El Radar: El privilegio de violar

DESTACADOS, RADAR

El Radar, el editorial de Antena.

Ahora que los multiversos nos competen (aunque sea por efímera moda), pensemos en uno.

Imaginemos que una de las más grandes fortunas del estado,ahora en la tercera generación, proviene de una larga historia de violaciones.

Imaginemos que la puedo contar viviéndola en primera persona.

Mi primera violación fue a la ética profesional en la que para hacer crecer mi negocio contable secuestro sigilosamente clientes de la universidad pública, también violo la lealtad del contador que me arropa e instruye en mi trabajo, le robo los clientes y la confianza. Prospero a sus costillas. O caña das, o caña recibes.

Después me constituyo en juez y parte de los procesos de muchos de mis adinerados clientes al convertirme en comisario de sus empresas o de algunas nuevas, creadas para violar las leyes y abofetear al fisco con saña. Con sardónica sonrisa amenazo con violar también su confidencialidad, con la misma mueca que finjo ser uno de los santos de la catedral.

Imaginemos que tiempo después, henchido de dinero y secretos, vuelo en mi jet privado rumbo a una aventura nueva, conseguir el poder político del partido que en la capital de mi estado es el de los acomodados o los que suspiran por un milímetro cuadrado en la mesa de las decisiones.

Justo en un vuelo, un abogado de reposada sabiduría me ubica y me dice que tengo el poder y las relaciones para lograr ser alcalde o gobernador, pero carezco de algo esencial para no regurgitarlo, poder, educación. Nunca podría perdonarle su injuria y violo mi amistad añeja, al lograr mis objetivos lo meto a la cárcel inclemente por los pecados de otros. ¡Faltaba más!

Pero eso ya no importa y violo el sentido común de haber participado activamente con los gobiernos del partido tricolor y haber sido su comparsa como auditor externo para ajustarme una camiseta blanquiazul, aunque me quedara muy apretada.

Me enfilo a buscar directo la “grande” y termino entrampado en una derrota que me obliga a violar muchos códigos políticos y termino pactando una segunda vuelta en 6 años, me acomodo arrebatando cuadros a golpe de dinero en “mi” nuevo partido y me “conformo” con competir en 3 años por la capital, ganándola, obvio, con suficiencia.

Rebaso por la derecha a un ex maestro mío y hago lo propio, violo leyes electorales y topes de campaña para asegurar mi triunfo antes robado, me revuelvo en mis nuevas mañas y me convierto en el primer gobernador de otro color en San Luis, (no se confundan, básicamente mi color es el dinero).

Violo las reglas políticas tradicionales y armo un gabinete de empleados sumizos y obedientes, ajenos al partido que me llevó a Rocallosas, ejerzo desde ése momento el poder en el espejo de las tribulaciones, habría que demostrar por fin que ni la falta de educación, ni el desarraigado apellido serían factor, ya era hora de clarificar que mi infinita capacidad para pasar por quien sea para lograr lo que quiero es todo, y lo demuestro.

Compro estatus y consideraciones con dinero ajeno, abandono a mis antiguos clientes y no los convoco a los nuevos negocios que salen del diezmo y el tráfico de influencias en un territorio que, debe quedar claro, solo se rige por mi; solo alguien con mi nombre completo podría tener tal poder y así sucede, a través de mi hijo hombre primogénito.

Invento desarrollos inmobiliarios satélite para puentear miles de millones, encierro las posibilidades de cualquier queja y anulo a mi principal contrincante, otro ex alcalde con aspiraciones y aberrante tartamudez.

Imaginemos que termino mi sexenio prefiriendo a un colaborador zangaruto aunque sea de mi partido original, que ayudar a llegar a mi puesto a alguien con mayor sentido que yo, violo los límites de los agravios políticos y los convierto en electorales.

Me convenzo de que un médico de pueblo no debe, ni podrá jamás superarme, quien me siga ni por asomo, se me pueda comparar, ¡carajo! que se quede quien ni con la sombra de su grotesco bigote.

Pero el poder es cabrón y mi elegido me sorprende, mareado y rebasado intenta sacarme de la jugada y arremete contra varios de mis ex empleados de la burocracia, los mete a la cárcel y exhibe sin pudor. Confieso que gente me ha reprochado que los abandoné pero no, seguro algo han de haber hecho a mis espaldas los traidores.

Violo sin pudor el sentido común de entender que el golpe habría sido pensado en mi contra, no lo fue y punto.

La vida pasa y mi reino de 6 años fue un maldito suspiro, aunque me queda la tranquilidad de que muchos de mis verdaderos amigos o socios insisten en que he sido el mejor gobernador de mi estado, no los contradigo, tienen absoluta razón; la brújula de mis universos siempre me da la razón.

Hoy a mis más de 80 multipliqué mis reinos y el inmenso espejo en el que pueda caber mi ego, mi deber está cumplido, mi herencia está intacta, la estirpe y mi nombre será recordado por siempre. Sí, violando o no hice siempre lo que quise y mi historia adaptada se repetirá a través de mi nombre para siempre.

Hasta aquí con las imaginerías de uno de los universos alternos, mientras tanto en este podrido que nos toca, el junior de un junior privilegiado, fue detenido por violar a una mujer, (aunque se dice que son varias) y ya se encuentra en prisión preventiva en el estado de Guerrero. Otro junior arrimado vivirá esta semana el proceso por el que está preso desde hace casi 3 años por el privilegio de violar sistemáticamente a un niño en condición de alta vulnerabilidad bajo la custodia del DIF Carrerista.

Que ya se note por fin, que el privilegio de violar se acabó.

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