La película que impactó pero no cambió a los cubanos

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En la sociedad cubana siempre habrá un antes y un después de Fresa y Chocolate.

Este año, se cumplen dos décadas desde el estreno de la icónica película inspirada en una novela de Senel Paz, que dirigieron Tomás Gutiérrez Alea (Titón) y Juan Carlos Tabío y que enfrentó a los cubanos a sus prejuicios homofóbicos.

Para el papel protagónico eligieron un joven actor, Jorge Perugorría, quien tuvo ante sí el enorme reto de interpretar a un intelectual gay doblemente discriminado, debido a sus preferencias sexuales y a su pensamiento crítico respecto de la ortodoxia soviética.

Jorge Perugorría -“Pichi” para los cubanos- nos recibió en su casa en las afueras de La Habana y nos confesó que durante la filmación sabían que estaban haciendo una película necesaria, pero muchas veces se preguntaban si lograría llegar a los cines.

¿Por qué Fresa y Chocolate tuvo esa enorme repercusión?

El impacto de Fresa y Chocolate se produce por la necesidad del país y del cine cubano de abordar un tema que hasta ese momento había sido tabú. Éramos conscientes de que estábamos haciendo una película necesaria y ese era nuestro combustible.

Aparte del tema tratado, yo creo que el resultado cinematográfico fue una película entrañable. Nunca se me olvidará el estreno en el Festival de Cine del 93, fue una proyección mágica, ahí yo descubrí hasta dónde el arte podía conectarse con el espectador.

Y después cuando presentábamos la película en Europa, en EE.UU., en Japón y la gente se asombraba de que hubiéramos podido hacerla en Cuba. Hasta ese momento nos habían percibido como un bloque, como los coreanos o como la peor etapa del estalinismo.

La película rompió esquemas y demostró que Cuba estaba llena de contradicciones, de personas que pensaban diferente, practicaban religiones distintas, y, aunque tuvieran sus problemas, esa gente existía y constituían una sociedad llena de matices.

Realmente yo también me pregunto cómo pudieron hacer esa película.

No fue fácil, pero fue determinante que el proyecto lo dirigiera Tomás Gutiérrez Alea, el maestro del cine cubano. El proyecto nace de a poco y se hace muy difícil de censurar después de la publicación de la novela de Senel y la premiación del guión en el Festival de Cine de La Habana.

De todas formas, durante la filmación, cuando tocábamos temas difíciles, nosotros preguntábamos en broma, ¿ustedes creen que pongan esto en los cines?

Sí la pusieron en los cines, pero la TV tardó 20 años en emitirla.

Esto demuestra que hay un divorcio entre la política cultural de este país y los medios de difusión masiva. Hay dos políticas, la de los artistas donde hay mucha más libertad y el filtro que determina lo que va a la TV, la radio o la prensa plana.

Es increíble que haya pasado pero la gran pregunta que me hago yo es ¿quién determinó que el pueblo cubano no estaba preparado para ver Fresa y Chocolate y quién decidió que 20 años después ya podía asimilarla?

¿Qué significó para ti como actor?

Mucho, yo soy de la generación del personaje que encarné y la propia construcción de Diego me enriqueció como persona, me abrió nuevos horizontes, me aportó mucho porque era un personaje que tenía una tremenda formación cultural, fue un proceso de aprendizaje.

Antes mi sueño era hacer teatro, alguna película cubana, soñaba algún día trabajar con Titón, Tabío o Solá pero nunca se me había pasado por la cabeza tener una proyección internacional y de pronto se me abrieron las puertas del cine europeo y latinoamericano.

¿Te causó problemas hacer el papel de un gay?

Después de hacer Fresa y Chocolate, Titón me dijo en broma “ahora vamos a filmar Guantanamera para reivindicarte” porque en esa nueva película me dio un papel de camionero, machista y con una mujer en cada provincia.

Yo no tenía ningún prejuicio, venía del teatro y allí se es tolerante con la sexualidad de las personas. Pero uno vive en una sociedad machista y el país sigue teniendo prejuicios en ese tema y ha cambiado poco a pesar de todos los esfuerzos que se hacen.

¿Veinte años después como ves a Fresa y Chocolate?

Lamentablemente la película tiene todavía mucha vigencia en aspectos que uno quisiera que fueran cosas del pasado. Este país está inmerso en cambios pero todavía debemos seguir aprendiendo de Fresa y Chocolate.

Aún no hemos llegado como sociedad a ese abrazo final de Diego y David, esa reconciliación respetando las diferencias entre dos personas que piensan distinto pero que pueden convivir e incluso ser amigos.

 

http://www.bbc.co.uk/

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