Una de las leyendas de la lucha libre es sin duda Adolfo Tapia, mejor conocido en el ámbito del pancracio como L.A Park, gladiador que se forjó entre el hambre y la pobreza, pues llegó a la Ciudad de México con el sueño de ser gladiador, pero ante las nulas oportunidades, el oriundo de Monclova, Coahuila dormía en las bancas de Garibaldi y bailaba en los bares para ganarse unas monedas y poder comer.
Hoy con poco más de 30 años de trayectoria (debutó en 1982 bajo su nombre de pila), Adolfo Tapia es uno de los luchadores consagrados y más queridos por el público del deporte de los costalazos, situación por la cual uno podría decir que, todo ha sido color de rosa para quien también hizo grande el nombre de La Parka, pero no todo ha sido miel sobre hojuelas para L.A Park.
El día que LA Park terminó en prisión
Uno de los momentos más complicados en la vida de quien también le dio vida a Príncipe Island, con la cual ganó las máscaras de El Gran Cóndor, Príncipe Judas, Guerrero Negro y Bestia Negra, fue cuando fue encarcelado por golpear a un fanático, el cual cayó al hospital y estuvo internado en terapia intensiva. Durante la hospitalización de un aficionado, Adolfo estuvo tras las rejas donde sufrió una gran infección.
“Yo estuve en la cárcel hasta que despertó el señor, cuando volvió en sí, me carearon con él en el hospital y ahí él reconoció que muchas veces lo evadí, entonces fue cuando él dijo que me soltaran, que me dejaran en paz. Cuando salí, salí con un chorro de granos en… agarré una infección muy fuerte en el penal”, reveló en el programa del Escorpión Dorado al Volante, donde de igual forma reveló que formó parte de las pandillas del Barrio Bravo de Tepito.
“Yo viví en Tepito desde que llegué a esta ciudad, desde 1984 a 1986. Cuando era joven andaba metido en las pandillas de Tepito”.
Otro de los tragos amargos de Adolfo Tapia fue una lesión abdominal que lo llevó a pensar en retirarse de los cuadriláteros.
“Sí (he pensado en el retiro). Se me reventaron las tripas y los doctores me decían que era infección, miraba como la panza me crecía y las venas se ponían azules, hasta que un doctor de apellido Contreras me revisó y me preparó para cirugía, traía una sepsis abdominal. No tuve apoyo de promotores ni luchadores y la verdad me sentí traicionado. Hace poco me dio covid y estuve muy mal, pasó lo mismo, entonces no pensé en el retiro, pero ahora lo estoy pensando, pero necesito algo, una máscara o una cabellera para decir adiós”, concluyó.
Milenio