No más petróleo ni gas shale

Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Estos objetivos fueron creados por todos los países y las principales instituciones de desarrollo del mundo para reducir la pobreza y mejorar las condiciones de vida de la población. Así, se establecieron indicadores para avanzar en diferentes líneas: la lucha contra la pobreza extrema y el hambre, lograr la enseñanza primaria universal, promover la igualdad entre los sexos y el empoderamiento de la mujer, reducir la mortalidad de los niños y niñas menores de cinco años, mejorar la salud materna, combatir el VIH/SIDA y la malaria, garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y fomentar una alianza mundial para el desarrollo. En total, ocho ODMs a alcanzar en 2015, cuyo nivel de avance a 2013 indica que no serán cumplidos en su totalidad. Por esta razón, junto con la necesidad de seguir avanzando en cuestiones que tienen una importancia central en la mejora de las condiciones de vida de aquellas personas que se encuentran en situación de pobreza y pobreza extrema, la ONU tiene por delante el reto de impulsar la construcción de una nueva agenda de desarrollo que incluya compromisos específicos más allá de 2015. En esta construcción, la participación de la sociedad civil debe jugar un rol central, razón por la cual se están realizando consultas a organizaciones, académicos y sector privado de todo el mundo, expertas en materia energética. Como se habrán podido percatar, la energía no es un tema abordado en los ODM. Justo por ello, uno de los temas centrales de la discusión durante la consulta fue definir si la energía debe ser considerada en la agenda de desarrollo. La unanimidad en cuanto a su papel en el desarrollo fue absoluta, así como las razones: su producción tiene impactos en las condiciones de vida de la gente, en los derechos humanos y en los derechos de los pueblos indígenas y la población afectados por los proyectos energéticos; el futuro del planeta y la humanidad está amenazado por el Cambio Climático provocado, en gran parte, por el modelo de generación y consumo de energía, y, el contar o no con acceso a la energía está vinculado directamente con las posibilidades de desarrollo y el bienestar de las personas. Como resultado de esta consulta se realizaron una serie de recomendaciones que los países de la región deben poner en marcha para hacer frente a los retos que plantean la producción, el consumo y el acceso de energía para el desarrollo. Entre otros, la necesidad de diversificar la matriz energética para que ésta incluya una mayor participación de energías limpias y renovables; el abandono de proyectos de hidrocarburos contaminantes —como es el caso de la explotación de petróleo en aguas profundas y el gas shale—; la creación de metodologías que permitan que en la medición de los costos de los proyectos energéticos se incluyan las externalidades socioambientales de los mismos; asegurar la garantía de los derechos humanos y los derechos de los pueblos indígenas en la producción y acceso a la energía; y el uso de energías renovables a pequeña escala, que permita a las comunidades el acceso a medios sustentables de energía aunque se encuentren alejadas de las redes tradicionales de distribución. Ahora habrá que ver si estas recomendaciones son incluidas en las políticas de los Estados y, una vez más, será tarea de la sociedad exigir que así sea. En México una oportunidad para ello es la próxima Reforma Energética, que parece estará centrada en el futuro de Pemex; es decir, en cómo seguir explotando el petróleo. Si bien esta es una cuestión importante, los retos energéticos que enfrentamos llaman a ampliar y profundizar el debate y a caminar hacia la transición energética que el planeta necesita. http://www.animalpolitico.com/]]>

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