Revalorizan la lengua zapoteca; instruyen a jóvenes y niños

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La poeta Natalia Toledo y el lingüista e historiador Víctor Cata dejan huella en más de 2 mil niños y jóvenes mediante el proyecto de revalorización de la lengua zapoteca El camino de la iguana.

El desarrollo de esa iniciativa abarca pueblos y comunidades indígenas del Istmo de Tehuantepec e incluso han llegado a Los Ángeles, California.

Durante una tarde de café, vino y charlas Natalia Toledo y Víctor Cata comenzaron a reflexionar respecto de la lengua zapoteca y de Juchitán, tierra natal de ambos, y llegaron a la conclusión de que los lectores jóvenes en ese idioma se extinguían.

La razón de lo anterior es que 80 por ciento de la comunidad adulta, mayor de 35 años, habla zapoteco. Sin embargo, los jóvenes y los niños no.

Natalia y Víctor, preocupados por quién hablará el zapoteco, quién lo leerá, quién escribirá, asumieron un reto: crear talleres por todo Juchitán, con la participación de la poeta Rocío Gonzáles. Sin embargo, por cuestiones laborales ésta no pudo y sólo ellos se aventuraron en el proyecto.

Entonces, entregan el proyecto El camino de la iguana al artista Francisco Toledo, quien lo analiza y dice que sí.

Emocionados por el respaldo del Centro de Artes de San Agustín (CaSa), por conducto de su fundador Francisco Toledo, Víctor y Natalia retornan a Juchitán y comienzan a crear talleres en escuelas, casas de cultura, bibliotecas, centros de arte y hasta cerca de un río.

La gran aceptación y recomendación respecto de El camino de la iguana motivó que el proyecto se difundiera en otros municipios del estado de Oaxaca, como Unión Hidalgo, Xadani, Monte Grande, San Blas Atempa, Tehuantepec, La Ventosa, El Espinal, Ixtepec e Ixtaltepec.

Además del taller para revaloririzar la lengua zapoteca impartido Los Ángeles, California, crearán uno en San Quintín, Baja California, y otro en la urbe angelina.

–¿Por qué llamarlo El camino de la iguana? –se pregunta a Víctor Cata.

–Se refiere a una ruta, un esquema, un croquis que planteamos. El taller se imparte tres horas diarias durante 15 días. Mientras Víctor Cata explica el origen, la importancia y todo lo relacionado alfabéticamente con la lengua zapoteca, Natalia Toledo muestra la riqueza cultural que se adquiere con escribir, leer y escuchar en ese idioma originario, como poemas, textos cortos y largos, cuentos y otras expresiones literarias.

Quien acude a El camino de la iguana sólo necesita papel y lápiz; Víctor y Natalia se encargan de llevar pizarrón, libros, poemas, cuentos y otras herramientas de aprendizaje.

En Juchitán, según investigaciones de lingüistas e historiadores, en menos de 100 años podría extinguirse la lengua zapoteca, debido a que en las recientes tres décadas los padres dejaron de utilizarla con sus hijos y la generación que hoy tiene 30 años no la habla, aunque la escucha y entiende perfectamente.

El zapoteco podría ser un idioma sólo de ancianos. Juchitán es el municipio que tiene más hablantes, al igual que Xadani y San Blas Atempa, pero en Tehuantepec ya murió, ahí sólo personas de 70 años lo hablan y es una lástima, porque a los gobiernos de los tres niveles la cultura y el rescate de lenguas no les interesa; ellos se fijan en lo económico, algo que deje dinero, señala Víctor Cata.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reporta que en Juchitán hay 42 mil hablantes del zapoteco entre 90 mil habitantes.

Pareciera que contar con 50 por ciento de la población que aún pronuncia palabras en lengua materna es mucho, pero desafortunadamente lo hacen los adultos; los jóvenes y los niños no, por eso nuestra preocupación por sensibilizar a los padres de que hablen en su lengua materna a sus hijos para que la enseñen a otros y así seguir preservándola.

Para el lingüista e historiador Víctor Cata lo que ocurrió en Juchitán y otros pueblos indígenas, donde dejaron de enseñar el zapoteco, es que hubo una deslealtad lingüística y eso tuvo mucho que ver con ir a la universidad, los medios de comunicación y algunos modelos económicos del país y del extranjero.
“El mundo entero no es monolingüe; hay una pluralidad de lenguas, pero aquí pareciera ser que les dijeron si hablan el zapoteco son ‘ignorantes’. Al contrario, deben aprender a hablar zapoteco, español, inglés, francés, todos los idiomas que puedan. La mente humana está capacitada, pero la persona se limita como siempre, busca pretextos y más pretextos”, afirma.

En México existen 11 familias linguísticas; cinco están en Oaxaca y de éstas, cuatro en el Istmo (otomangues, huave, chontal y mixe-zoque), lo cual indica que ese estado y esa región poseen gran parte de la diversidad lingüística del país.

“No hay mejor escuela que el hogar; un idioma no se enseña: se ama y se valora, el idioma indígena tiene historia, el zapoteco se ha escrito desde hace 2 mil años en Monte Albán. Fue parteaguas de culturas como los mayas y los toltecas.

“El zapoteco se creó primero, pero ahora parece olvidarse. Por eso insistimos en El camino de la iguana; llevamos cuatro años y vamos por más”, señala Cata.

Natalia Toledo es mujer dinámica desde su andar y más aún sentada en una mesa con una taza de café; allí relata cómo nació en ella la pasión por la literatura y la poesía zapotecas.

Recuerda que apenas con cinco años de edad, cerca de su casa, en la séptima sección, un barrio en Juchitán donde abundan pescadores y campesinos, un viejo sabio de la comunidad llamado Juan Michi, relataba cuentos e historias de la cultura zapoteca, entrelazando leyendas y mitos.

Disfrutar cuentos y leer poesía a su corta edad fue de gran importancia para la poeta. A los siete años se trasladó a la ciudad de México, donde vivió con su abuela paterna. El encierro de la urbe la hizo compañera de los libros, recuerda uno en particular, era de Esopo.

Entre las historias orales que han marcado a Natalia Toledo figuran Juan Ceniza, Conejo y coyote en sus variadas versiones, Uxmal y uxbien, nahuales (Bidxa) y la relación con su padre, Francisco Toledo, con quien visitaba museos.

La poeta rememora que antes las paredes de las casas fungían como escenarios de arte, muchas estaban pintadas, algunas con grandes obras y otras con diminutas. Recuerda mucho una que se ubicaba sobre la carretera Ixtepec-Ixtaltepec, la de un corazón, y al lado había una copa que simulaba sangre roja.

El camino de la iguana surgió precisamente de un análisis profundo de Natalia Toledo y Víctor Cata respecto del estado del zapoteco frente al español, al considerar que los lectores en lengua materna se extinguían. “Fue una gran preocupación –prosigue Natalia Toledo– y decidimos plantear este proyecto que nos ha funcionado; niños y jóvenes están contentos, hacemos dinámicas a través de generación de cuentos, poesía y literatura, mientras Víctor les brinda estrategias para escribir y leer en nuestra lengua materna”.

Desdén del gobierno

Natalia Toledo se preocupa ante la actuación del gobierno mexicano, porque pareciera que se desconoce al país en cuanto a sus tradiciones, cultura y pueblos originarios, razón por la cual afirmó que es responsabilidad de todos y todas tomar la batuta y empezar a hablar el zapoteco, compartirlo en casa, con amigos, conocidos y todos ser ejes primordiales de rescate, porque no se puede permitir el genocidio de una etnia como la zapoteca, cultura milenaria.

Natalia y Víctor organizan su tiempo personal y profesional para cumplir con El camino de la iguana. El lingüista acaba de concluir un texto sobre las partes del cuerpo en zapoteco editado por el Casa y Francisco Toledo, que próximamente será presentado al publico; Natalia tiene en puerta concluir la biografía para niños de su padre, Francisco Toledo.

Fuente: La Jornada de San Luis

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