoció haber usado la violencia física, psicológica y sexual sobre su pareja, que uno de cada cuatro admitieron haber violado a una mujer y uno de cada veinticinco haber participado en una violación tumultuaria.
Hemos escrito en éste mismo espacio una y otra vez los datos de la pandemia, sus alcances, que tocan a América Latina, a México. Justo ayer Anayeli García de CIMAC noticias señaló que el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio reportó un aumento en los asesinatos de las mujeres en un 68 por ciento, que de Diciembre de 2006 a Junio de 2012 se reportaron 4, 112 feminicidios y esto solo en 13 entidades.
Nosotras también tenemos casos emblemáticos, como la violencia sexual y tortura que padecieran las mujeres en el caso de Atenco sucedido el 3 y 4 de Mayo del 2006 que ahora está en manos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y que difícilmente se resolverá con un “ustedes disculpen, se nos paso la mano”.
Ninguna de las representaciones de la violencia contra las mujeres son hechos aislados, ni extraordinarios, son un continuum de discriminaciones y muerte. Hago un esfuerzo por imaginar la respuesta que tienen los gobiernos para la cara de Somayeh Mehri y de su hija Ra´na de Irán, víctimas de un ataque con ácido por parte de Amir Afghanipour, su esposo. Desafortunadamente la representación de su país en el evento internacional que le he descrito sigue suscribiéndose a que para evitar todas las formas de violencia, las mujeres deben lograr la dignidad a través de su rol, vea: “La mujer es la manifestación de la belleza de Dios, el centro de amor y misericordia que otorga a través de la maternidad en el ámbito de la familia, si su alma y comportamiento se corrompe y ella se ve privada de su derecho básico de ser esposa y madre éste solo hecho conduciría a una sociedad cargada de violencia”.
El New York Times ha nombrado a Irán, Rusia y el Vaticano como las entidades que justifican la violencia por situaciones de tradición, costumbre o dogma. El discurso de la Santa Sede no suelta su evasión al tremendo problema de salud pública que constituyen los abortos clandestinos, por lo que condena la práctica en cualquier circunstancia, señalando que para apoyar a una mujer agredida no hay que alentarla para que “agreda”. Así otras voces, se niegan a reconocer los derechos reproductivos e inclusive a nombrar como violación los ataques sexuales que padecen las mujeres por parte de sus maridos o parejas.
En cuanto a Rusia pues vaya usted a saber que mosco les picó, ya si pinta por estrategia política o porque las mujeres comparten la discriminación que se tiene en ese país para otros con otros grupos, o porque Vladimir no se ha quedado conforme con encerrar a Pussy Riot y va a por más.
Lo malo es que éste lado conservador está muy activo de cara a la pasividad de los movimientos feministas, que entre que se pelean por ver quién tiene más fans, quien lleva más razón, o cual feminismo es más válido por mejor incluir, por más alcanzar, etcétera, se ha dejado a manos de las instituciones oficiales la resolución de algo que toca a todas y a todos.
Pronto nos enteraremos de las conclusiones del evento, más palabras, más buena esperanza, pero pocas acciones concretas, en un mundo que no se sabe poner de acuerdo sobre las mujeres. Ya vio que somos la manifestación más bella, la vasija más codiciada, la más divina joya.
Pues nadie les ha pedido que nos definan, que el asunto no va por resolvernos a nosotras, nos queda claro que somos humanas y que no somos el problema, la violencia lo es.
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