El Radar, El Editorial de Antena.
Cuentan algunos que desde muy joven lo decía: “soy Ricardo Gallardo y voy a ser Gobernador”. Con 40 años cumplidos fue electo con una votación histórica, venció a los partidos hegemónicos en alianza y aún aplastó al partido del Presidente López Obrador tomando protesta justo hace un año.
Hoy la caja de resonancia de sus proyecciones es digna de análisis. Hay que reconocer su determinación y claridad de miras, habrá que revisar como su perfil estalla para bien y para mal de sus intenciones.
La campaña de su primer informe es simple, hace una referencia de reciprocidad elemental haciendo match con la voz popular que enarbolaron sus publicistas en campaña, sus huestes, la bien trabajada base social que alimentaron durante años en la zona centro y luego en las restantes regiones estatales le patentaban: “Pollo, yo te apoyo”; hoy el Gobernador regresa un sencillo, “El Pollo te apoya”
La cercanía del rockstar de la escena local con las masas es inusitada, el techo de su lealtad una incógnita.
En uno de los anuncios de radio que se plegaron a la campaña multimedia que inunda todos los rincones del estado, se escucha al locutor dar las gracias al Gobernador por su trabajo. Exige entre líneas abiertamente a la colectividad, agradecer la bendición de tenerlo como líder y dirigente, faltaba más, es nuestro padrino y todos somos ahijadas o ahijados, y exige como debe de ser que le besen la mano; dentro de todo es el gestor más eficaz de su ego y el guardián inefable de sus propias inseguridades.
¿Qué entraña este extraño trazo megalómano? Paradójicamente, esta necesaria defensa puede a la vez llevarnos a la creatividad y a los límites de la legalidad.
Hace unos días aclaró categórico que no era Morenista pero sí Obradorista, un matrimonio por conveniencia que es su potencial ruta para llegar a las grandes ligas de la política nacional. Pero, ¿cuándo la ambición del ejercicio escalonado del poder vuelve perversa?
¿Realmente alguien duda que Gallardo puede dejar San Luis por buscar otras metas más altas?
Nuestro 2 porciento nominal proporcional es poco alpiste para mucho Pollo.
Gallardo y AMLO se parecen en las formas, pero difieren en el fondo, el potosino ejerce el populismo sin ideología, es un dechado de pragmatismo mientras el Presidente es un narrador inefable de sus premisas, ambos delimitan que su llegada al poder es el inicio de una nueva era, la de la cuarta transformación, o la de la redención de un estado que sufre de una herencia maldita de todo, usos, costumbres, personas, colores, partidos, familias y convencionalismos. El poder de Gallardo aquí es contrario al de AMLO en el plano nacional, un ejercicio con casi ningún contrapeso, mientras que el del Macuspano encarna una afrenta a medios de comunicación que conceden pero no entregan sus espacios, la resistencia existe porque la franja que lo apoya termina siendo solo su clientela, los simpatizantes se esfumaron al medir el tamaño de sus propias contradicciones. En San Luis, hay un dominio tal y un descarrilamiento de los poderes fácticos tradicionales que no hay quien le sostenga la mirada, entre el ejercicio real de poder, la burbuja en la que lo han metido sus proyecciones y el resquemor que causan silenciosamente las leyendas urbanas que rodean su poder, no existe báscula, solo un gobernador que se siente artista del populismo, pero que no se recata al improvisar.
A López Obrador lo han comparado justo con el Presidente que le tocó enterrar, Luis Echeverría, cuentan las viperinas lenguas que el ex mandatario de la guayabera un día le prometió a un pueblo la construcción de un puente, uno de sus asesores se acercó con discreción y le dijo que en ése sitio no había río alguno, Echeverría atajó con sorda simpatía, “les traeremos un río también”. Gallardo quiere convertir la Joya Honda en Río de Janeiro, la Fenapo en una Expo mundial plagada de gruperos, anuncia obras sin presupuesto aprobado y quiere mutilar violadores antes de llevarlos al patíbulo para complacer.
Con todo y eso, Gallardo es la figura pública más importante del estado en las últimas 3 décadas, personaje controvertido y portador de tempestades a favor y en contra, ha estado en la gloria y el infierno y ha echado en un sexto de su mandato, tanta carne al asador, que a veces se nos olvida que la mitad es de soya.
Nadie puede escatimar el positivo efecto de su trabajo en el antiguo periférico, el parque Tangamanga, sus promesas cumplidas sobre placas y tenencia, los crecientes programas sociales, la gestión de recursos en infraestructura sin comparación. Pero nadie puede soslayar que el antiguo periférico fue efectista y tuvo fallas a días de inaugurado y que además la iluminación es con cables que cuelgan peligrosos, que el Parque Tangamanga se puso al 100 con sobreprecios y sin licitación y que el número 2, tiene atascado su avance en la olvidada zona norte de la ciudad, que finanzas no podía, ni aún pude contener el embate de la gratuidad, al interior y al exterior, el tráfico de dinero negro en la dependencia no paró y la caja chica para múltiples fines se extinguió irremediablemente, que todos los miles de millones en infraestructura son bien celebrados pero que a causa de su opacidad poco nítidos, el discurso anticorrupción y la estela de la herencia maldita se diluyen en un momento de absoluta oscuridad. Todo termina en festejo prolongadísimo donde ya no hay novedad en la canción estelar, ni tampoco sorpresa en el show de luces, tanto dominio cansa, el manejo sobresaturado de su imagen aún siendo ilegal agota, el auto discurso complaciente y fatuo aleja el interes real y complica la credibilidad real.
Hay voces que dicen que realmente no maneja el gabinete (ni reuniones hay), que hay ministros que no tienen ni acceso a su teléfono personal, no hay planeación y todo se resuelve en Palacio pero en la oficina contigua. El solo ejecuta su brillantéz para demostrar que no es un gobernador exitoso, sino el primer rockstar estadista, (que tiemblen Mojica u Obama).
No se ve desde la trinchera a nadie que tampoco ejerza al menos de contrapeso de conciencia o moral, los tiempos de… ¿Qué horas son Godinez?… Las horas que usted quiera Señor Gobernador regresaron y sería estúpido no notarlo.
Su peor augurio está en el espejo de reflectores al que es adicto, su incomprensible Waterloo está en casa, hoy por hoy no existe manera de contradecirlo con éxito, pero un Gobierno basado en el impacto del pan y circo corre el riesgo de sufrir la rebelión de sus propios leones.