Caciques que intentaron trastocar la UASLP; a 100 años de la autonomía

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Abelardo Medellín

Una autonomía interrumpida, cacicazgos con intereses particulares y los esfuerzos para combatirlos, son algunos de los momentos coyunturales que dieron forma al principio de autonomía que este martes 10 de enero conmemora y celebra la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) en su centenario, de acuerdo con lo que dijo el historiador y maestro en Estudios Históricos, Tomás Gómez Mata, en entrevista con Astrolabio Diario Digital.

Antes de la autonomía, después de la revolución

En su recuento de los momentos torales en la historia de la UASLP, Gómez Mata, egresado de la UASLP y maestro por parte de la Universidad Autónoma de Querétaro, inició recordando aquellos sucesos previos al otorgamiento de la autonomía, que se vivieron durante el periodo revolucionario.

“La institución como tal, el antecedente directo es el Instituto Científico y Literario, que incluso tuvo que defenderse también de las injerencias de los gobiernos y hay un punto clave en 1912, porque en ese momento el gobernador Rafael Cepeda impone a David Berlanga como secretario de Educación y lo que hace es, entendiendo el contexto de la época, la propuesta de quitarle el presupuesto a la institución de educación superior, para ponderar o para enviar el mayor presupuesto posible a la educación básica”.

El historiador narró que, en aquel entonces, la propuesta de redirigir el presupuesto de la Universidad a la educación básica partía de la premisa de “educación popular”, que se defendía durante los tiempos revolucionarios.

Derivado de dicha propuesta, surgió al interior del entonces Instituto un movimiento estudiantil que, a través de huelgas, se manifestó por la defensa de la educación superior en San Luis Potosí; finalmente, dicha propuesta no se realizó debido a la situación histórica que vivía el país, e incluso se llegó a plantear la creación de una segunda institución de educación superior apoyada por las élites potosinas.

“Hacia 1921, siendo todavía el Instituto Científico, y gobernador Rafael Nieto, este ya tenía las intenciones también de poder separar a la institución como tal de los vaivenes de la política. Él mencionó en algún momento, en una ceremonia de premiación de estudiantes en 1921, que ya era necesario hacer ese cambio”.

Dentro de la página de la Universidad se puede encontrar un fragmento de aquel discurso referido por el historiador, en el cual Rafael Nieto aseguró que ya era tiempo de “(…) que este establecimiento educacional [el Instituto Científico y Literario] constituya una entidad moral independiente y alejada de los vaivenes de la política. Al efecto, está ya en estudio la organización de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Confío en que la nueva entidad moral seguirá haciendo honor a sus antecedentes meritorios y prestigiosos y que, en el campo cultural de la República, sea como las rocas centinelas, que en lo más alto de las montañas y mientras las sombras cubren aún los valles, reciben las primeras el beso fecundante del nuevo sol”.

Gómez Mata explicó que la propuesta de Rafael Nieto fue fundada en que otras instituciones de educación básica, como la Universidad de Michoacán (en 1917), la Universidad del Occidente y la Universidad de Yucatán, ya habían obtenido su autonomía jurídica respecto de los gobiernos.

El historiado afirmó que este principio de autonomía, si bien era nuevo para las instituciones de educación superior de México, no era nuevo en el continente, ya que en 1918 aconteció la reforma universitaria de Córdoba, Argentina.

“Hacia 1923, Rafael Nieto mediante el decreto 106, el 9 de enero, el famoso decreto que se está conmemorando este mes, pues le dio la autonomía a la Universidad como tal, pero aquí viene el punto importante, esa autonomía en realidad fue frágil, duró poco”.

La muy breve autonomía

Gómez Mata contó que durante el cambio de Gobierno estatal en San Luis Potosí hacia 1924, el gobernador Aurelio Manrique de Lara realizó el decreto 74 con el cual terminó por suprimir la recién conseguida autonomía de la Universidad.

“Las condiciones del momento, hay que verlas, esa elección la había ganado Prieto Laurence, pero se da la rebelión delahuertista a nivel nacional, queda Aurelio Manrique, tiene ideas muy radicales, en el sentido de poder otra vez controlar el estado, que el Gobierno controle prácticamente todos los ámbitos de la vida pública”.

De acuerdo con el historiador, el control de la Universidad era uno de los aspectos primordiales que buscaba manejar Manrique de Lara, lo que lo llevó a suprimir la autonomía a menos de un año de haber sido otorgada por su antecesor.

Caciques, educación socialista y el regreso de la autonomía

Luego de la pérdida de la autonomía, el rector Jesús García Lozano fue sustituido durante unos meses por Vicente Gómez Sologuren; durante los años siguientes llegaron al cargo León Moctezuma Barragán (1926-1928), seguido por Santos Hernández Guevara (1928-1930), Felipe Gómez del Campo (1930-1931), Jesús R. Alderete (interino en 1931), Homero Acosta (1932) e Ignacio Ramírez Arriaga (1933).

“Hacia 1934, ya en estas vísperas donde va a gobernar, bueno era la sucesión de un solo partido, Lázaro Cárdenas, y él, con la idea de la educación socialista, termina envuelto en polémicas con las universidades, precisamente para las defensas de sus autonomías”.

El historiador rememoró que desde 1919 la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tenía un conflicto con el Gobierno debido a la presión de ciertos grupos que pugnaban por un modelo de educación socialista, desde la educación básica y hasta la superior, pero que siempre encontraba resistencia al interior de las universidades.

Pese a la resistencia que solían mostrar las casas de estudios en esa época y como la Universidad de San Luis Potosí había perdido su autonomía, fueron los alumnos quienes se tuvieron que organizar y reunir con Saturnino Cedillo para expresar su descontento con este nuevo modelo.

“Saturnino Cedillo, recordemos, al principio fue un aliado de Cárdenas, pero fue también uno de los principales opositores de la educación socialista y conforme a ello los estudiantes, profesores, enarbolaron la defensa de la educación”.

Fue entonces, durante el gobierno del Ildefonso Turrubiartes, cuando la XXXIII Legislatura emitió el Decreto 35, del 23 de febrero de 1934, con el que devolvió la autonomía a la casa de estudios y le dio el nombre de Instituto Científico y Literario Autónomo de San Luis Potosí.

En aquel decreto se estableció que la institución sería “una corporación autónoma con plena personalidad jurídica y facultada para impartir instrucción profesional, dirigir la parte técnica y docente del Hospital Civil Dr. Miguel Otero, expedir títulos y certificados, determinar las condiciones para la revalidación de estudios y procurar por todos los medios a su alcance, la creación y difusión cultural”, además de que se determinó que “el instituto administraría el Edificio Central y sus anexos, el mobiliario, la Biblioteca Pública, legados o donaciones, cuotas, rentas, nuevos bienes adquiridos y un subsidio de al menos 18 mil pesos”.

“Tenemos ahí otro caso interesante, un cacique le da la autonomía, en ciertas circunstancias también porque él está en contra de la educación socialista, no es tanto que defienda la institución potosina como tal”.

Los otros embates del cacicazgo potosino

El historiador comentó que otro de los caciques que tiene en su historia el estado fue el político y militar Gonzalo N. Santos, quien, curiosamente, elevó a rango constitucional la autonomía de la Universidad.

“Lo mencionaba en el artículo 100 de ese momento, ya luego cambiaría y actualmente pasaría a ser el artículo 11 de la Constitución de San Luis Potosí, donde se le da rango de autonomía, siendo rector en ese momento Augusto Díaz Infante”.

De acuerdo con Gómez Mata, la devolución de la autonomía que promovió Saturnino Cedillo y el establecimiento constitucional de este principio que emprendió Gonzalo N. Santos, fueron, de cierta forma, una estrategia para maniobrar y manejar los “hilos de la política local”.

“Si bien Gonzalo N. Santos aparece como el dador de la autonomía, no dejó nunca de poner las narices en la institución y los movimientos que se dieron en el interior para que las huestes santistas no tocaran la institución, fueron bastante importantes, en 1954, 1956, y el más representativo de 1958, precisamente cuando fue rector Manuel Nava”.

Según el historiador, el rector Manuel Nava Martínez tenía un “pleito casado” con Gonzalo N. Santos debido a que este último, al no poder incidir en la Universidad ni poder meter a su gente, terminó por bajar el recurso económico de la institución para afectarla.

Derivado de esta situación, Manuel Nava enarboló un movimiento contra el caciquismo y el Gobierno para la defensa de la autonomía que fue de suma importancia para la salvaguarda de la institución, explicó el historiador.

“Lamentablemente ese año fue su muerte y es cuando se percibe también que Gonzalo N. Santos, el grupo santista, desde la propia federación de estudiantes, que era la FUP, intenta imponer un rector, catedráticos, etcétera, etcétera”.

El futuro y sus riesgos para la UASLP

Gómez Mata habló por igual de los retos a futuro que tiene la institución luego de 100 años de autonomía y comenzó por opinar que la Universidad debe tender al proceso de transformación por el que pasa una sociedad y, en ese sentido, es importante que la UASLP sea defendida por la sociedad misma en la que está enmarcada.

“Curiosamente se ha visto trastocada por gobiernos y regímenes que quieren abarcar cada elemento de la presencia pública del estado, en momentos caciquiles, como lo fue el de Gonzalo N. Santos, como lo fue el de Saturnino Cedillo, como se está viendo actualmente el gobierno de Gallardo, en el sentido de que busca trastocar el presupuesto”.

El historiador comentó que un Gobierno como el que encabeza actualmente Ricardo Gallardo Cardona en San Luis Potosí, parece no tener un mayor interés en apoyar la educación superior y por eso es importante que la sociedad ponga atención en las actitudes “populistas” que reflejen los gobiernos.

Gómez Mata mencionó que para evitar los posibles embates que se puedan emprender contra la institución, sería importante la conformación de una comunidad universitaria que defienda la autonomía de la institución.

“Las universidades también son puntos medulares de nuestras sociedades, entonces yo creo que la autonomía como tal, es la defensa de la educación superior, la defensa de la educación pública¸ y en sus fines de educar, investigar y difundir la cultura, y la libertad de cátedra, sobre todo, debe tomarse en cuenta eso, que es el bastión de nuestra sociedad”.

El llamado a las nuevas generaciones

Para el historiador, la mejor forma para convocar y convencer a las nuevas generaciones de la importancia de defender su autonomía es ayudarles a que conozcan su propia historia.

“He conversado con las generaciones de estudiantes de los años 70, de los años 80, y curiosamente ellos tampoco conocían su historia anterior, la historia de los años 50, de los años 40, donde los estudiantes eran también agentes importantes de transformación dentro de la propia Universidad y la época que a mí me tocó, pues se sentía como con una apatía por un estado de confort”.

Gómez Mata expresó que la apatía por conocer la historia universitaria fue una de las causas del desconocimiento, que también fue secundada por el hecho de que las autoridades no se han interesado de forma adecuada en la cultura política del estudiantado.

“Se confunde mucho a veces con la politiquería, con la intromisión de grupos, eso no es. La cultura política es la conciencia como tal, de poder enarbolar banderas de transformación de la institución y posteriormente de la trascendencia de los momentos universitarios hacia la sociedad y como veo la autonomía debe ser uno de los factores más importantes de movilización estudiantil en caso de que esta se intente trastocar”.

El historiador aclaró que, si bien no hay elementos para decir que algún Gobierno esté trastocando la autonomía actualmente, existen señales de que la administración estatal podría tratar de incidir en la UASLP, lo cual es razón para buscar defenderla.

“Como universitarios, como profesores, como administrativos, debemos siempre estar pendientes, debemos defender la autonomía, porque es un derecho”, agregó.

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