Ahora que está tan de moda ser joven, o parecerlo, pocos se detienen a pensar en el escenario que tienen las personas mayores ante sí, ese espejo que representan, puesto que para allá vamos todos, ya que a la fecha, el paso del tiempo no tiene remedio conocido y el envejecimiento es también parte de vivir. Tendría que ser disfrutable ¿no cree? Con plenitud, con dignidad, con muchos escuchas para esas, las mejores historias.
Desafortunadamente no siempre sucede de ese modo, ahí está el ejemplo de abuso que denunciara Carlos Rodríguez Montes de Oca en las redes sociales y la publicación de fotografías en donde aparece un agente de policía del Distrito Federal lanzando una cubeta de agua en el cuerpo de una mujer mayor, indigente, pobre, sin hogar. La respuesta del titular de la Secretaría de Seguridad Pública acerca de que se llevara a cabo una investigación sobre el actuar indebido y el abuso de poder resuelve algo, pero no las condiciones de vida en las que esa mujer se encuentra.
La Conapred señala que las personas adultas mayores viven más de un tipo de discriminación, puesto que la etapa de vida que atraviesan se relaciona equivocadamente con la ineficiencia, la lentitud y la poca productividad, lo que les hace proclives a la exclusión, a la marginación y al maltrato. Ya sea por factores económicos o por los cuidados que van requiriendo por la pérdida de autonomía, el caso es que estas personas entran a la dinámica familiar de quienes tienen la obligación de procurarles, o se ven conminados a compartir su espacio con ellos. Es en ésta tesitura donde se puede generar la violencia, pues la fortaleza física ha disminuido y la dependencia económica o alimentaria puede exponerlos a ser víctimas de agresiones, a ser despojados de sus bienes o abandonados a su suerte.
Otro de los factores que convergen para la vulnerabilidad de éste grupo de población son las enfermedades, la Organización Mundial de la Salud indica que sus principales causas de muerte son por enfermedades cardiacas, accidentes cerebro vasculares o pulmonares crónicas. Aunque hay otras generadoras de discapacidad como el déficit visual, la demencia, la pérdida auditiva y la artrosis. Por lo que a nivel mundial se hace un énfasis en la necesidad de generar políticas de salud para la prevención y control de dichos padecimientos y también de prepararse para el reto que implica dar atención y cuidados paliativos de larga duración
“Tenemos que reinventar nuestra manera de entender el envejecimiento” dice Martin Prince, profesor de psiquiatría epidemiológica en la Universidad de Londres; es posible a través de la investigación médica que tiene claro que entre el 2000 y el 2050 habrá un aumento de personas de 60 años o más de 605 millones a 2000 millones, pero también lo es a partir de la creación de entornos de esparcimiento y participación adaptados a sus necesidades, de su integración a la vida social, política, laboral y artística.
Sobre todo de una cultura de respeto. A los mayores de hoy les toca convivir con una generación de adultos jóvenes que se resiste a crecer, que no sale de casa, que se infantiliza o delega la responsabilidad del cuidado de los hijos a los y las abuelas, que limita su tiempo en torno a sus prioridades. Desde luego que no son todos los casos pero si los suficientes como para poner atención, una familia indiferente a sus integrantes mayores, crea sociedades que también lo son, en donde es normal mirar de vez en vez, las agresiones y el estado de abandono como el que recién le he comentado.
Podría ser, que necesitamos todos y todas aprender a acompañar en todos los momentos, asumir lo que nos toca en cada etapa de la vida, actuar en reciprocidad con las herramientas que nos fueron brindadas a través del trabajo y del esfuerzo de los y las que nos anteceden, después de todo no es un favor, sino una obligación y un destino. En la medida que procuremos su buena estancia estaremos escribiendo la nuestra.
Claudia Almaguer
Twitter: @Almagzur