Columna Desde la mano izquierda: 8 de Marzo

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La historia de este 8 de marzo Día Internacional de la Mujer no se originó desde los gobiernos ni desde los organismos internacionales sino como bien reconoce Naciones Unidas, provino de los movimientos de mujeres que lucharon por el sufragio, el trabajo digno y la paz, derechos que hoy disfrutamos muchas, aunque otras miles todavía están a la espera de su acceso.

 

Parece increíble que hayan tenido que pasar casi 66 años entre esos movimientos y la adopción de este día internacional en marzo de 1975, del mismo modo en que suena inaudito que 44 años después hasta hoy ONU Mujeres todavía indique que 740 millones de mujeres sigan en empleos informales con poco acceso a la protección social y los servicios públicos, que las mujeres realicen el doble de trabajo doméstico y de cuidados, además de que una de cada tres estemos en constante riesgo de padecer violencia a lo largo de nuestra vida. De ahí que su lema para este día: “Pensar en igualdad, construir con inteligencia e innovar para el cambio” suene a poco.

 

Precisamente la historia de estas luchas muestra con toda claridad que en el pensamiento de nuestras antepasadas siempre estuvo la igualdad como principio rector de sus acciones, que construyeron ideas extraordinarias que son las que nos tienen aquí, que innovaron sin parar formas diferentes y diversas de vivir aun en contra de los prejuicios y los estereotipos de género que las mantuvieron en la invisibilidad, una tremenda injusticia que apenas se atisba en la recuperación de las aportaciones que le dieron al mundo.

 

Ponga que hablo de este país en donde mujeres como Margarita Ortega, Marcelina Galindo Arce, Elvia Carrillo Puerto, Consuelo Zavala, Amalia González, Elvira Trueba, Hermila Galindo, consiguieron el reconocimiento de nuestros derechos políticos, además de los grupos feministas de mujeres que desde los años setenta comenzaron a discutir y a exponer la situación desigual que se legitimaba en las leyes, la criminalización del aborto que todavía agrede los derechos sexuales y reproductivos así como las experiencias de violencia que en ese entonces eran parte del ámbito privado. Sin ellas, sin el riesgo latente al cual estuvieron expuestas, sin la valentía que les hizo salir a las calles México no sería lo que es, ni nosotras tampoco.

 

Pero casi cien años después, luego de que la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) fuera ratificada en 1981, luego de que la Convención Interamericana sobre la Prevención, Sanción y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres de Belem do Pará fuese suscrita en 1998… ni las recomendaciones de sus comités de expertas ni la reforma constitucional de derechos humanos de junio de 2011 han conseguido que buena parte de los derechos de las mujeres no sólo estén en el papel de estos instrumentos ni que de tanto en tanto los que sí se han logrado materializar no estén en riesgo por la ignorancia del poder en turno.

 

Apenas en lo que va desde diciembre a la fecha se han acrecentado las amenazas en su perjuicio, desde la pugna por conseguir los recursos para continuar con los programas destinados a la perspectiva de género, la que se gesta para evitar la desaparición de las estancias infantiles que se hacían cargo del cuidado de hijos e hijas de madres trabajadoras, la conservación de los refugios y las organizaciones de la sociedad civil hasta el terrible retroceso al que se sumó Nuevo León al establecer la directriz antiderechos en su constitución obstaculizando el acceso a la interrupción del embarazo y la última propuesta del senador Eruviel Ávila, el mismo ex gobernador del Estado de México la entidad con mayor número de feminicidios del país que ahora sí le interesa la vida y quiere integrar sus creencias personales para hacerlas ley.

 

De ahí que sigamos hablando en términos de lucha, porque uno se sus significados apunta a que luchar es abrirse paso en la vida y mire si no nos hemos ganado el verbo. En esta conmemoración efectivamente las feministas recordamos lo que les ha costado a otras, pero también mirando hacia el futuro, lo que es nuestro deber proteger a toda costa. A más ver.

Para GAP, mi gran compañera feminista.

 

Claudia Almaguer

Twitter: @Almagzur

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