Los virus que manipulan a sus huéspedes, convirtiéndolos en algo parecido a los zombies de la ficción, son una fuente de preocupación creciente. Sin embargo, en la naturaleza, existen criaturas que llevan a cabo un comportamiento similar. Un ejemplo de ello es la avispa parasitoide Glyptapanteles, que utiliza una simbiosis con su huésped para perpetuar su descendencia.
Aunque técnicamente no es un virus, la avispa Glyptapanteles tiene un efecto macabro en las orugas que utiliza como huéspedes para depositar los huevos de su descendencia. Una vez dentro de la oruga, las larvas de la avispa se alimentan y se desarrollan a expensas de su anfitrión, eventualmente causándole la muerte.
El modus operandi de la avispa parasitoide Glyptapanteles es fascinante y perturbador. Después de que la avispa deposita sus huevos en el cuerpo de la oruga, las larvas esperan a eclosionar para alimentarse de los fluidos corporales de su huésped. Mientras tanto, la oruga infectada actúa como un zombie, protegiendo los capullos de las larvas de posibles depredadores.
Este comportamiento controlado por la avispa es una estrategia para asegurar la supervivencia de su descendencia. La oruga, bajo el control de las larvas parasitarias, se vuelve agresiva y defiende activamente los capullos, minimizando las amenazas de los depredadores que podrían dañar a las larvas en desarrollo.
Aunque dista de la imagen de los zombies de la ficción, este fenómeno de la naturaleza es igualmente asombroso y aterrador. La simbiosis entre la avispa parasitoide Glyptapanteles y su huésped es un recordatorio escalofriante de las complejidades y maravillas del mundo natural.