Más claro ni el agua

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Imagínate que alguien te preguntara sobre el uso promedio de agua de los mexicanos por día. ¿Cuál sería tu respuesta? Probablemente asumirías que tomas unos dos o tres litros al día, descargas el escusado, tomas un baño una o dos veces, preparas algo para cocinar y terminarías con una decente cantidad de agua consumida. Quizás aún adivinarías la respuesta, que es de 300 litros al día por persona, lo que corresponde a dos bañeras completamente llenas.  Esta cifra coloca a México – con Estados Unidos, Australia, Italia y Japón – como uno de los cinco países con mayor desperdicio de agua en el mundo. Este consumo de agua se llama “consumo directo de agua”, ya que se puede ver (y quizás medir) lo que se consume.

Sin embargo, aparte del consumo directo de agua, también se necesita agua para producir productos industriales y agrícolas, a esto se le llama “consumo indirecto de agua”. De hecho, este consumo supera por mucho la cantidad de agua que necesitamos directamente en nuestras vidas cotidianas. De cada 100 litros de agua, sólo tres se gastan como agua directa, contra 23 litros en la industria, y 74 litros en la agricultura.

Esto significa que el consumo de agua para generar todos los productos que consumimos y exportamos es mucho más grande de lo que podríamos pensar. Para poner algunos datos en perspectiva: el Fondo Mundial para La Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) indica que la producción de un kilogramo de pollo requiere de alrededor de 4,000 litros de agua (25 bañeras), un kilogramo de carne de cerdo 4,800 litros (30 bañeras), y un kilogramo de carne de res, la inmensa cantidad de 15,500 litros de agua (100 bañeras).

Tabla IntPública 30may13

Si incluimos este consumo indirecto de agua en nuestra ecuación, nos encontramos con un número mucho más alto de consumo diario de agua per cápita. La organización Water Footprint concluye que ambos, los mexicanos y los europeos, utilizan un promedio de 4,000 litros (25 bañeras) de agua por día, mientras que un estadounidense consume en promedio 7,000 litros (45 bañeras), que se puede asociar particularmente al consumo masivo de carne de res.

De este modo, la manera de vivir y comer define fundamentalmente la cantidad de agua que desperdiciamos, y como consecuencia afecta al medio ambiente. Entre otras cosas, el uso insostenible del agua disminuye el nivel de las aguas subterráneas, acelera la desertificación y destruye la flora y fauna. Como resultado, el consumo de agua en el futuro será más caro y se convertirá en un producto de lujo, lo que afectará especialmente a los sectores más pobres de la población.

¿Qué significan estas cifras en términos de recomendación de políticas públicas? Aunque imponer un impuesto a los productos que generen mayor consumo de agua podría ser una opción, esto limitaría la libertad personal y generaría una inmensa desigualdad. Cada ciudadano debería tener el derecho de comer un bistec si quiere, y ésta libertad de elección no debe ser tocada por el estado a través de un impuesto. Sin embargo, existen medidas eficaces que no disminuyen nuestra calidad de vida. Por ejemplo, en el Estado de África Central de Ruanda, la política que ha reducido enormemente la escasez hídrica ha sido la prohibición del uso de bolsas de plástico, para cuya producción se necesitan grandes cantidades de agua. En lugar de bolsas de plástico, los ruandeses tienen que usar bolsas reciclables naturales, y como resultado, Ruanda no sólo es un país más ecológico, sus calles también son maravillosamente limpias.

Además, es una práctica común en muchos países el pagar por bolsas en el supermercado, un incentivo para que la gente lleve sus propias bolsas reciclables, lo que reduce tremendamente, la cantidad de plástico. Estas políticas serían fáciles de ejecutar y podrían ser un pequeño pero importante paso en la dirección correcta.

http://www.animalpolitico.com/blogueros-inteligencia-publica/2013/05/30/mas-claro-ni-el-agua/#ixzz2UoW42mQU

 

 

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