En 1 año y 8 meses los chilalpenses han sido baleados, decapitados, desmembrados, apuñalados, ahogados y hasta lapidados, entre muchas otras formas de perder la vida, revela el investigador social…
La muerte podrá ser inevitable, pero en Chilapa también es codiciosa. Fallecer a manos de un sicario en el municipio es una certeza estadística casi sin comparación en México y el resto del planeta: desde que una suerte de hiperviolencia narca se disparó en esta zona amapolera de Guerrero a finales de 2013, una persona es asesinada en promedio cada 5 días.
En total, en apenas 1 año y 8 meses, 105 chilalpenses han sido baleados, decapitados, desmembrados, apuñalados, ahogados y hasta lapidados, entre muchas otras formas de perder la vida.
Lo anterior, sin contar a los desaparecidos, que rondan los dos centenares y que bien podrían disparar las estadísticas a otra liga si se contabilizaran como homicidios. Lo que es indudable es que “Chilapa nunca había sido tan violenta”, sostiene el investigador y antropólogo social de la Universidad de Alabama, en Birmingham, Chris Kyle, quien ha estudiado la inseguridad en el municipio desde hace siete años. “Entre 2009 y 2010 hubo un importante brote de violencia tras el colapso del cártel de los Beltrán Leyva y el ascenso de Los Rojos, pero fue modesto con lo que hemos visto en los últimos 16 meses”.
Las cifras detrás de esta macabra compilación podrán no parecer mucho a la luz de los miles de fallecidos que ha dejado la violencia en el país —de 60 a 80 mil a última cuenta—, pero si se toma en cuenta que Chilapa es una población pequeña, adquieren proporciones de desastre civil. En 2014 este municipio de 112 mil pobladores tuvo una tasa de homicidio estratosférica, cercana a 54 por cada 100 mil habitantes, que le habría llevado a ubicarse sólidamente entre las 20 ciudades más peligrosas del mundo, de no ser una localidad tan alejada de la atención nacional e internacional.
Eso se acabó con los reflectores que ha traído la desaparición hace unos días de hasta 30 personas y el asesinato de un candidato a presidente municipal. Por lo pronto, con al menos tres matanzas registradas en lo que va de 2015, Chilapa ya va en ruta de duplicar y demoler el récord del año anterior. Hasta el 20 de mayo había 47 homicidios contabilizados, tendencia que sugiere que el año terminará rondando las 100-110 ejecuciones. El municipio quedará justo por debajo de zonas metropolitanas sumamente violentas, como San Pedro Sula y Caracas, las dos más peligrosas del mundo.
Estos y otros hallazgos se desprenden de la obsesión del doctor Kyle, quien ha visitado Chilapa recurrentemente desde 1987 y es autor del que con toda probabilidad es uno de los pocos libros jamás editados en lengua inglesa sobre la región, el aptamente titulado Alimentando Chilapa: nacimiento, vida y muerte de una región mexicana.
Tras monitorear media docena de medios de comunicación de forma rigurosa por siete años, Kyle posee ahora una de las bases de datos más extensas compiladas tanto en México como en Estados Unidos sobre homicidios en Guerrero, una que se halla casi a la par de la de la Fiscalía General de Justicia del estado (la suya cuenta con 11 mil muertes, la oficial con 13 mil). Este banco de información, al que tuvo acceso MILENIO, no solo se compone por números: Kyle ha georreferenciado muerte por muerte e indagado la profesión del occiso, su edad, el tipo de asesinato, el arma utilizada y hasta si habíanarcomensajes hallados al lado del cuerpo. Por supuesto, también investigó el nombre de la persona.
“En el otoño de 2008 estaba preparando una propuesta para llevar a mis estudiantes a Chilapa para un estudio de verano en antropología cultural”, explicó el investigador vía correo electrónico. “Pero en diciembre un grupo de soldados fueron decapitados en Chilpancingo por el cartel de Beltrán Leyva, y eso me instó a revisar la violencia por mí mismo. Al principio solo era una investigación secundaria, pero al expandirse la violencia, se convirtió en una compulsión”.
Esa compulsión como él la define lo llevó a utilizar un programa de geolocalización con el que ha identificado el sitio preciso de miles de homicidios en Guerrero, un esfuerzo prácticamente sin igual en el país. Como si se tratara de un alfiletero, su mapa muestra la marejada de asesinatos que ha sacudido al estado en los últimos años y que se ha cebado con particular virulencia en Chilpancingo, Iguala y Acapulco. Es una cartografía de la muerte tan detallada que en algunos casos contiene datos como si un cuerpo fue lanzado al lote baldío X, la casa Y o la carretera Z.
Pero Chilapa tiene un sitio especial en la base de datos del investigador estadunidense.
En el municipio, que gusta nombrarse La Atenas del Sur por su supuesta civilidad, Kyle ha documentado la barbarie. Tiene registros de la muerte de albañiles, amas de casa, panaderos, campesinos, políticos, policías, comerciantes, taxistas, estudiantes, empresarios, ganaderos, vendedores de colchones, taqueros y hasta paleteros. De sicarios, ha contabilizado la muerte de 10, incluida una mujer, Alejandra, La Chola, una presunta asesina tlaxcalteca que vino a morir a Guerrero y cuyo cuerpo fue descubierto encajuelado en julio del año pasado.
Kyle admite que conforme fue pasando el tiempo “mi base de datos creció en tamaño y sofisticación… Contacté a otros académicos que rastreaban la violencia en México con la esperanza de combinar mis registros con los de ellos. Resultó que mis datos eran más detallados que los de nadie. Hasta donde sé, es la base de datos más grande, detallada y completa de homicidios en México que hay”.
—¿Cuál diría que es su principal hallazgo con esta base de datos?
—Que en México simplemente no hay un Poder Judicial que funcione.
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Fuente: Milenio