POPOL VUH 102

DESTACADOS, OPINIÓN, POPOL VUH

Por Mario Candia

3/04/25

LA FEMINIZACIÓN DE LA POBREZA La feminización de la pobreza es un fenómeno que describe cómo las mujeres se ven desproporcionadamente afectadas por la pobreza en comparación con los hombres. Este concepto no solo refleja una mayor incidencia de pobreza entre las mujeres, sino también la profundidad y persistencia de las desigualdades de género en ámbitos como el acceso a recursos económicos, educación, oportunidades laborales y derechos sociales. La carga desigual del trabajo doméstico y de cuidado, la brecha salarial y la falta de acceso a la seguridad social son algunos de los factores que contribuyen a este problema estructural.

DESIGUALDAD En México, la feminización de la pobreza es una realidad tangible y preocupante. Según datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), el 37% de las mujeres mexicanas viven en situación de pobreza, lo que equivale a 24.8 millones de mujeres. Estas mujeres enfrentan múltiples carencias sociales, incluyendo acceso limitado a educación, servicios de salud y seguridad social. Además, destinan más del doble de tiempo que los hombres en trabajos no remunerados, como labores domésticas y de cuidado, lo que limita sus oportunidades de empleo remunerado y perpetúa su dependencia económica. De hecho, el 30% del ingreso de las mujeres en pobreza proviene de fuentes indirectas, como apoyos familiares o programas sociales, en comparación con el 7% en el caso de los hombres.

BRECHA SALARIAL Uno de los factores clave que refuerzan la feminización de la pobreza en México es la brecha salarial. Las mujeres en edad productiva participan menos en el mercado laboral (45%) en comparación con los hombres (78%), y su ingreso anual promedio es 54.5% más bajo. Esta disparidad refleja discriminación laboral, distribución desigual del trabajo no remunerado y otras barreras estructurales que dificultan su desarrollo profesional y económico. Además, una proporción considerable de mujeres trabajan en la economía informal, sin acceso a prestaciones ni derechos laborales, lo que las hace más vulnerables a la pobreza extrema.

PROBREZA ENERGÉTICA Otro aspecto relevante es la pobreza energética, que afecta de manera desproporcionada a las mujeres. Aunque la mayoría de la población tiene acceso a electricidad, muchas mujeres enfrentan dificultades para mantener condiciones térmicas adecuadas en sus hogares debido a la falta de electrodomésticos eficientes y accesibles. Esto perpetúa la desigualdad, ya que son ellas quienes mayoritariamente se encargan de las tareas domésticas y de cuidado. La falta de acceso a energía asequible impacta no solo su calidad de vida, sino también su salud, ya que en muchos casos dependen de combustibles contaminantes para cocinar y calentar sus hogares.

VIOLENCIA Además, las mujeres en situación de pobreza enfrentan mayores riesgos de violencia de género y discriminación. La vulnerabilidad económica reduce sus opciones para salir de entornos violentos y limita su acceso a servicios de apoyo. La violencia de género no solo es una consecuencia de la pobreza, sino también un factor que la perpetúa, ya que afecta la salud física y emocional de las mujeres, impidiendo su desarrollo pleno en la sociedad.

EQUIDAD Para combatir este fenómeno no solo se debe pensar en programas sociales, es fundamental fortalecer el acceso a la educación, generar empleos dignos y bien remunerados, ampliar la cobertura de seguridad social y garantizar que las mujeres puedan participar plenamente en la vida económica y política del país. Solo así se podrá avanzar hacia una sociedad más equitativa y con menos desigualdades estructurales.

Hasta mañana.

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