La sospechosa ‘revocación’ de AMLO, el presidente que solo quiere saber que lo aman

Falta menos de un mes para que el Instituto Nacional Electoral (INE) instale en todo el país 57 mil 77 casillas, 103 mil casillas menos de las previstas en la Constitución, a las que podrán asistir a manifestar con su voto 94 millones 590 mil 469 ciudadanos sobre si desean que se vaya o permanezca en su encargo, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

La Revocación de Mandato fue una de las primeras iniciativas de reforma constitucional que promovió López Obrador. Por su trascendencia, destacados constitucionalistas manifestaron que era una reforma positiva, que no debería de aplicarse en este sexenio, sino dejarla prevista para futuras oportunidades.

Es gusto del presidente López Obrador presumir que es un demócrata y que sus decisiones obedecen al mandato popular, por ello, al iniciar su sexenio promovió algunas consultas con las que puso fin a la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional, que se construía en Texcoco; de la misma manera decidió la construcción de la refinería de Dos Bocas, en Tabasco, así como la obra del Tren Maya o la cancelación de una cervecería en Mexicali o la de una ruta de transporte colectivo en Torreón, entre otras.

La experiencia de consulta que precede a la revocación de mandato se llevó a cabo el 1 de agosto de 2021. Fue propuesta e impulsada por López Obrador desde sus conferencias mañaneras, con el propósito de enjuiciar a cinco de los expresidentes que lo precedieron en el cargo. Acudieron a votar 6.5 millones de ciudadanos, el 7% de los más de 93 millones con derecho a voto. Para que la resolución fuera vinculante se necesitaba la participación de 37 millones de ciudadanos.

La consulta federal para juzgar a los expresidentes fue considerada como un ensayo previo a la revocación de mandato, que se llevará a cabo el próximo 10 de abril. En la experiencia inicial los ciudadanos tuvieron escasa presencia. Los críticos comentaron que fue una victoria sin gloria, una señal de desconfianza hacia la política de polarización que mina la democracia. Se transmitió en los medios el mensaje negativo de que fue un ejercicio innecesario. Los dirigentes de Morena responsabilizaron al INE por la escasa difusión y los precarios resultados para su causa.

Dentro de 28 días, a más de 94 millones de mexicanos se les presentará en las casillas dispuestas por el INE, la pregunta :“¿Estás de acuerdo en que Andrés Manuel López Obrador, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, se le revoque el mandato por pérdida de la confianza o que siga en la Presidencia de la República hasta que termine su periodo?” y las opciones de voto serán a) “Que se le revoque el mandato por perdida de confianza” y b) “Que siga en la presidencia de la república”.

Muchos en el país consideran que el presidente López Obrador, ante la revocación de mandato, está en campaña, así como sus incondicionales en Morena, algunos gobernadores correligionarios y legisladores federales, también los llamados Siervos de la Nación, que mantienen contacto con los beneficiarios de los programas sociales del gobierno federal, como las pensiones para adultos mayores, becas para estudiantes, mujeres y demás.

El objetivo de esta movilización, que muchos mexicanos ven, pero en la estructura del poder de Morena simulan que no existe y tratan de engañar y de ocultar lo evidente, como la autoría y fuente de financiamiento de múltiples carteles panorámicos en diversas ciudades del país en los que se promueve, como si fuera candidato a algún puesto de elección popular, la imagen de López Obrador y se demanda apoyo para su continuidad en el poder.

Como sucedió en la experiencia para llevar a juicio a los expresidentes, es previsible que la revocación de mandato también tenga como respuesta un ausentismo elevado. Las condiciones para que la organización, como demanda la Constitución, se pudiera llevar a cabo, no fueron apoyadas en el presupuesto federal aprobado por la Cámara de Diputados, como propuso en su proyecto el presidente López Obrador.

La insuficiencia de recursos financieros del INE para llevar a cabo la consulta de revocación de mandato dio a Morena y sus correligionarios el argumento de que este instituto está saboteando la consulta y se han enfrascado, en el caso de Claudia Sheinbaum, en una polémica con los consejeros electorales del INE, a los que acusa de no promover la consulta.

Es obvio que López Obrador quiere que la revocación de mandato lo confirme en el cargo. En Morena quieren que el presidente quede Feliz, Feliz, Feliz con el resultado de la consulta. Entre los ciudadanos, se impone el sentido de realidad, con sus propios datos sobre economía, salud, seguridad, ¿combate a la corrupción? y un discurso repetitivo y podrían considerar si van a votar o la consulta es un ejercicio innecesario, caro y engañoso que tiene el objetivo de continuar la propaganda del día a día del presidente, como si estuviera en campaña. Lo que sabe hacer.

Desde luego que el INE será el responsable del fracaso de una consulta paradójica, pues siendo un ejercicio que debería servir a la oposición para sacar del poder a un presidente ineficiente antes de que concluya su mandato, se volvió una simulación de ‘ratificación’ que nadie pidió.

Por eso la histeria dentro de Morena y el círculo del presidente. Si el resultado no es de millones pidiendo que el presidente se quede, no solo le pegan al orgullo de un López Obrador que necesita que le digan que lo quieren una y otra vez, sino que se exponen al ridículo de un abstencionismo donde ni los suyos salieron a votar. Porque para que una simulación sea efectiva se necesitan comparsas que voten en contra de AMLO. Al menos para disimular.

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